Carlos Fernando en primera vuelta
Andrés Hoyos
Las normas para la elección de alcaldes en Bogotá tienen un sesgo derivado del famoso Pacto de los Olivos argentino de 1993. De ahí que, si alguien gana la primera vuelta con por lo menos el 40% de los votos y adelanta al segundo con por lo menos el 10%, se evita el balotaje.
Pues bien, según ha ido saliendo en distintas encuestas, Carlos Fernando Galán no está lejos de poder ganar en 1ª vuelta con estas reglas, aunque también podría faltarle algo de pelo para moño. Espero que a estas alturas no sea un secreto que él es el candidato de mis preferencias, pese a que no descarto a Juan Daniel Oviedo para una ocasión futura. Dicho esto, si Carlos Fernando quiere llegar al mágico 40%, le toca sobre todo sonsacarles votos a quienes todavía apoyan a Jorge Enrique Robledo, Diego Molano, Jorge Luis Vargas y Rodrigo Lara, para no hablar, claro, del único impresentable del grupo: Gustavo Bolívar. También, cómo no, se vale recuperar algunos votos que hoy a lo mejor van por Oviedo.
Carlos Fernando ha ido juntando un grupo de partidarios notable y variado: Alejandro Gaviria, Humberto de la Calle, Cecilia María Vélez, David Luna, Carlos Vicente de Roux, Fernando Ruiz, entre otros. Desde ultratumba, además, está el apoyo de su padre, Luis Carlos Galán. Ganar en 1ª vuelta no es un elemento adjetivo. Algo así le daría un impulso considerable, como en su momento lo obtuvo Álvaro Uribe en circunstancias muy distintas.
Ahora bien, el quid de todo esto será que Carlos Fernando, una vez elegido y posesionado, haga una buena alcaldía, manteniendo por el camino una popularidad por encima del 50% y ojalá del 60%. Eso se dice fácil, pero los últimos alcaldes de la capital no han sido capaces de lograrlo. Varios de ellos incluso vieron enterrado su futuro político por cuenta del fracaso en la gestión de la ciudad. ¿Por qué? Les traslado a mis lectores la pregunta, mientras yo la voy respondiendo a mi manera.
Es necesario que el triunfo de Carlos Fernando preludie continuidad en el futuro, continuidad que solo puede lograrse mediante la vigencia del Nuevo Liberalismo como partido político. La existencia y fuerza creciente del partido es clave, pues su falta ha afectado el mandato de muchos. Por ejemplo, apenas surja por ahí una polémica riesgosa, el partido tiene que entrar de lleno en ella, dando argumentos en favor del mandatario. La otra muestra de vigencia del partido es la lista para el concejo. Por lo que veo, la actual luce bien, pese a que de todos modos será una minoría, ojalá grande.
Lo otro son las prioridades, los eventuales aciertos a la entrada y los errores que no se deben cometer. Entre los primeros, sobresale una política de educación pública generosa y eficaz, terminar las obras empezadas y acometer otras nuevas, en especial del transporte público, el cual debería ser casi gratis, si dado el tamaño de la ciudad no se puede asumir de entrada el riesgo de volverlo general. Entre lo segundo, esencial será manejar con firmeza pero sin exagerarla los reclamos populares que llegarán pronto, sí o sí. ¿A qué se debe esto? A que la gente suele tener expectativas irreales cuando elige a alguien, de suerte que habrá frustraciones ineludibles. Sin embargo, aquí y allá la popularidad de algunos mandatarios se ha mantenido aunque no ceden en todo.
En fin, mucha suerte para Carlos Fernando Galán, la cual sería asimismo suerte para el resto de los bogotanos.