“Réquiem”, por Vélez
Por Esteban Jaramillo Osorio
Bogotá, 26 de julio_ RAM_ Como a los entrenadores, a Jorge Enrique Vélez lo contrataron «por bueno» en Dimayor, con arrebatador entusiasmo, y lo echaron «por malo». Lo despidieron sin honores, días después de ser ratificado, por “amplia mayoría”.
Llegó como redentor y se marchó hablando como Simón Bolívar.
No le dieron indemnización. Le pagaron su silencio… o su encubrimiento.
Se marchó por incómodo para los intereses de muchos clubes, que nunca ocultaron su malestar. Su discurso no lo respaldó con acciones fiables, por su actitud politiquera, con promesas no cumplidas.
Su gestión, ni desde el fútbol, ni para el futbol. Su desparpajo al hablar, con espíritu impetuoso y conflictivo, lo alejó del camino ideal para sobrevivir a la pandemia futbolera.
Dejó en el camino un saldo de perdedores. Con énfasis, el futbol, como juego o industria, por la decreciente confianza del pueblo en sus dirigentes, que lo recomendaron, lo posesionaron, lo respaldaron y luego lo despidieron.
No consiguió, como lo había prometido, el velado objetivo de interceder con los amigos de su partido político, a desenredar, a favor, los cuestionamientos jurídicos de sus colegas.
Con su salida no terminan los problemas del futbol, simplemente entran en tenso sosiego en las trincheras de los presidentes de los clubes enfrentados.
*EJO*
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Esteban Jaramillo Osorio
Twitter: @estejaramillo