lunes julio 15 de 2024

Implicaciones del giro de Europa a la derecha

24 junio, 2024 Opinión Andrés Hoyos

Andrés Hoyos

En las elecciones de principios de junio, los votantes europeos giraron a la derecha, a veces a la extrema derecha, pero todavía se está muy lejos del punto de quiebre político. El centro mantuvo la mayor parte de su caudal y algunos partidos incluso lo aumentaron. La izquierda no. De cualquier modo, una densa niebla se instaló sobre la carretera que lleva al futuro político del continente. Aunque no tendré que aclarar que yo tampoco cuento con los faros rompe niebla que me permitan ver mucho hacia adelante, ahí van mis conjeturas, “educadas”, como se suele decir.

Hubo cambios fuertes en Alemania, en España, en los Países Bajos, así como en la mayoría de los países europeos democráticos, si bien el principal sacudón fue sin duda el ocurrido en Francia. Dados los malos resultados, el presidente Emmanuel Macron optó por jugársela y disolvió la Asamblea Nacional. Él será presidente hasta 2027, pase lo que pase, pero podría verse obligado a una incomodísima convivencia con un primer ministro de la cuerda de Martine Le Pen. Muchos señalan los grandes riesgos que corre con la elección anticipada, si bien no aclaran cuál alternativa era más prometedora: ¿quedarse quieto mientras su alianza de partidos se seguía desmoronando, dejándole el camino libre a Le Pen para salir elegida presidente en 2027? A mí, lejano forastero, me parece preferible asumir el riesgo hoy y dejar que el potencial deterioro lo sufra el Rassemblement National de Le Pen, según le toque o no gobernar. El nombre del partido traduce algo así como “reunión nacional”. Se recuerda con claridad que el padre de Martine fue partidario de Pétain y del régimen colaboracionista de Vichy. Hay incluso la posibilidad –hoy remota– de que los electores le den la espalda a la extrema derecha. Igual, si madame Le Pen gana, su pupilo Jordan Bardella se vería forzado a la mencionada cohabitación difícil y amarga con Macron en la presidencia, quien no dejaría pasar ninguna ocasión de incomodarlo. En cuanto a los partidos de izquierda, acaban de formar una gran coalición que podría tener buenos resultados. Está claro que la fecha decisiva será el ballotage del 7 de julio, no la primera vuelta del 30 de junio.

Los problemas más candentes que hicieron virar al electorado, en particular en Francia, son la permisividad con los emigrantes, el rechazo a las muy agresivas políticas ambientales que maltratan a los agricultores tradicionales, los altos costos de generar energía limpia, la reducción del poder adquisitivo de la población y la creciente inseguridad, causada, presume mucha gente, por todo lo anterior.

O sea que el electorado sufrió por la presión woke en muchos temas, no tanto por el apoyo a Ucrania. Ni hablar de que el pérfido zar Vladimir también se la juega en la actual coyuntura. Putin sigue con su actitud intransigente de pretender arrasar con el país vecino, a menos que la gente se vuelva rusa sin más. A los nacionalistas ucranianos los equipara con los nazis, aunque el verdadero Hitler reencarnado es él.

O sea que Putin y su agresividad no fueron la gran causa del terremoto de junio. Los europeos, se puede entonces presumir, todavía quieren apoyar a Volodimir Zelesnki y al país invadido con mucho dinero, ojalá no con tropas. La situación, que estuvo cerca de ser desesperada hace unos meses, hoy es difícil pero de mejor pronóstico, dado que tanto los americanos como sus aliados europeos permiten ahora usar las armas provistas en territorio ruso, con muchas restricciones todavía. Las entrañas de Rusia serán cada vez más un centro del conflicto. Por ahí tiene que ser la cosa.

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