domingo enero 26 de 2025

Para morderse la lengua

Esteban Jaramillo Osorio

Suele ocurrir. Sobre todo, cuando el mundo del balón gira al revés. Todos lo viven, se confunden y lo sufren. Goleada, como pesadilla, para el Once Caldas, con forzoso aterrizaje, sin atenuantes, sometido por Nacional que lo aplastó sin consideración.

Lo que hizo inválida aquella tesis de diciembre, que ganó fuerza en las calles con errónea perspectiva, de cara a la anterior final. El Once no tenía con que plantarle cara al campeón.

Nunca fueron halagadoras las predicciones en el último duelo. Los errores, repetidos y lamentados, se advirtieron.

El partido a los blancos les quedó grande. Como aquella tarde, ante el Tolima en Ibagué, en semifinales. Cuando el árbitro entró al baile y varios jugadores no supieron asumir el riesgo y la responsabilidad, por sus complejos de inferioridad.

Cuando el juego estaba en ceros, en un saque de banda favorable, el juez central Ulloa también incidió, como Hinestroza aquella vez, bajo el pretexto de revisar una mano en el área, a favor de Nacional que nadie vio. Al igual que un codazo descalificador de Mateus, que ignoró.

Aunque ya pasó, imposible es bajarle el efecto a la caída. Un desengaño. El Once se vio bloqueado, irresoluto, sin poder sobre el balón, con la portería en llamas cada vez que su rival lo atacó.

No estuvo la frescura del torneo anterior. Sus delanteros se engolosinaron con la pelota, ignoraron los desmarques de sus compañeros de ataque, con preferencia a los movimientos individuales.

Lo ideal en el futbol es recuperar, atraer, gambetear y resolver, con pases o con gol. Nada de esto se apreció.

En la elaboración no hubo un jugador distinto que destrabara el juego, que se convirtiera en el eslabón clave, capaz de un pase filtrado o un balón profundo para aclarar el camino. ¿Alguien vio a Dorrego? No son del paladar de Herrera, quien, en esa demarcación, como futbolista, deslumbró.

La carga del trabajo sucio fue para Mateo Garcia, pero no tuvo la influencia del pasado. Corrió desbocado, sin claridad.

Suicida es jugarle a Nacional con un solitario mediocentro.

Ni Alejo García, Ni Barrios, ni Beltrán, intrascendentes en la recuperación, como Mateo Zuleta Dayro y Contreras en la creación.

El ensamblaje esperado de los futbolistas incorporados, no se aprecia aún. Es el mismo futbol, con errores y pocos aciertos, repetido, monótono, sin sorpresas. Ninguno hasta ahora da la talla.

La mano de Herrera no estuvo. Tampoco la tableta de su asistente, de donde se quieren extraer las soluciones milagrosas cuando la cuesta se empina y el resultado va en contravía. No hubo equipo, el resultado lo demuestra, tampoco banco de entrenadores. Que mal se jugó. Esteban J.

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