Colombia perdió la confianza internacional en la lucha contra el lavado de activos
Juan Manuel Galán
El Grupo Egmont es una organización que facilita la cooperación y el intercambio de información entre las unidades de inteligencia financiera de todo el mundo. Trabaja en la lucha contra el lavado de activos y la financiación de organizaciones multicrimen. Pegasus, software desarrollado por la empresa israelí NSO Group, es un instrumento tecnológico sofisticado de espionaje que ha sido utilizado por gobiernos y agencias de inteligencia en todo el mundo para monitorear organizaciones terroristas.
La reciente confirmación de que la Unidad de Información y Análisis Financiero (UIAF) de Colombia ha sido suspendida del Grupo Egmont, es un hecho de extrema gravedad que pone en riesgo la seguridad y la defensa nacional. Cabe anotar que uno de los pilares fundamentales de esta política de Estado es la cooperación interagencial, con organismos homólogos de diferentes Estados a nivel mundial, basada en la confianza. Esta suspensión, que se deriva de la divulgación imprudente de información reservada y confidencial por parte del presidente de la república, no solo afecta la reputación internacional de Colombia, sino que también destruye la confianza interagencial, debilita y compromete la eficacia de nuestras instituciones en la lucha contra el lavado de activos y financiación del terrorismo.
La exclusión de Colombia de este grupo significa una pérdida significativa de acceso a información vital y a la colaboración internacional, elementos esenciales para combatir eficazmente los delitos financieros transnacionales. Es un retroceso significativo en los esfuerzos del país por mantener la seguridad y la integridad de su sistema financiero contra amenazas de carácter global. Esta situación nos deja en una posición vulnerable frente a los riesgos internacionales y debilita nuestra capacidad de respuesta ante actividades ilícitas que pueden financiar el crimen organizado y el terrorismo.
La decisión del jefe de Estado de divulgar información reservada, relacionada con el uso de Pegasus y las operaciones de inteligencia, ha causado un terremoto político y diplomático. Esta acción compromete la posición de Colombia en la comunidad internacional por la revelación de detalles confidenciales sobre el software Pegasus, información que estaba protegida por acuerdos internacionales de confidencialidad y por la ley de inteligencia y contrainteligencia (ley 1621 de 2013, artículos 11 y 38), de la cual fui ponente y coautor. Esta acción no solo fue imprudente, irresponsable y temeraria, sino que también demuestra una falta de comprensión de las gravísimas consecuencias que tiene la divulgación de información sensible, pero sobre todo la instrumentalización política de la inteligencia y contrainteligencia.
La revelación de estos datos no solo ha causado un daño irreparable a la credibilidad de nuestras instituciones, que costará muchos años recuperar, sino que también ha puesto en riesgo la confianza y cooperación con otros países y organismos internacionales; podría comprometer fuentes y métodos de inteligencia y contrainteligencia, investigaciones en curso, exponer a agentes y colaboradores a peligros innecesarios, y socavar la confianza de aliados internacionales en la capacidad de Colombia para manejar información clasificada.
Además, esta situación envía un mensaje negativo sobre la gestión de la seguridad y la política de inteligencia en el país. La falta de prudencia y responsabilidad en el manejo de información reservada puede tener consecuencias desastrosas, no solo en términos de seguridad, sino también en la credibilidad y la reputación internacional de Colombia. La protección de la información reservada debe ser una prioridad innegociable, y esto requiere un manejo responsable y ético de todas las herramientas y recursos a disposición del Estado. Solo a través de un compromiso firme con la confidencialidad y la prudencia se podrá garantizar la seguridad y el bienestar de todos los colombianos.
Es imperativo que el gobierno aplique la ley de inteligencia y contrainteligencia, entienda y tome medidas inmediatas para rectificar esta situación y restablecer la confianza de la comunidad internacional en nuestras capacidades de inteligencia financiera. La suspensión de la UIAF del Grupo Egmont debe servir como llamado de atención sobre la importancia de manejar con responsabilidad y prudencia la información confidencial, a través de protocolos estrictos para la gestión de información confidencial. La seguridad y defensa nacional no pueden comprometerse por decisiones políticas, temerarias, impulsivas y mal informadas.