jueves julio 25 de 2024

Pastrana desmiente versión de Victor G. Ricardo sobre episodio de “la silla vacía”

08 octubre, 2014 Generales, Política

_Apenas conocerse la versión que entregó Victor G. Ricardo sobre el episodio de “la silla vacía” en el frustrado proceso de paz con las Farc en el Caguán, Caquetá, el expresidente Andrés Pastrana salió a desmentirla.

“Lo dicho por Víctor G. Ricardo, además de mentiroso, es absurdo”, escribió Pastrana en en su cuenta de Twitter, para desmentir lo que dijo Ricardo de que el expresidente conservador supo de antemano que el máximo cabecilla de las Farc, alias Manuel Marulanda Vélez o “Tirofijo”, lo iba a dejar plantado.

El proceso de paz con las Farc, promovido por Andrés Pastrana se produjo en la zona de distensión o de despeje que decretó el mismo expresidente y que se extendio 42 mil kilómetros, abarcando cuatro municipios de Meta y uno de Caquetá. Las conversaciones se realizaron entre noviembre de 1998 y febrero del 2002,– 3 años y 3 meses –, prácticamente el mismo periodo en el cual ejerció Pastrana la jefatura del Estado. Se rompieron tras una oleada terrorista de las Farc que incluyó matanza y secuestro de políticos. Concretamente, Pastrana dio por terminadas las negociaciones y la la llamada “zona de distensión” el 20 de febrero del 2002, a raíz del secuestro del senador huilense Jorge Eduardo Gechem.

Qué fue lo que dijo el excomisionado Ricardo.

“Yo y, desde luego, Andrés Pastrana sabíamos que Marulanda no iba a asistir. Desde luego eso hizo daño al proceso, pero no podíamos como gobierno salir a justificar esa ausencia, por eso nunca se dijo y yo he sido muy parco, cuidadoso y reservado, hasta ahora que lo estoy contando”, afirmó Victor G. Ricardo en una entrevista que le hizo la revista de la universidad Politécnico Grancolombiano, ‘El Poli’.

En su página web Ricardo reprodujo el siguiente recuento sobre lo que intitula:

LA RAZÓN DE LA SILLA VACÍA EN LA INSTALACIÓN DEL DIÁLOGO CON LAS FARC:

En el diseño de la instalación de los diálogos con las FARC se involucró a una serie de personas para que presenciaran el acto previsto. Pero, desafortunadamente, ocho días antes de realizarlo se detectó la presencia de tres paramilitares en la zona de distensión, que tenían como objetivo asesinarme a mí, con el propósito de que se rompieran estos diálogos. Lógicamente, si en esa zona donde solamente había guerrilla aparecía asesinado el Alto Comisionado, la gente supondría que la responsabilidad era de las FARC, lo que llevaría al rompimiento del proceso. Cuando se pudo hablar con uno de los tres paramilitares que tenían esa misión, pues los otros dos nunca fueron localizados, declaró la intención de asesinar al Alto Comisionado y que si el hecho no acababa con los diálogos, procederían a atentar contra Manuel Marulanda el día de la instalación.

Este fue el motivo por el cual Manuel Marulanda dijo que no asistiría a la instalación. Me hizo saber que consideraba que no debía asistir. En primer lugar, me solicitó tomar todas las medidas para que yo no fuera asesinado, ante el riesgo que corría en la zona de distensión. Las FARC reforzaron la seguridad en donde me encontraba. En segundo lugar, me dijo que consideraba no oportuno asistir al acto porque él no era quien iba a asumir las conversaciones sino que la guerrilla iba a estar allí presente a través de sus negociadores, previamente designados. Aclaró que el proceso de paz no era con Marulanda sino con una organización y que allá estarían los miembros de esa organización, de forma que más bien no asistía para evitar que de pronto sucediera algo y se acabara el proceso. Le hice algunas reflexiones, le dije que era muy importante su asistencia, que era el símbolo de la guerrilla, que se requería su presencia ante la asistencia del Presidente de la República y que todo el mundo lo esperaba.

Desafortunadamente, no lo convencieron mis argumentos. Sin embargo, creo, por supuesto, que cuando uno no ha estado en armas, no ha disparado, ni ha visto gente caer al lado, toma mayores riesgos, mientras que quienes han vivido una vida en la cual saben que la muerte puede estar cercana no toman los riesgos de esta forma. Finalmente, me reiteró que no asistiría porque no iba a poner en riesgo el proceso de paz, que allá estarían los comisionados de la guerrilla y que sería numerosa su presencia. Así se lo hice saber al señor presidente Andrés Pastrana, en ese momento. Por eso, con anticipación, sabíamos en el gobierno que Manuel Marulanda no iba a asistir al acto de instalación de los diálogos.

En el momento de la adecuación del sitio donde se instalarían los diálogos anhelábamos que a última hora Marulanda reconsiderara y se hiciera presente, pero digamos que teníamos la notificación de que no asistiría. Por tanto, el día de la instalación, algunas personas consideraron muy importante, de todas maneras, dejar dispuesta la silla de él, por si venía, lo que originó la famosa foto de la silla vacía; la que creo que le hizo mucho daño al proceso puesto que le quitó credibilidad. Y esa falta de credibilidad la interpretó la guerrilla como oposición al proceso, lo que no convenía a la dinámica iniciada.

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