Edgar Sierra: el periodista que titulaba con tres palabras
Por: Guillermo Romero Salamanca
Miró la foto, le dio risa y escribió: “Niño tuvo niña”. Era el titular de una noticia para El Espacio sobre el nacimiento de una hija de Rafael Antonio Niño, el ciclista que más Vueltas a Colombia y clásicos RCN ha ganado. Así le gustaba titular a Édgar Sierra Anaya, un dinámico periodista sincelejano. Lector incansable. Estudió Filosofía y letras. Escribía a toda velocidad con dos dedos y hacía vibrar esa máquina de escribir por la fuerza con que azotaba esas teclas. Laboró en las décadas de los ochenta y noventa en El Espacio, donde logró cifras inalcanzables, vendiendo temas que iban desde la política, la economía, el deporte, los espectáculos y los temas judiciales. Su gracia estaba en titular con el mínimo de palabras porque debían ir en letra grande para que cualquier paisano que viera el periódico en un quiosco lo adquiera en minutos. Los redactores le llevaban sus escritos para que él los revisara, los analizara, les pusiera las tildes, les hiciera todas las correcciones posibles, pero, sobre todo, para que titulara. Alberto Uribe, el director del periódico, siempre supo que contaba con Édgar para esa específica labor. Édgar tenía la magia para ello.
Algo que pocos redactores han logrado con éxito. Con Alberto y un destacado grupo de periodistas y fotógrafos lograron cifras de impresión que llegaron a más de 500 mil ejemplares por día.
El periódico estaba localizado en la calle 26 arriba del aeropuerto Eldorado y la sala de redacción era amplia y muy iluminada. En una esquina estaba el escritorio de Édgar, el seguidor número uno de Diomedes Díaz. Usaba camisas de manga corta, de cuadritos, reclinaba al máximo su silla y descansaba. Otra de sus características era su fino sentido del humor. Siempre tenía la palabra precisa, el gracejo puntual para hacer reír. En los años 80 no era común que los artistas fueran a los medios de comunicación. Después de mi trabajo en Colprensa y Periódicos Asociados, Fernando López, director de promoción de Codiscos en esos años, me pidió que le ayudara con un trabajo de prensa para El Binomio en Bogotá. Llamé a Moisés de la Cruz, quien había sido promotor del Binomio en la Costa y me contó algunas historias. Luego contacté a Édgar Sierra, jefe de redacción de El Espacio para ofrecerle una entrevista en exclusiva con El Binomio de Oro. “¿Eso es una lotería?”, me dijo reventado de la risa. “Eso no me gusta. Ese vallenato romanticón no es de mi agrado. Tráigalos a ver qué pasa”, dijo. Salimos del hotel Bacatá con los ídolos rumbo al periódico. Les comenté que Édgar era extraordinario periodista, pero que no le gustaba El Binomio, sólo Diomedes Díaz. Para ellos representó un reto ir hasta las instalaciones del periódico y enfrentarse a un duelo de preguntas con Édgar. Cuando arribamos a sus oficinas, las señoras de la gerencia, contabilidad, redacción, impresión…se aglomeraron para tomarse fotos con Rafa e Israel, que les firmaran un autógrafo y les dieran, de pronto un beso o un abrazo. Fueron unos diez minutos en ese saludo protocolario, mientras Édgar, cruzado de brazos contempló la escena. Los presenté y de inmediato le dijo Rafael Orozco: “A mí también me gustan las canciones de Diomedes Díaz”.
–Ah bueno, dijo Édgar, comenzamos bien.
Édgar fue duro con sus preguntas, pero Rafa lo fue convenciendo con sus respuestas. Fue una charla de unas dos horas allí. Dos días después la respuesta fue impresionante: Portada y las dos páginas centrales. Por primera vez se hablaba así de un grupo vallenato en Bogotá.
Rafael estaba feliz con su nuevo amigo. Israel adquirió un buen número de ejemplares.
Muchas historias se escribieron gracias al teclado veloz de Édgar.
¡Qué bien se pasaba el tiempo con él! Además de ser un crítico, era un gran profesor. Ya pensionado, viajó a Cartagena, a vivir. Escribió su anhelada obra que tituló como “El festín de los cabrones”.
Este 6 de diciembre dieron la noticia de su fallecimiento. Sólo quedan palabras de agradecimiento por sus enseñanzas, sus crónicas, sus apuntes, su invaluable amistad y sus carcajadas.
El mensaje de un gran fotógrafo
Mis más sentidas condolencias para la familia de Édgar Sierra. Fue un periodista brillante y un editor excepcional, pero, sobre todo, un ser humano con una chispa única y un corazón generoso. Su pluma, siempre afilada y elegante, iluminó las páginas de El Espacio y dejó una huella imborrable en quienes tuvimos el honor de trabajar y compartir con él.
A su familia, le enviamos palabras de fortaleza y consuelo en este difícil momento. Édgar no solo fue un amigo entrañable, sino un maestro y ejemplo de integridad en su profesión. Hoy, sus amigos y compañeros lamentamos profundamente su partida, pero también celebramos la vida de un hombre que vivió con pasión y dejó un legado de inspiración.
Descansa en paz, querido Édgar. Tu luz seguirá titilando en nuestros recuerdos y en las letras que tanto amaste