Entrevista de Édgard Hozzman con Alberto Piedrahita Pacheco
Por Edgard Hozzman, de Pantalla & Dial
Alberto Piedrahita Pacheco es una enciclopedia viviente de la radio. Su potente voz retumba al otro lado del teléfono. Contesta de forma rápida y su tono es inconfundible. Suena como si estuviera narrando una competencia ciclística o como uno de los más prestigiosos presentadores de televisión y eventos sociales.
Durante 30 años fue protagonista de los programas deportivos. Hace dos años, le entregaron el “Caracol de Caracoles” por su insuperable labor en la cadena. Ha recibido reconocimientos por parte de la Acord, de los colegas y de los medios. En su casa habla con sus nietos y les cuenta historias de cómo se transmitía hace 50 años. Escucha boleros.
Sale a caminar, se encuentra con sus amigos, dialoga acá y allá, saborea un tinto y otro. La gente que pasa por allí lo reconoce, por su elegancia, su peinado y su voz de trombón, como le calificara el inmortal Lucas Caballero, “Klim”.
El general de la radio, el padrino, el hombre de la sintonía, de la Barra de las 13, de los comentarios punzantes, del millón de anécdotas, de la carcajada profunda, es perseguido por jugadores y personajes para brindarle noticias.
El maestro, el hombre que arriesgó su vida en las transmisiones radiales, que hizo grande a las tres cadenas, es amable al contestar las tímidas preguntas del periodista. Amable con su interlocutor, ayuda con recuerdos, con la nota, mantiene su mente en la cabina, recordando. Toda esa sabiduría perdura. En pocos minutos congrega seguidores. La experiencia no se improvisa. En su hoja de vida figuran más de 10 mil programas deportivos. Es la voz del deporte.
Sueña con la paz. “¿Quién no la quiere?”. Y más él, pacificador, conciliador, aunque tenga que decirle pan al pan y vino, al vino.
–¿Quién lo comenzó a llamar como el padrino?
–Desde el día inmediato en que fui padrino de matrimonio de mi hermano del alma Juan Harvey Caicedo.
–¿Cuántos ahijados son en total?
–El número no importa sino la calidad de los ahijados.
–¿Sus ahijados los respetan, le envían su detalle de fin de año?
–Por supuesto que sí, acompañados de una llamada telefónica, donde me encuentre.
–¿A quién no le apadrina nada?
–No recuerdo, pero a nadie me le he negado apadrinar.
–¿Cuándo comenzó en el oficio pensó que llegaría a ser un personaje tan importante para la radio colombiana?
— Pues empecé como cobrador en una estación de radio en Bogotá, que funcionaba en los sótanos de la Av. Jiménez , que se llamaba Emisora Panamericana y Azul K, y día a día procuraba hacer lo mejor que el día anterior.
–¿Quién era su modelo en radio?
— Son muchos, con especial deferencia mi compañero de mano Juan Harvey Caicedo.
–Usted ha narrado decenas de eventos deportivos, pero ¿cuál ha sido en inolvidable para usted?
–Son innumerables los eventos pero en especial las Vueltas Colombia en bicicleta en las que tuve la oportunidad de asistir, en especial en la que me accidente con el trasmóvil de RCN en la Línea,
siguiéndole la huella al cóndor colombiano, Álvaro Pachón.
–¿Qué aprendió de Julio Arrastía y de Carlos Arturo Rueda?
— Del viejo macanudo Julio Arrastía fue mi maestro en ciclismo y el Campeón Carlos Arturo Rueda en fútbol, y otros deportes, que en paz descansen los dos.
–¿Todo tiempo pasado en la radio era mejor?
–No técnicamente, pero el idioma que se manejaba en diferentes programas era superior en respeto y educación por el anciano, la mujer y el niño.
–¿Qué le gustaba de ser maestro de ceremonias?
–El roce social con personalidades de la cultura, la política, la belleza y los mismos medios de comunicación.
–¿Cuáles han sido, en su opinión, los mejores narradores de fútbol?
–Carlos Arturo Rueda C, Marco Antonio Bustos, Pastor Londoño Pasos, Armando Moncada Campuzano, y créame que en Colombia hemos tenido y tenemos muy buenos narradores deportivos en el campo nacional e internacional.
–¿Qué no olvida de su primera transmisión de ciclismo?
–El estado de las carreteras. Eran todas destapadas y no se encontraba un solo centímetro de pavimento, y no olvido a la mamá del indomable Efraín el zipa Forero quien viajaba en una camioneta para prepararle los alimentos a su hijo, tampoco olvido los hoteles de esa época, que no eran cinco estrellas sino cinco cucarachas.
–¿Son mejores los deportistas de ahora que los de hace 50 años?
— Hoy en día hay más adelanto en los implementos deportivos, mejores técnicos y mejor forma de prepararse para cualquier competencia deportiva.
–¿Cree en la dirigencia deportiva?
–La Barra de las 13 hizo celebre la frase que dice “Colombia necesita escuelas de capacitación para dirigentes deportivos”.
— ¿A quién le gustaría cantarle la tabla de frente y por qué?
–Cantarle la tabla a una persona da menos resultados, es mejor llamarla por las buenas y decirle la verdad de que errores está cometiendo.
— ¿Cómo preparaba sus dos únicas preguntas que hace en la Luciérnaga a las seis de la tarde?
–Esa preparación era entre el Dr. Peláez, el Maestro Gardeazábal, el catedrático Pascual Gaviria y el libretista de la Luciérnaga, Jairo Chaparro.
–¿Se acuerda aún de los chistes de Cochise?
–Pero como no, Martín, además de ser un campeón mundial, es una cajita de música, en todas las competencias las matizaba con sus buenos apuntes.
–¿Cuántas veces recorrió a Colombia al lado de los ciclistas?
–Es muy difícil tener esa cuenta con tantas Vueltas Colombia, Clásicos RCN, Vueltas de la Juventud, e innumerables clásicas regionales.
–¿A qué ciclistas les puso sobrenombre?
–De los que me acuerdo en estos momentos, el ferreterito Gustavo Rincón, El cóndor Álvaro Pachón, el interminable Carlos Montoya, el escalador de América Javier Suárez, el águila negra de Cundinamarca Jorge Luque y muchos más.
–¿Añora La Barra de las doce?
— Por su puesto, mucha nostalgia después de más de treinta y dos años de estar al aire.
–¿Quién ha sido su mejor alumno?
— Han sido muchos, William Velandia, Carlos Julio Guzmán, Pedro Gonzáles don Jediondo, Miguel Odolfo Cote y la lista es innumerable.
–¿A quién escucha en las mañanas?
–A Narda Guarín, el Dr. Darío Arizmendi y a Gustavo Gómez.
–¿Cómo fue su primer Tour de Francia?
–No es para aprender, pero me quedó para el recuerdo la pregunta que me hizo un periodista francés mientras estábamos en transmisión: “¿pero en Colombia si hay luz a esta hora?”.
–¿Cuál ha sido el cantante o la cantante que ha presentado que más ha admirado?
–A Libertad Lamarque, la cual presenté una noche en el teatro Faenza de Bogotá.
–Maestro, en sus ratos de descanso, ¿qué canción escucha y hace repetir una y otra vez?
–Una con ritmo de bolero, Anoche hable con la Luna.
–¿Ha escuchado La Ventana, programa de Caracol que emiten como a las dos de la tarde y que en otra época fue el número uno de las tardes?
–En algunas ocasiones, dependiendo el horario de trabajo.
–¿Les apadrina todo a los políticos de Colombia?
–NO SEÑOR.
–¿Está de acuerdo con el matrimonio gay?
–DIOS me ampare y me favorezca, no, no y no.
–Estuvo en las grandes cadenas, ¿cuál fue la más significativa para usted?
–Para mí todas han sido significativas, cada una me dejó una grata enseñanza.
–¿Su elegancia es hereditaria?
–Sí señor, de mi padre.
–¿Sus nietos saben de la importancia de su abuelo?
–Claro, por las entrevistas y fotografías hablamos continuamente de los medios.
–¿Qué historias les cuenta?
–De cuando yo era joven y estudiaba como interno en un colegio de Bogotá, no tenía en la semana, sino una hora de visita.
— ¿Cree que habrá paz en Colombia?
–Las ilusiones sobre la paz nunca se pueden rechazar. Todos los colombianos la anhelamos.
–¿Es mejor un aguardiente o un whisky?
— Es mucho mejor, una de guaro y una de whisky.