lunes julio 15 de 2024

«Pensé que era mi último día en este mundo”: Relato de un sobreviviente

Por Wilson Lozano Leguizamón

Fotos Jaime Moreno

Piedecuesta, Santander,29 de febrero_ RAM_ Robinsón Daniel Rodríguez Vargas, un taxista de 1m con 67 de estatura, de unos 75 kilos y con 45 años de edad, pensó que hacía la media noche del miércoles 26 de febrero, le había llegado la hora de morir en la vía que de Bucaramanga conduce a​ Bogotá, a la altura de Piedecuesta.

Iba en su taxi «zapatico» así les dicen por lo pequeños y por la forma, ​ tras dos autos que de repente se regresaron tratando de escapar de una avalancha de agua, lodo y enormes rocas, que bajaba de la montaña.

Uno de los vehículos no logró evadir la fuerza de la naturaleza y se estrelló con un árbol que cayó encima del taxi, rompiendo el vidrio trasero y lanzandolo al otro costado de la vía, contra un barranco.

El ruido aterrador de la avalancha asustó a Robinsón​ de tal forma que salio corriendo y logró treparse en un pedazo de tierra alta. Desde allí, temiendo que caeria en cualquier momento, vio lo que para él fue el fin del mundo.

«Tronaba, relampagueaba, el estruendo era terrible y bajaban piedras gigantes y otras más pequeñas. Todo se movía a mi alrededor».

Ahí estuvo hasta que paso el torrente y le dio gracias a Dios por darle otra oportunidad de ver a su familia.

«Pensé que era mi último día en este mundo» dice mirando al horizonte mientras se chupa un helado para calmar la sed.

Mientras tanto, en las veredas Boquerón y el Guamo, dos familias sufrían su propio drama: la avalancha los sorprendió durmiendo y se les llevó a varios de sus familiares, entre estos por lo menos cuatro niños.

Horas más tarde, después de las siete horas de la mañana, un campesino encontró con vida en medio del barro a Dilan, un bebé de ocho meses. Un milagro de vida en medio de la tragedia.

Según​ el reporte de las autoridades de Piedecuesta, el saldo trágico que deja el desbordamiento de las quebradas Menzuly y Manco Wnpala es de 205 personas de 29​ veredas afectadas, cinco fallecidas hasta ahora, siete heridas, en su mayoría dadas de alta y cinco desaparecidas. Bloqueadas las vías​ Bucaramanga – Bogotá y hacia la Provincia de García Rovira. Cuatro puentes vehiculares y cinco peatonales sufrieron daños.

Santander incomunicado

Las enormes rocas que bloquean la vía Bucaramanga – Bogotá llegaron ahí por una explicación que dio el director de Gestión de Riesgo de Piedecuesta Giovany Rendón. En las partes altas de la montaña se originó el represamiento de agua y deslizamientos que provoca un desprendimiento de tierra conocido como deslave el cual se atraviesa en los caudales hasta que llega un punto de presión que genera la avalancha.

Según el director de Invias Juan Esteban Gil noventa máquinas comenzaron a limpiar las vías afectadas. «En la vía Bucaramanga – Bogotá entre Piedecuesta y Pescadero hay 25 sitios colapsados. En tres puntos hay pérdida de la banca. En unos 20 días se habilitará un carril».

En la vía entre Curos y Málaga hay pérdida grave de la banca en varios puntos por lo cual «se instalarán puentes provisionales» pero solo en tres meses se cree que se retornará a la normalidad.

Las vías alternas para movilización desde Bucaramanga hacia el interior del país son la Ruta del Sol atravesando el Magdalena medio y hacia la provincia de García Rovira por la variante del páramo de​ Berlín. Estas rutas suman entre diez y 11 horas de recorrido cada una.

Ayudas oficiales

En compañía de funcionarios de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres e Invías, y mandos de la Fuerza Pública, el Presidente Iván Duque revisó este sábado la atención a la emergencia por la avalancha en Santander.

El gobierno del presidente Duque dio a conocer 11 medidas para ayudar en la tragedia de Piedecuesta.

Algunas son logísticas y de metodología de trabajo frente a la crisis. Otras son subsidios para 206 familias damnificadas y alivios económicos sobre créditos blandos o el no cobro de los mismos en un tiempo prudencial.

Y hay medidas de carácter humanitario como la búsqueda de los cuerpos de los desaparecidos, ampliar el censo de afectados, asistencia en salud, más maquinaria e instalación de un sistema de alertas tempranas.

En la zona de tragedia hay más de 300 personas trabajando en limpieza y remoción de escombros y búsqueda de desaparecidos. Policía, ejército. Defensa Civil y Cruz Roja están presentes desde la madrugada del fatídico miércoles 26 de febrero.

Pero sin duda los que no duermen ni descansan son los familiares de las personas que aún no han sido halladas.

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