¿Quién quiere matar a Trump?
Por Álvaro Ayala
Lo tienen en la mira y le apuntan desde las redes antisociales para incitar a que alguien dispare.
Se aproxima el lunes 20 de enero fecha programada para la investidura presidencial. Serán cuatro años de vértigo porque Donald Trump y Elon Musk, son fuertes activistas X. Juntos son dinamita. Los nuevos socios dan la impresión que nunca duermen. Sus seguidores se emocionan con lo que publican y los detractores se atrincheran para contratacar. Los tecno humanos apuntan a que será la primera guerra mundial en redes sociales.
Hay que hacer una pausa obligada en la novela negra de Maduro porque viene el segundo libro, Trump recargado modelo 2025. A partir de la próxima semana cuando se posesione como presidente de los EEUU, Donald Trump será objetivo de francotiradores y terroristas con un nivel de riesgo muy alto.
Los analistas dicen que la política es un deporte sangriento, por lo tanto, el nuevo mandatario es un tiro al blanco de los malandrines. Por su vida personal, empresarial y política genera odios y amores. EEUU está lleno de lobos solitarios que dicen venir del más allá para hacer justicia acá.
El último de ellos, Luigi Mangione, el sicario que ejecutó en Manhattan, Nueva York, al directivo de la aseguradora de salud porque no estaba de acuerdo con el trato dado a los afiliados. Al parecer el reclamo es justo y la justicia lenta. El asunto es que cuando se ejerce justicia por mano propia hay que pagar las consecuencias. La Constitución dice que fiscales y jueces son los encargados de esa tarea porque hasta hoy no han inventado algo mejor. Ojalá Elon Musk pueda dar en la tecla para perfeccionarla y con mejor tecnología apoye las investigaciones.
Todavía no han entendido que la campaña política acabó hace rato y que las mayorías apoyaron a Trump, sin dejar rastros de duda. Por fortuna son brutos, de lo contrario serían más peligrosos. Muchos malhumorados creen que los únicos con derecho a ganar son ellos. Cuando el rival vence es porque se acabó la democracia, los derechos humanos, el planeta, la justicia, las libertades y toda esa narrativa que da votos, pero no soluciones. Creen que orinan agua bendita y la de los republicanos contamina.
El año más caliente en la historia de la tierra fue 2024 y el presidente era Joe Biden. Durante su campaña prometió acabar con el calentamiento global y poner fin a las elevadas emisiones que lo generan. Ese grave problema no fue culpa del mandatario. Cuando este año suceda lo mismo con Donald Trump, o, peor, necesitaremos entender que la responsabilidad es de todos.
Muchos deberían someterse a una terapia de exorcismo para alejar los demonios de sus pensamientos y no contagiar a tanto loco armado que anda suelto, entrenado y con buena puntería.
Son varias las formas de atacar y cuando el terrorista se decide no hay FBI capaz de neutralizarlo. La nueva modalidad del conductor con carro embistiendo las multitudes tiene encendidas las alarmas y parece difícil meterle freno de emergencia.
Otra posibilidad de hacerle daño al jefe de Estado, es apuntando a su asesor Elon Musk. Antes de meterse en política todos lo querían. Ahora le salieron enemigos gratis por todas las redes del crimen. Atacando a Musk, perjudican a Trump.
Además, las declaraciones apocalípticas del presidente electo, no ayudan a refrescar el ambiente. Decir que se tomará el Canal de Panamá y comprará Groenlandia, pone en guardia a los que andan con las armas cargadas de balas y odio. Ya le dispararon, le pegaron el tiro en la oreja, pero lo dejaron escuchando el doble y con los ojos bien abiertos.
El día 1 de su mandato anunciará y firmará órdenes ejecutivas relacionadas con aranceles, inmigración, Inteligencia Artificial, microchips, criptomonedas, energía y seguridad. Ya veremos cuánto afecta el odio y el amor que le profesan.