El Ojo del Halkón Fútbol en familia y sin violencia
Por: Rubén Darío Mejía Sánchez
BOGOTA, 19 de enero de 2020 RAM_ Cuando estamos a pocas horas de iniciarse la Liga del Fútbol Colombiano, vale la pena reflexionar sobre asuntos importantes que suceden en este deporte y principalmente en los escenarios deportivos, como son los estadios.
A pesar de lo que se dice, como me lo recordó hace un año una persona muy allegada al fútbol, el campeonato profesional colombiano es una empresa privada y como tal se maneja, como una empresa privada y son ellos los que dicen quién entra y quien no entra al estadio; aunque han cometido un error, en no saber frenar el comportamiento de algunas barras, mal llamadas bravas, porque son mas que destructivas y que le hacen daño al espectáculo.
Decía don Alberto Piedrahita Pacheco, uno de los mejores narradores del fútbol colombiano, que “el fútbol era el mejor espectáculo del mundo” y lo decía él, que era un total gentleman, hombre conocedor del deporte y del comportamiento de multitudes.
No sabemos como ni cuando un grupo de violentos, que son bastante pocos, haciéndose llamar hinchas del fútbol echaron a los verdaderos hinchas y a sus familias de los estadios.
Cuando tenía once años, tuve la oportunidad de entrar a un estadio, nunca se me olvida, jugaban Millonarios y Once Caldas, dos equipos bien conformados y con jugadores de primera categoría, que en caso de vivir la época actual serían una de las maravillas del mundo.
Y nunca lo olvido, allí estaban las familias, seguidores de los dos equipos, unos de los embajadores que vestían de azul y otros, del Blanco Blanco, que lo hacían de blanco, todo era una verdadera fiesta, y a pesar de haber sido no favorable el resultado del partido para el equipo de casa, nunca hubo violencia y peleas después del encuentro.
En este comienzo de año, tuve la oportunidad de ver el torneo ESPN que tuvo como protagonistas a Millonarios, Santa Fe, América y Deportivo Cali. Varios de los partidos tuvieron llenos hasta los tendidos, como se dice en el argot taurino; pero allí estaban las familias y los seguidores de los dos equipos que jugaban el partido, se tomaron fotos luciendo sus colores característicos, compartieron y salieron en paz para sus casas, luego de darse cuenta que un partido de fútbol, es eso, un partido y no una guerra en donde deben salir vencedores y perdedores.
Porque hay que recordar que en la actividad deportiva se pierde o se gana, porque ese es el fin de la contienda, en donde muchas veces no gana el mejor, sino el que tenga mejor suerte.
Luego de esto, me hice una pregunta al frente de mi escritorio y mi computador, “desde cuando nos volvimos tan violentos, agresivos e intolerantes, y desde cuando echamos a las familias de los estadios sin que las autoridades y los directivos hagan nada al respecto”.
Me parece una alcahuetería que las directivas del futbol colombiano se dejen manejar por los mal llamados hinchas, porque ellos han ganado la partida y es por eso que no se ven llenos los estadios, porque los verdaderos hinchas no pueden asistir al espectáculo, porque les da miedo por los actos de violencia.
Los colombianos han dado ejemplo, como en la Copa América 2001, en donde los equipos contaban con sus seguidores y no como lo que sucede ahora, que el ganador de un campeonato reciba su trofeo sin la compañía de sus seguidores, haciéndolo pensar a uno que hubiera sentido en el momento de la graduación como profesional y no haber contado con la familia.
En esta intolerancia hemos pecado todos, los directivos del fútbol colombiano, las autoridades y los medios de comunicación, por tolerar esa actitud malsana y “patrocinar” lo que quieran hacer los malos.
Como sería de bueno que todos hiciéramos un alto en el camino y tomáramos conciencia de lo que está sucediendo, y nos diéramos cuenta que son muy importante las reuniones que se hacen entre el Gobierno de algunas ciudades con los que dirigen las barras, para hacer pactos de paz, como lo que sucede en Bogotá, que con intervención del Secretario de Gobierno y por petición de la alcaldesa Claudia López se hizo un pacto entre hinchas de Millonarios y Santa Fe que se llamó “Goles en paz”.
Espero que esto se cumpla y que de verdad se pueda vivir el futbol como ese deporte que atrae multitudes, que busca satisfacciones y que también deja tristezas, pero la esperanza de la revancha en el próximo partido y no haciendo justicia por las propias manos y haciendo violencia tanto en el estadio como fuera de él, en donde sin ningún rubor a muchos jóvenes por llevar una camiseta de X o Y equipo se les ha quitado la vida.
El ejemplo de Bogotá deben seguirlo las otras ciudades, ya lo han puesto en práctica en los partidos de Nacional y Medellín con excelentes resultados.
Porque no esperar que cuando se de el pitazo inicial del torneo futbolero del 2020, se haga con estadios llenos e hinchadas de los dos equipos que estarán en juego y todos trabajando por “Goles en Paz”.
Bienvenido el buen fútbol y la tolerancia para volver a vivir el fútbol en familia.