Mi amigo, Pedro Sarmiento
Esteban Jaramillo Osorio
Pedro jugó su último partido con desventaja. Con el reloj en contra. La enfermedad que lo atacó no le dio tregua.
Dramático fue su día final, entre desfallecimientos, a la espera del último suspiro, con su familia en cerco hermético esperando el desenlace entre rumores, dichos y desmentidos, de la prensa.
Se diría que murió varias veces, por sus paros respiratorios en la mañana y en la tarde, después de una caída libre que empezó cuando le descubrieron la feroz enfermedad que minó su cuerpo.
Tramos largos y exitosos, tuvo Pedro en su carrera como futbolista y como técnico, con los honores del campeón y los sufrimientos de las derrotas.
Fue un futbolista combativo. Intenso, de temperamento. Así fue en la vida. Implacable en sus juicios, contundente con sus sentencias, táctico y estratégico en las canchas.
Sin rebusques en los discursos, con palabras simples, sin alardes pedantes ni egolatría compulsiva, sin obsesión por las tácticas rebuscadas o los dobles discursos que disfrazan las caídas. Algo tan común en los de su oficio.
No era rápido. Era intuitivo. No era técnico, era fuerte.
Pedro fue discípulo de Ochoa Uribe, Zubeldia, Maturana y de Bilardo. Compañero de aventuras de Bolillo Gómez y de grandes figuras de le dieron lustre a los torneos nuestros, como Willington Ortiz, Roberto Cabañas, Julio Cesar Uribe, “el pitufo”, Ricardo Gareca, Julio Falcioni, Cesar Cueto y Herman Darío Herrera.
Fueron tantas sus facetas de vida positivas. Las del luchador sin fatigas, de padre con respeto, de amigo entrañable. El aguerrido futbolista acostumbrado a robarles el balón a los rivales y a marcar territorio con sudor y con carácter.
En «terreno reducido» me narró miles historias. Tantas que fue insuficiente mi memoria. Jugué futbol con él, tiempos en los que me hizo confidente mientras rengueábamos siguiendo la pelota, con las rodillas arruinadas por el desgaste de las rótulas.
Me pongo de pie en su homenaje final. Incluyo unas lágrimas solidarias, con fraterno abrazo a su familia. Por Pedro, Crack de la vida, infatigable en los estadios. El que nunca quiso negociar los esfuerzos. Sin ser estrella, marcó una época en el futbol colombiano. Esteban J.