lunes noviembre 25 de 2024

*Tambaleante, furioso. *

Por Esteban Jaramillo Osorio.

Hablemos de Millonarios. Cuando gana ensordece con sirenas, cuando pierde incendia el ambiente. Produce más ruido en la caída que en las victorias, sus rivales.

Ni champaña, ni caviar por un título imposible. Ni pavo, ni pollo. Fue una morcilla fría, amarga al final.

Millonarios soñó, a lo largo del año, apoyado en las estadísticas que, sin juego, se desinflaron. Todo lo que prometía desde lo alto de la tabla, se cayó como un castillo de naipes.

Un grande eliminado.

Asfixiado, sin recursos técnicos o tácticos, sin la motivación convincente, sin confianza, sin nómina calificada… Sin responsabilidad y compromiso.

Dominado por los demonios del balón que irrumpen sin ser esperados.

Terminó Millonarios en abierta rivalidad consigo mismo, porque los peores problemas los tenía adentro y no con los rivales.

Esa conflictiva sensación de amor, por la tradición, por el corazón, por la bandera, y el desprecio por la caída, se percibe entre los hinchas que, adoloridos, se resisten al descalabro.

¿Qué paso?

El marco argumental del juego de Pinto, se fue debilitando por las diferencias con sus subalternos, las que siempre se negaron. Tipo frio Pinto, ético, de carácter tempestuoso, inexpresivo en las emociones de sus futbolistas, acostumbrado a reprender en público, con formas antiguas que ya han caducado. Sembró de nerviosismo el ambiente con un estilo sargentón, que tanto daño le ha causado.

Persiguió solo el juego de resultados, y por la nómina que aprobó, desecho la estética o el gusto por la pelota, lejos del toque exquisito que celebra la tribuna.

Las grietas en las gradas, con desaprobación, se sintieron pronto, las mismas que se veían en la estructura de juego que se montaba.

Se le veía dudoso, perdido en la mirada, bramando, provocando, peleando con unos y otros: con los rivales, con los árbitros, con Dimayor, con los futbolistas y periodistas.

Los jugadores no tuvieron casta para competir, ni clase para jugar. Algunos no merecen estar en el club. ¿Quién los eligió? Se veían amarrados, sin frescura, nerviosos. Varios se marcharon hastiados y otros, sin carácter en la adversidad, rebajaron su producción.

Cierre de un ciclo con viaje poco placentero, en el que víctimas son todos.

Buen tipo Pinto. Sabe y estudia. Pero debe replantearse formas de manejo. Millos, como un grande, debe entender que tropezones hay en la vida. Las soluciones están en la prudencia, la claridad en la reingeniería, los cambios radicales consensuados y estudiados y la conformación de una nómina calificada. Nunca con bandazos por caprichos o decisiones apresuradas.

Claro se ve que Pinto no sigue, porque el proyecto tiene fracturas irresistibles, está demasiado debilitado. El mismo lo acepta, fiel a su estilo de vida.

Esteban Jaramillo Osorio

Twitter: @estejaramillo

Share Button