El Ojo del Halkón Un año de esperanzas y un alto en el camino
Por Rubén Darío Mejía Sánchez
Bogotá, enero, 2024_RAM_De verdad que no sé por dónde empezar, si diciendo que el comienzo del año 2024 marca un año de esperanza, de cambios, de reformas y de trabajo con honestidad o por ratificar lo que se ha dicho de mí en los últimos días en los medios de comunicación que dejo de escribir. Debo aclarar que no dejo de escribir, dejo la rutina del trabajo diario y las carreras como reportero, como periodista y como hombre que siempre he amado mi profesión, que como decía Gabriel García Márquez el periodismo es la profesión más bella del mundo y para mí, puedo decir, que ha sido todo y la llevaré siempre en mi sangre.
Han sido muchos los años que he estado en este corre corre, 52 de los 75 años de vida y como decía alguien nunca me arrepentí de escoger en qué trabajar, porque nunca sentí que estaba trabajando sino que estaba viviendo la vida y esto gracias al haber acatado los consejos de mi abuelo, cuando un día en familia dijo que cada uno debía de buscar la profesión que lo hiciera feliz para que nunca se sintiera esclavo del trabajo y yo puedo decir que tenía mucho de cierto lo que decía este hombre que se fue del mundo faltándole dos meses para cumplir 100 años y que vivió la vida como nadie y que es lo que me ha pasado a mí, que he vivido minuto a minuto gracias a que he trabajado o simplemente laborado en algo que tanto amo.
He pasado momentos bellos y grandes, momentos de tristeza y de alegría, más de alegría que de tristeza. He conocido mucha gente, buena y mala, aunque siempre considero que los seres humanos no somos ni buenos ni malos sino que simplemente cometemos errores; con la diferencia de que unos se arrepienten y toman el buen camino y otros siguen por el mismo trajinar de sus vidas destrozando la de los demás y sin lograr alcanzar siquiera la felicidad para ellos.
He conocido gente del Gobierno, que trabaja, otros que no hacen nada, unos que luchan por el país y por sus buenos programas, principalmente por la gente de escasos recursos económicos y otros que solo piensan en llenarse los bolsillos y vivir como pachás a costilla de los demás.
He conocido el mundo, conociendo los países he aprendido de su gente y sus costumbres, de su raza y principalmente su naturaleza que es la que nos habla cada día y nos recuerda la existencia de un creador y un porqué de estar en este mundo que es tan complejo pero de gran interés en donde venimos a cumplir una labor, que esperamos decir al final del camino, que la hemos cumplido.
Se preguntaban al leer una linda nota que hizo sobre este servidor el periodista Guillermo Romero Salamanca, si era cierto que dejaba de escribir y de alguna manera es verdad, pero como todos los que andamos con la vocación de hacer algo en la vida, mi vocación sigue igual y espero escribir aunque sea garrapateando hasta el último día de mi vida, pero tiene razón Guillermo cuando dice que dejo de escribir a diario, a cada hora y cada minuto la historia de mi Colombia amada y de este mundo que cada día me ha enseñado más, porque en política y en deportes se aprende mucho; en política porque es el comportamiento del ser humano y en deportes porque la vida es una verdadera competencia, que se disputa cada día, unos tratando de ser más que otros u otros simplemente buscando estar bien y lograr lo que se han prometido y han deseado.
De verdad no estoy diciendo Adiós al periodismo, porque creo y estoy seguro que seré periodista hasta el último día y el último suspiro de mi vida, pero ahora sí miraré los toros desde la barrera y trataré de dar más tiempo para descansar y vivir mi vida, aunque ser periodista fue un continuo vivir que me dejó muchas cosas buenas y que no puedo dejar atrás.
Quisiera agradecer a todos los que me ayudaron, a mi familia, principalmente a mi madre quien fue la que me llevó por el camino de los libros desde que era niño, pues era una lectora empedernida, a mi abuelo que siempre me dio fortaleza para ser el hombre que he sido hasta hoy, para enfrentar lo bueno y lo malo y para conocer o tratar de conocer a quienes me rodean, para saber quiénes eran mis amigos y quiénes no y he descubierto que han sido más las personas que me han querido que las que me han odiado.
A mis profesores, recuerdo que en tercero de bachillerato mi profesor de español me hizo repetir la materia de español y de ortografía y quedó muy sorprendido que años después, cuando leyó en uno de los Diarios una de mis notas y se preguntó si era yo y me envió un bello telegrama que decía “Si es usted lo felicito por haberse superado si no, le presento disculpas por mi imprudencia.” Sí profesor, ese era su pupilo que se superó y aprendió a escribir, lo que no puedo dejar nunca de hacer.
A los directores de los medios de comunicación por donde pasé en estos largos años y que me tuvieron paciencia, todos me enseñaron y si me pusiera a enumerar a cada uno cansaría mis lectores, porque de verdad fueron muchas personas las que tuvieron que ver con mi formación.
A mis compañeros de trabajo, porque supieron soportarme y también me enseñaron muchas cosas porque en medio de las malquerencias, colaboraciones y amistades me fueron dejando enseñanzas que llevo en mi corazón y lo recuerdo mucho y es por eso que cada día estoy pendiente de saber cómo están la mayoría de ellos, hasta donde me acuerdo, porque la memoria se va perdiendo un poco y hay recuerdos que no llegan tan rápido, pero que no se olvidan.
A mi esposa Sandra Milena Salazar Ayerve, porque ha estado conmigo en los últimos años de mi vida y me ha apoyado y ha sido la fortaleza para seguir adelante después de que aparecieron las enfermedades y que no he vuelto a ser el mismo activo de antes, pero ella ha sabido estar ahí y entender cada una de las situaciones.
Doy gracias a Dios de último, simplemente porque aprendí que cuando se despiden las transmisiones deportivas, el más importante del grupo se nombra al final, porque es el que da fortaleza, porque es el más grande y porque es el que nos enseña y nos lleva por el camino que debemos de seguir y Dios ha sido, es y será lo más grande de mi vida.
Como decía al comienzo, hago votos para que el nuevo año, este 2024 sea mejor, y con los nuevos gobernantes locales y con una reestructuración en el pensar del Gobierno se le dé a este país, que como han dicho es el mejor vividero del mundo, lo mejor y que aprendamos de algunos países entre ellos México que aman de verdad a su tierra, sus costumbres y su raza y que recordemos que en Colombia no viven negros, blancos, amarillos, pobres, ricos, niños, viejos, simplemente vivimos todos y así conseguiremos esa verdadera Paz; como dice el Presidente la paz total, que si no se lleva en el corazón no se puede transmitir a los demás.
Para todos un feliz 2024 y seguiré escribiendo mi columna El Ojo del Halkón cada que haya un tema que desee desarrollar o simplemente comentar desde mi nuevo nido, porque como halcón estaré siempre atento de lo que suceda en este bello mundo.