martes diciembre 17 de 2024

El dilema de noviembre: Harris o Trump

17 agosto, 2024 Opinión Andrés Hoyos

Andrés Hoyos

Presumo que los lectores entienden que el mundo entero, no ya Estados Unidos, se juega una lotería gigantesca el próximo martes 5 de noviembre. Si gana Kamala Harris, las cosas siguen por un rumbo más o menos predecible, aunque llegarían decisiones trascendentales para la economía, la clase media, Ucrania, el Medio Oriente y Europa. Si gana Trump, ahí mismo se inicia un despelote fenomenal en el país más poderoso del mundo.

La convención nacional de los demócratas se celebrará en Chicago del 19 al 22 de agosto. Ahí Kamala Harris recibirá con seguridad un último empujón “gratis”, por así llamarlo. Después y hasta el 5 de noviembre, la pelea será tiro por tiro. Una paradoja es que Trump se juega más que Harris, pues si pierde las elecciones su vida política, incluso personal, más o menos estará terminada, al punto de que en adelante se la pasaría de juzgado en juzgado. En cambio, Kamala podría volver a su casa. Según Sebastián Edwards, “el principal problema de Trump es su temperamento y su crueldad psicológica”. Otra forma de verlo es decir que el problema con la candidatura de Mr. peluquín son la cantidad de excentricidades y posiciones extremistas que ha expuesto, de suerte que no podría tener un ejercicio normal del poder, así lo quisiera.

Está muy claro que el Partido Demócrata descartó el estilo de campañas de la era Biden. Kamala Harris lo que más busca es llamar la atención y lo está logrando, por lo general no mediante complicas propuestas de política, sino con slogans atractivos y pegachentos. Puede que eso a uno no le guste, pero sí le gusta al votante americano medio indeciso y eso es más que suficiente. Ante la agresividad ya patentada de Trump, Kamala Harris tendría que responder con otro tipo de agresividad. Hacer énfasis en que como antigua fiscal sabe tratar a los convicted felons. Pronto aparecerán en escena las grabaciones en las que Trump llama a Kamala Harris “that fucking bitch”, o sea, “esa puta de mierda”. El mensaje demócrata será: ¿cómo se puede votar por un canalla como ese?

Claro que en algún momento se debatirán las propuestas concretas. Por lo que se sabe, la campaña de Harris tiene un arsenal muy considerable de ellas. De todos modos, lo más probable es que los debates sean decisivos, aunque vaya uno a saber. Se presume que Kamala hallará la manera de desbaratar el esquema de Trump. Para Trump la única posibilidad, muy poco probable por cierto, es que ella tenga un muy mal desempeño o no logre esquivar los golpes bajos que él de todos modos lanzará. Igual, para que resulten decisivos, alguno tendría que ganarlos de manera clara. Sin embargo, también pueden salir más o menos en tablas.

Las encuestas, en las Harris ya supera a Trump por una brizna, son una medida muy importante, si bien dejan por fuera un elemento crucial, según se demostró hace poco en Francia y Europa: el entusiasmo. Algo así no se puede medir en las encuestas. Si las tabulaciones están más o menos parejas, pero una vertiente muestra mucho más entusiasmo, es casi seguro que al final este grupo aventaje al opuesto, que bien puede descorazonarse por la falta de pasión. Esto para concluir que yo le apuesto a Kamala, pese a que tampoco estoy seguro de nada.

Si Trump saca en noviembre, digamos, 75 millones de votos, pierde las elecciones. Igual, serían muchos millones de partidarios suyos. Por eso resulta casi ridículo pretender que un argumento es válido cuando en televisión aparece uno de los contendientes afirmando X o Y. Solo tienen credibilidad los resultados.

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