El fútbol está transformando vidas en Colombia; jóvenes cambian drogas y armas por un balón
Según un informe que publica el influyente diario español “El País”, “el fútbol está transformando vidas en Colombia” y ubica como epicentro de este fenómeno a la ciudad de Cartagena, donde se cambian drogas y armas por un balón.
El reporte del periodista Adrián Suárez establece que el fútbol no solo ha cambiado la vida de “los profesionales que tanto brillaron en el Mundial de Brasil, que en muchos casos pasaron de niños de la calle a multimillonarios”, sino “también a comunidades enteras a las que el deporte ha dado nuevas oportunidades y alejado de la violencia”.
Al efecto resalta que hay casos extremos y cita el caso de Juan Guillmermo Cuadrado, jugador internacional, quien vivió a los cuatro años de edad la muerte de su padre a manos de grupos insurgentes y, años más tarde, debido a la inseguridad de la región, madre e hijo quedaron separados.
Igual caso de su compañero de selección Juan Fernando, “quien se crió en la peligrosa Comuna Trece de Medellín, estigmatizada por la violencia, en donde el destino de la mayoría de los niños es el de el abandono escolar y la inserción en alguna de las pandillas del barrio en donde los malos hábitos son la nota preponderante”.
Son ejemplos vivos –subraya–de cómo el fútbol puede cambiar existencias en un país que tiene que hacer frente a numerosos problemas internos como las guerra de guerrilleros, los grupos paramilitares y los carteles de la droga, que “han obligado a millones de colombianos a desplazarse del campo a las comunidades suburbanas empobrecidas y con un nivel de desempleo alto para salvar sus propias vidas”.
Se refiere a los habitantes que habitan El Hoyo Kennedy, en la capital de Bolivar, que viven en casas de tablones de madera en donde no llega el agua corriente y reseña: Es un lugar en donde el orden y las leyes desaparecen, ya que ningún cuerpo de seguridad policial llega hasta él. Todo se mantiene en una aparente tranquilidad, pero con cada cruce de miradas se percibe la tensión en la que se vive.
“En estas comunidades–continúa diciendo– diferentes organizaciones trabajan utilizando el fútbol como herramienta fundamental de enseñanza para intentar solucionar los principales problemas de los jóvenes que se ven involucrados en el tema de la drogadicción, del pandillismo, el alcoholismo, los embarazos prematuros y la violencia intrafamiliar.
“No tienes nada por qué preocuparos aquí, la ley soy yo”, asegura Fredy Ramos, un joven negro de 20 años, quien era el líder pandillero de la zona.
“Yo antes era un joven de guerra. Mi misión y mi visión era la de sobrevivir o morir, ese era mi único pensamiento, el de que me acabaran a mi o que yo acabara con la vida de otra persona”.
Sin embargo, un día, el fútbol llegó a su vida a través de la ONG World Couch Colombia, que al igual que como otras como One World Fútbol, Fútbol con Corazón, Colombianitos o Conexión Colombia, consideran el este deporte como una herramienta poderosa porque brinda unas posibilidades pedagógicas formidables para poder trabajar con los niños y adolescentes. Se trata de uno de los pocos deportes que permite poner a jugar a una gran cantidad de niños a la vez, con un presupuesto mínimo: cuatro piedras y un balón.
“Se trata de un deporte que mueve masas, pasiones y es uno de los más populares en el mundo a través del cual encontramos un espacio en el que los niños se sienten atraídos, van a ser queridos, van a ser tomados en cuenta y a partir de ahí nosotros podemos ayudarles, inculcándoles valores para la vida y para que puedan convivir de una manera sana y alegre”, asegura Adalina Castillo trabajadora social de World Couch Colombia.
Por otro lado también se han desarrollado los programas para el progreso de los jóvenes, que motivan a los niños a que asistan al colegio y tengan un buen rendimiento escolar, convirtiendo el fútbol en un premio final de cada día, una recompensa al compromiso con el estudio y, por otro lado, dotándoles de las herramientas necesarias para que en un futuro puedan tener un trabajo digno o la posibilidad de continuar sus estudios a nivel técnico o universitario.
Sin embargo algunos de estos jóvenes, aquellos con mayor liderazgo, terminan desarrollando los programas de líderes de comunidad o, como les gusta decir a ellos, los programas de “guerreros del fútbol”, en donde se convierten en nuevos profesores de las ONG. De este modo, las propias organizaciones se nutren de los jóvenes que en un primer momento necesitaron de su apoyo para seguir desarrollando los diferentes programas. Unas personas que conocen las dos caras de la moneda y que pueden servir de ejemplo para muchos de los niños de la comunidad.
“Es tarde y el sol comienza a caer, por lo que no es conveniente permanecer en la calle. Sin embargo toda la tensión desaparece en el momento en que el primer balón comenzó a rodar y junto a él gran cantidad de niños, a ritmo de carcajadas, comienzan a jugar. Dentro de la cancha nadie le debe nada a nadie, no existen los rencores, ni las venganzas, ni las amenazas y, mucho menos, la violencia, sino que todo se cambia por adrenalina y buenas energías, un ejemplo para toda la sociedad. Tal vez, alguno de ellos llegue a convertirse en el futuro en el nuevo Juan Guillermo Cuadrado o Juan Fernando Quintero dentro de la selección colombiana, pero lo que sí se puede decir con certeza es que, gracias al fútbol, todos ellos quizá tengan un futuro mucho más prometedor”, concluye el informe.