viernes febrero 21 de 2025

Pertenecer a la memoria emocional de un pueblo es lo máximo: Rubén Darío Arcila

Rubén Darío Arcila «Rubencho”

Por Rubén Darío Mejía Sánchez

“Pertenecer a la memoria emocional de un pueblo es lo máximo”, dijo el locutor Rubén Darío Arcila «Rubencho” al ser preguntado sobre el legado que deja a la afición colombiana, luego de un gran trabajo hecho en la radio y en la televisión, cuando narró brillantes actuaciones de los corredores colombianos tanto en Colombia como en el exterior y principalmente cuando se colonizó a España por parte de los escarabajos.

La voz de Rubén Darío Arcila es una voz inconfundible, es una voz que penetra, es una voz que deja mensaje, es una voz que entretiene y es una voz integral, que a pesar de ser paisa es neutra y que entra a todos los sectores de la población, para dejar esos bellos mensajes de lo que hacen nuestros deportistas.

Recordar lo que ha hecho Rubén Darío Arcila en todos estos años de vida como profesional, llevaría para escribir una enciclopedia total, pero hemos querido conocer parte de su historia y de saber, qué es un hombre casado, pensionado, con cuatro hijos y satisfecho de un gran matrimonio con una mujer que ha sabido apoyarlo y estar a su lado, mientras que transcurre su vida profesional, porque Rubén Darío Arcila “Rubencho” sigue vigente. Ahora ya lo encontramos en YouTube todos los días a partir de las 5 de la tarde, en el programa “Directo y Sin Barreras” donde se habla de todo, principalmente de deportes, en especial del deporte de las bielas.

Más de 30 millones de colombianos sufrieron, lloraron y gozaron con el triunfo de Lucho Herrera, narrado en la voz magistral de Rubén Darío Arcila quien hizo vivir cada momento de la Hazaña del hombre de Fusagasugá en la madre Patria. La narración es agradable por parte de Arcila, a quien también se le llama el poeta de la narración, porque le gusta hablar y hacer poesía en el momento de sus narraciones, para que la persona no se quede en un letargo mientras escucha cada una de las transmisiones, sino que por el contrario se sienta agradable y con deseos de escuchar más.

Recuerda sus principios, que fueron cuando tomó parte en radionovelas que fueron lo fuerte de la Radio Nacional, cuando no había televisión y cuando la gran compañía era la radio, que reunía a todas las familias alrededor del aparato, que les contaba cosas misteriosas y que los hacía soñar con las grandes personalidades, los personajes y sus ídolos.

Rubencho ha hecho de todo en la radio, ha narrado fútbol, ciclismo y recuerda a esas grandes figuras de la narración colombiana, que fueron sus modelos y de quienes tanto aprendió para llegar donde está.

Está de acuerdo que el periodismo colombiano está tan descuadernado cómo está el país en este momento, pero tiene fe en el trabajo, la voluntad y la fuerza de los colombianos para que todo salga bien.

En medio de recuerdos, anécdotas y mucho más, pasó la entrevista con Rubén Darío Arcila, dejando muchas cosas por contar o como decían anteriormente se nos quedaron en el tintero.

Apartes del Reportaje con Rubén Darío Arcila “Rubencho”

Estos son los reportajes de reporteros asociados del mundo, donde tratamos los temas nacionales e internacionales, pero en los últimos días hemos tocado lo que sucede en la prensa y la radio colombiana, y hemos hablado con personajes de los diferentes sectores como del fútbol, de la política, y ahora vamos a hablar con alguien que sí sabe de verdad de ciclismo en Colombia y conoce qué es lo que sucede en el deporte, y además le vamos a pedir algo que nos analice el periodismo en Colombia. Hablamos del poeta Rubén Darío Arcila.

Rubén Darío, buenas tardes.

Qué tal, Tocayo, Rubén Darío, muy amable por invitarme, Reporteros Asociados del Mundo y a todo el grupo de amigos que tiene este espacio, pues aquí estamos para contarles y recordarles mucho de los momentos vividos. Esto pues ayuda a esta experiencia un poco a asimilar lo que en 50 años se aprende, y uno trata de contagiarlo, de entregarlo, de compartirlo, y agradezco mucho este contacto con gente tan querida de la ciudad de Manizales, donde tuvimos una radio legendaria, bueno, y él hace de Sancho Publicidad una de las agencias más importantes que se lleva en el país, de muchas cosas. Manizales del alma nos ha enseñado muchas cosas desde los tiempos de Transmisora Caldas, de Eucario Bermúdez, de Darío Hoyos, de todas estas cosas, está llena la memoria mi querido Rubén Darío.

Yo creo que recuerda a Jairo Eusse, ¿no? También sí, y Orlando Cadavid estuvo mucho tiempo también en Manizales. Él fue de Radio Manizales, donde tenía lo que se llamaba Crónica. Y también otro personaje fue Darío Hoyos. Rubén Darío, yo soy de Neira, y de Neira éramos Darío Hoyos, Hernando Giraldo, Yader Giraldo, y como cuatro o cinco más periodistas que se me escapan en este momento.

Rubén Darío, es que Reporteros Asociados del Mundo ha querido tocar estos temas del periodismo, por lo que está pasando en el periodismo no sólo en Colombia, sino en el mundo en este momento, con la inteligencia artificial, y con lo que ha pasado con toda esta cosa de la tecnología.

¿Cómo ve usted el periodismo en este momento?

Pues en una transformación total. Yo no sé en qué forma se estarán dictando las cátedras en las universidades en estos días, en los colegios de telecomunicaciones, porque la radio en AM se extinguió prácticamente. Entonces ya esas plazas que ocupaban los nuevos talentos que van llegando de la universidad no existen.

Esa oferta, que supuestamente en el imaginario se vende en algunas facultades, ya no existe. Yo recomendaría a los estudiantes de comunicación social, en estos tiempos, que se ayuden con otra carrera, que tienen que buscar una carrera alternativa. Además, porque ahora la primicia la tienen las redes sociales.

Esto cambió en tal forma, mi querido Rubén Darío, que un influencer que tenga 2 millones de seguidores, es más importante que el reportero que usted confía para cubrir determinada fuente. Entonces se han invertido bastante los valores. Y lo difícil que es contratarlos, que es tener un buen sistema de comunicación por las redes, porque ahora todo se controla también a través de las redes.

La tecnología nos cambió totalmente. Es decir, el ruidito, aquel orquestado de la Remington, de la Olivetti, no volverá jamás. Y el Linotipo tampoco. (El linotipo es una máquina de impresión que graba caracteres en metal para formar líneas completas. Fue inventada en 1886 por el relojero alemán Ottmar Mergenthaler), ni la hoja calientica, la cuartilla que entraba a la cabina. ¿Se acuerda? Que se necesitaba tener un muy buen locutor en la cabina porque se le entregaban calienticas que la tenían que leer de una, sin haberla repasado. Eran otros profesionales definitivamente, ¿no? Otra cosa que sucedía era que, por ejemplo, en el caso suyo, cuando se le entregaba la cuartilla, usted conocía el tema del que se estaba hablando.

Ahora muchos no conocen de qué es que están hablando. Exacto, para eso tuvimos verdaderos maestros de la locución, no solamente en radio, también en la televisión. No olvidamos nunca un Julio Eduardo Pinzón.

Usted le tocó Julio Eduardo Pinzón. Los hermanos Pinzón eran muy buenos, Sí, hermano de Carlos, que leía El Mundo al Vuelo, de Avianca.

A mí me tocó El Mundo al Vuelo, nos lo hicieron por allá en blanco y negro. lo pasaban también en las salas de cine.

¿Cómo no? Me tocó también Alberto Acosta. Alberto Acosta, otro tipo de periodismo. Y ahora, pues… A mí me tocó, interrumpiéndote, a mí me tocó ser patinador de Alberto Acosta en Medellín.

Alberto Acosta nació en Itagüí y tenía el noticiero A3, era así que se llamaba, Claro. A3 en televisión. Si no estoy mal, tenía una emisión como a las ocho de la noche o siete y media, y la otra a las once y media de la noche, y la leía Alberto Piedradita Pacheco.

Alberto fue su locutor oficial. Como en aquella época, esto es una anécdota, se licitaba, se arrendaban los espacios en televisión, el gobierno los arrendaba mediante un sorteo, ¿no? Todo el mundo enviaba su pliego. Y Alberto Acosta, él subió para la próxima licitación, ya tenía fama de periodista, de noticiero, y le dieron fue un horario por allá de las cinco de la tarde, imagínese.

Cinco de la tarde, para un musical. Entonces él dijo, me confundí, él era gago, ¿no? Medio tatareto, ¿no? Bien gago, bien gago. Yo creo que me confundieron, me confundieron.

Yo soy Alberto Acosta, y allá en televisión creyeron que yo era Alci Acosta. Yo no soy Alci Acosta para que me den un espacio musical a las cinco de la tarde. Sí, ese era otro de los periodistas de leyenda, mi querido Rubén Darío.

Bueno, ¿Rubén Darío Arcila cómo llegó a la radio?

Yo llegué como radio actor, porque a la radio no se llegaba tan fácil. Tenía uno que contar con la licencia, y era lo primero que le pedían. En la entrada igual, y era emisora, y tenían tres categorías.

El que tenía la categoría A, eran justamente los que leían noticias, porque como se encontraban con nombres en alemán, inglés, sabían decir Wagner, Beethoven, los pronunciaban, es decir, esos eran de la categoría A. Los exámenes se presentaban en el Murillo Toro, en Bogotá. Sí, en el cuarto piso, ¿se acuerdan? Sí. ¿A Usted le toco con doña Isabelita, la que asesoraba con esas cosas? Era muy famosa, sí.

Oye, era barba, peligrosa. Una llegada de provincia, uno llegaba de provincia todo asustado, porque si regresaba con la licencia, porque le daban hasta el número de una vez, yo recuerdo que el número mío era 2329. Entonces, si no tenías licencia, no había manera, no pasabas ahí de la recepción.

¿De qué otra manera, entonces, siendo radioactor?

Porque existían las radionovelas, en Medellín se grababan radionovelas en la voz de Antioquia, en la voz del Río Grande, la de Contralampa, y en la voz de Medellín se grababa Arandú, Felipe el Calabrés. 

¿Y qué le tocó grabar? ¿Qué recuerda?

Yo recuerdo, yo fui, bueno, yo terminé siendo narrador, y ahí viene esto del ciclismo y todo lo demás. Yo entré haciendo una vez un policía, pero uno engolaba mucho en esa época, se engolaba, las voces fueron un poco engoladas, casi todas, ¿no? Y uno trataba de hacerlo igual, pero lo primero que le decían a uno era hable natural, natural, suéltela, pero uno la amarraba para poder impresionar un poquitico al director que estaba allí haciendo el casting.

Ahí me tocó el policía. ¿Y cuándo aprendió a soltar el paisa? Ah, verdad, que ese es otro avance que tiene el locutor colombiano, es que logra achatar, digo yo, el regionalismo, ¿no? El tono de cada provincia. Entonces, las voces de los locutores de Colombia tienen fama por ser neutras, son voces universales.

Yo creo que a mí difícilmente me adivinan, con el tiempo algunos sí, pero el lugar de nacimiento de a Julio Sánchez y a Otto Greifestein, y le pasa Armando Plata, Gonzalo Ayala, son voces Miss Universo. Eucario, ¿se acuerdan de Eucario? Claro, Eucario Bermúdez en transmisora Caldas, cuando Luz Marina Zuluaga, cuando crearon ese cuento de Adas Tamborito, de Luz Marina Zuluaga, por votación popular, no por decreto, en esa época era por decreto porque mandaba Rojas Pinilla.

A mí me tocaba subir a Chipre a las cuatro y media de la mañana para el noticiero. El dueño de transmisora era un señor Don Ignacio, ¿no? Don Ignacio Bermúdez. O Escobar, ¿no? Escobar, perdón, Escobar.

Ignacio Escobar, creo, yo porque alguna vez me tomé un whisky con el señor y no lo olvido, lo mismo que a Arturo Arango, si no estoy mal, el de Sancho Publicidad, el fundador de Sancho Publicidad. Manizales ha sido, yo me acuerdo de una frase que inventaron en Manizales, o que crearon en Manizales para tejidos única, porque en este país se hablaba de Coltejer, como la gran cosa, y si no era Coltejer, era Fabricato, la tela de los hilos perfectos. Aquí en Manizales tenían tejidos única, y la frase era muy bonita, muy distinta, decía, tejidos única, lo hace un poco menos, pero lo hace mucho mejor.

Y Luker, ¿se acuerda de Luker? Ah, claro, chocolate Luker. La delicia en pasta. Son frases creadas ahí, en Manizales.

Y teníamos un chocolate Cruz, pero ese no me acuerdo de dónde era, chocolate Cruz, que era una época muy bonita. Cruz significa más. (Chocolate Cruz no es originario de Manizales. Según las fuentes, este chocolate es producido por la Compañía Nacional de Chocolates Cruz Roja, que fue fundada en Medellín. Los chocolates de mesa, como el de Cruz, se producen en la planta de Bogotá).

Ah, ¿sí? Otro producto. Otro producto. Para que vea que aquí terminamos hablando de chocolate y batiendo toda la tarde.Bueno, un chocolate en este momento caería delicioso.

Oye, Rubén Darío, hay una cosa. Yo lo conocí a usted en una vuelta a Colombia y me llamó mucho la atención.

Porque lo miraba y lo miraba como narraba. Y hasta, por cierto, yo tenía una columna en el periódico en el tiempo. Y resulta que coloqué en esa columna, que era de la vuelta a Colombia, coloqué una cosa que se llamaba Rudames y algo más.

Era donde yo contaba cosas aparte de lo que era de la vuelta. Y conté lo que me llamaba la atención de su voz y cómo se metía con las cosas de poesía y cómo hablaba de las cosas que estaba yendo alrededor. Y estuve, le voy a contar para que se aterre, estuve como tres años detrás de un reportaje suyo y siempre se nos enredaba.

Y nunca lo hice. Pero aquí estamos, aquí estamos. Siempre hay una primera vez.

Lo de la poesía, bueno, me viene un poco de la casa porque además de escuchar tangos en el barrio donde nací, mi papá se sabía de memoria la carta de Bolívar a Fanny. ¿Cómo se llama? Sí, a la prima Fanny Duvillar, es una carta hermosísima. Cuando está él a ocho días de morir, inspirarse en tal forma. Y mi papá se la sabía de memoria. Y también se sabía algunos poemas de García Lorca.

Entonces en la casa lo recitaba de vez en cuando, pero se oía muy duro porque tenía un trueno de voz. García Lorca, la casada infiel. Entonces en ese ambiente, más o menos, y hombre, que este país es un país de poetas por toda parte.

Hay verso, hay lírica. 

Cómo es lo de las páginas de los periódicos. ¿Usted cogía el asunto de los periódicos para poder contar a veces cosas? ¿Cómo era? Sí, a veces dan el hilo.

Por ejemplo, hay una narración muy famosa que está por ahí todavía, que es la de Lucho Herrera en 1987. A uno se le acaba el léxico muy fácil en ciclismo. En ciclismo se transmite tres horas, cuatro horas diarias.

Entonces uno termina siendo la muletilla que ustedes hablan de la repetición y se vuelve cansón. Si usted no se va refrescando un poquitico, la gente se cansa. Entonces para ese evento tan especial, que era ganar la Vuelta a España, uno tenía que prepararse de alguna manera lo mejor posible.

Cuando yo vi que ya era inminente, que ya el triunfo llegaba el otro día, ya eso no tenía… Era saliendo de Alcalá, llegábamos al Paseo de la Castellana. Entonces yo pedí permiso para ir a una librería cercana, acollado de Villalba, que fue donde terminó la penúltima etapa. Y allá me brindó una señora que estaba sola en la papelería y yo le dije yo, me toca hacer esto, transmitir para Colombia, hay mucha gente, es una responsabilidad.

Yo le conté toda mi historia y me dijo, ¿y en qué te puedo ayudar? Dijo, aquí usted debe tener unos folleticos de García Lorca, de Juan Ramón Jiménez. Espérate, yo apunto, Juan Ramón Jiménez, apunte. Antonio Machado, Miguel Hernández.

Yo no le dije más, Miguel Hernández, Machado, García Lorca, Juan Ramón Jiménez. Y yo de ahí arranco, ellos me dan la candela y yo sé después seguir. Entonces ella me trajo exactamente los folleticos que yo necesitaba.

No libros, momotrete grande, no, porque yo necesitaba algo más digerible, porque me tocaba leer, leer hasta la una de la mañana, dos de la mañana. Ir apuntando y usted va armando lo suyo con algo que encontró por ahí en el juramento a la alegría, por ejemplo, que está de Antonio Machado, parece. Entonces de ahí sacabas tú una frasecita, la vas ensamblando con otra, pero me faltaba el estribillo.

El estribillo es lo que queda pegado, lo que la gente va a recordar. Además, yo no quiero traer la palabra bien ajustadita. El estribillo no me llegaba, pero cuando estaba desayunando, el mesero se acercó.

¡Hey, colombianos! Sí, somos colombianos. ¡A celebrar el triunfo de Herrera! No ha terminado la carrera, todavía falta la etapa de hoy. ¡Hombre, que eso se veía llegar! ¡Ay, por ahí es! ¡Se ve llegar, esa es! Entonces yo tomé y ahí mismo apunté, ¡se ve llegar! ¡Se ve llegar! ¡Paso a la victoria! Y ahí la ensamblé y eso fue lo que quedó en la memoria, además de dos o tres cositas bonitas de Miguel Herrera.

Era que nos robarnos la lírica española, si se quiere entender así, para aplicarla a una transmisión de ciclismo, donde nosotros éramos los conquistadores, conquistamos una audiencia y estábamos a punto de cumplir los cinco siglos del descubrimiento de América, pero quisimos ser insolentes y hacer la conquista al revés. Por eso eso se recuerda y uno está en la memoria emocional del pueblo, que eso es lo máximo. Pero es que hay una cosa, ¿cuántas personas lloraron cuando eso? Ah, éramos 30 millones en esa época, 35 llorando.

Sí, daba para llorar yo. Hay gente que destapa su botellita de aguardiente y pone eso como si fuera un viejo bolero, ¿no? Se veía muy bonito el vuelo de las aves migratorias y aparece el lote en el fondo, ¿no? Sobre el Paseo de la Castellana se va acercando y es exactamente como un vuelo de aves migratorias que venían desde Benidorm, veníamos, ¿no? Y era el sueño cumplido, era superar un montón de complejos que teníamos. Nosotros no éramos la raza para triunfar en la Plaza de las Ventas y salimos como cinco veces con César Rincón del Cuelli.

¿Nosotros un tour? No, eso es para otra raza, es que nosotros somos de otra y resulta que con Herrera fuimos, con Parra fuimos podio, tercer lugar y después se nos volvió una costumbre ganar y ser segundos en una carrera que era para otra raza. Es imposible para nosotros, yo lo comparo con los toros, porque los mismos pensábamos antes de que aparecieras César Rincón, eso no es para nosotros. Eso de la maestranza y las… Y llegó César Rincón y acabó con ese cuento y llegó Herrera y acabó con ese cuento y Pambelé ya había dado más de un puñetazo por ahí y Cochise Rodríguez y todos ellos contribuyeron a sacarnos de ese complejo de que no tenemos ropita para eso, que nos faltan cinco para el peso, que eso suena muy triste.

Rubén Darío, hay una cosa que me llamó mucho la atención, ¿cómo llega usted a las Grandes Ligas con esas voces tan extraordinarias, tan fuertes que había en el ciclismo colombiano? Porque la única voz de chillona era del maestro Arrastia, pero las otras, don Alberto y el resto de gente, Darío Álvarez y todo ese mundo de gente tenían unas voces perfectas. Sí, sobre todo que es una tarea muy difícil porque vas en una escotilla arriba, recibiendo el aguacero, recibiendo el sol, o sea que necesitas cierto fierro, como el que tenía Piedradita, cierto fierro, y el mismo Carlos Arturo. Pero es que Carlos Arturo no gritaba tanto, ¿no? Carlos Arturo era más delicado, más sabroso, muy sabroso, es que narraba Carlos Arturo solo.

Sí, delicioso, era un tonito muy alegre, pero sin gritar, sin fastidiar el odio. Es decir, no le molestaba a las señoras ni a los señores. Y era un eco en todo el país.

Él le metía verso también, poesía, y él bautizó los pueblos. No se le olvide, Rubén Darío, que él bautizaba Anserma Santa Ana de los Caballeros, Buga,Remanso de Paz en el corazón del valle. ¿Cómo fue que le dijo? ¿La Villa de los Ingrumados? La Perla del Ingruma y los remoquetes eran más bonitos que los pueblos. Eran unos… ¡Ay! Además eran los ciclistas. A los ciclistas también él los bautizaba.

Yo recuerdo mucho y la gente también. El Príncipe Estudiante. Hernán Medina Calderón.

El Refuego. Ramón Hoyos Vallejo. Y así él iba dejando su impronta.

También narraba fútbol. Él fue el pionero. Era un actor muy querido y era cantante.

Era boxeador. Cuando estaba joven fue boxeador. ¡Ay! Y empezó el Manizales.

Ya que estamos aquí hablando con Rubén Darío. Ese también despegó fue el de Manizales. Sí o no.

Yo tuve la oportunidad de hablar con él como una semana antes de morirse. Que estaba en el hospital de San Ignacio. Recuerdo que un día sentado ahí al borde de la cama me decía Rubén Darío ¿Uno se pone a subir a esas faldas de Manizales? Pero hay una cosa que no me gusta de Manizales.

Que le hayan dicho que era feo, fanático y faldudo. Porque es que yo no le veo eso a Manizales. Digo yo adoro Manizales porque me dio la mano.

Pero es que él nunca perdió. Le cuento nunca él perdió la voz. No, no.

El siempre habló en ese tono. Hasta que murió tenía la misma voz y la cola.

Y es curioso las comparaciones son odiosas. Pero uno lo oye hablar a usted cuando narra y cuando habla y tiene una voz igual a lo que le pasaba a Carlos Arturo Rueda. Yo tuve al campeón, sí le decíamos al campeón Rueda, en el móvil.

Una vez me propusieron en RCN que si podíamos llevar a Carlos Arturo. Pero ya le estaba un poco retirado. Y dije pues que eso para mí es una condecoración.

Llevar a Carlos Arturo y lo llevábamos en la parte baja como el gran personaje. Como si llevara su propia carroza. Ese homenaje.

Y después yo le hice un reportaje donde me contó su vida como boxeador. Era cantante cruner que llaman. Esos cantantes que uno no los ve.

Que están como por ahí escondidos detrás del piano. Y eso también vivía el campeón Rueda sí. Y luego ya empezó a ser el narrador número uno de este país.

Y todos quisimos ser Carlos Arturo Rueda. Desde Piedra Higuita, bueno Gabriel Muñoz era contemporáneo. ¿A usted no le tocó subirse a los árboles como a Carlos Arturo? No.

Bueno, después de pronto sí porque en el fútbol yo fui a compañía nacional y a Medellín por todo el país como visitante. En sus partidos de visitante. Y de pronto había dificultades en algunos estadios para transmitir.

Entonces hay que tirar mucho cable. ¿A usted no le tocó tirar cable? Con línea de 500 por encima del muro. Y todo.

Entonces algo nos tocó. A mí me tocó con el Patico Ríos. El Patico que regularmente buscaba a un locutor en cada plaza para que le leyera las cuñas.

A mí me cogió un día y me dijo ¿Usted qué está haciendo mañana? Y le dije, no voy para el estadio. Me dijo, no camine para Ibagué. Y me fui para Ibagué.

El Patico vestía como como dicen en Bogotá, como un filipichín. ¿Es que dicen? El de chalequito.

Muy elegante. Era un personaje muy querido además. Por ahí tiene sus anécdotas.

El Patico Alberto Ríos García. Pero tenía un metro con muchas medidas, ¿no? Era… La pelota pasaba exactamente a 4 centímetros. Era muy mentiroso.

A 7 centímetros de la portería del Palo Sur. Y metía sus cañazos, pero la gente lo celebraba. Le encantaban esas mentiras piadosas del Patico Ríos.

Y hace rato nos dejó, entre otras cosas. Sí, ahí me tocó llegar con unos galanes del micrófono tremendos. No era fácil.

Imagínense, Piedradita. Gabriel Muñoz López. Armando Moncada.

Armando que era muy bueno, ¿no? Armando Moncada Campuzano. Estaba Perdomo Che. Pastor Londoño.

El pastor todavía daba sus meticas volantes por ahí, transmitía sus Alberto Veo Cinco. Que fue un engrase muy célebre del famoso pastor. Y al lado… Un señor que era de Armenia y tenía una discoteca ahí en la carrera séptima con 22.

Y él siempre era el que le hacía el engrase al pastor Londoño. Era una cosa tremenda con él. ¿No era uno de apellido Domínguez? La Campana.

Discoteca La Campana sería. Discoteca La Campana, ¿no? Bueno, de Armenia, Henry Pineda, de Perdomo nos acordamos. No, él era de Armenia, pero el negocio lo tenía en Bogotá.

Era una discoteca. Ah, la de Faes. Faes Osuman.

La de Faes Osuman. Sí. Y cómo no.

Pastor vivió muy solo en Bogotá. En esa época, digamos que muy recordada por todos cuando trabajó con Perdomo, Peláez, Trapito, William Vinasco. Así que tenía una nómina espectacular.

Pero en Bogotá cuando apagan las luces del estadio y uno no es de allá o no tiene familia, se queda muy solo. Demasiado. Es una soledad terrible.

Y un domingo solo en Bogotá, a uno le dan ganas de suicidarse. Sí. Él se tomaba el último café en la parte de abajo del estadio, ¿se acuerda? Sí.

Llamaba a esa señora que nos daba más café del que le quedaba después del partido. Y a él siempre le daba en su tacita grande en un aguardiente. Pastor Iza fue muy buen locutor y vocalizaba y le renovaba el léxico.

Se casó con Doña Teresa Restrepo que era una gran actriz por allá en los tiempos de la voz de Colombia. Y Pastor viene desde el 48 narrando. Venía pues porque ya se marchó.

Nosotros le hicimos la última entrevista. Ya está cumpliendo ¿cuánto? ¿91 o 92? Claro. Él narró cuando yo estaba naciendo.

Sí. Sí, sí. Sí, él ya era la figura.

Cuando nosotros apenas estábamos tomando un tetero, él ya se mandaba más de un guaro para transmitir. ¿Qué ha tenido Colombia Rubén Darío? ¿Quién? ¿Cómo? ¿Cuál es el mejor narrador que ha tenido Colombia? Carlos Arturo Rueda. Los locutores es que es tan difícil elegir al mejor.

¿No sería Otto Grefgstein? Otto Grefgstein en la parte comercial. Hay voces de estudio de cabina como la de Otto. Juan Harvey.

Juan Harvey también. ¿O cómo le parece la de Gonzalo Ayala? Jaime Martínez que no es tan famoso, ya murió. Jaime Martínez era el que daba los cambios en los Panamericanos.

Todelar Olímpico. ¿Cómo es? Adelante en baloncesto. Él era el que grababa los separadores.

¿Alguna vez de Milton Marino? Claro, nos oyen y nos creen. ¿El pastuso? Claro, cómo no. Era un zorro de voz y narraban radionovelas.

Creo que alcanzaba a narrar radionovelas. La frase nos oyen y nos creen pero con un bajo profundo. ¿Era Pastuso? Era Pastuso porque después cuando yo hice la segunda voz de eso, nos sentamos un día y hablamos y me dijo Rubén Darío ¿Cuándo vamos a Pasto? Pero él era muy neutro en su voz.

Dijo, no, es que yo soy Pastuso y me quedé aterrado. Era voz neutra. Era voz universal.

Sí señor, como Chente Cortés. Chente Cortés también es Pastuso. El famoso locutor de Caracol.

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