martes julio 16 de 2024

James y su enésima resurrección

Por Esteban Jaramillo Osorio

El ambiente del futbol se agita por la enésima resurrección de James Rodríguez, que no lo catapulta aún al escalafón de los mejores, del que salió hace un tiempo por su intermitencia.

El placer, al ver su juego, es incomparable, gane o pierda su club, porque la mayoría de las veces es influyente.

Toca la pelota con elegancia, incide en el rendimiento y los resultados del Everton, activa la proyección de sus compañeros, encuentra pases imposibles y allana el camino para los goles, de los que es autor directo o indirecto. Es un asistente de lujo.

En su resurgimiento, siempre esperado, se escuchan elogios con admiración efusiva, de compañeros y rivales.

Algo va del futbol riñón al futbol Corazón. Del futbol con empeño, al de calidad.

Siempre se ha dicho que James ha sido, en sus ascensos y caídas, víctima de sí mismo y de los camerinos, donde predominan las deslealtades con silencios, las versiones reales o tergiversadas y el autoritarismo de los técnicos.

En ocasiones, su vida futbolera ha estado bajo el dominio de la incertidumbre. Quizás las noches, los lujos, las mujeres bellas, la farándula o la vida fácil. Pero en sus piernas tiene un Tesoro de valor incalculable.

Por épocas llama la atención alejado de la pelota, aunque no propicia escándalos por borracheras, peleas callejeras, infidelidades, o huidas sin permiso, tan comunes en algunas estrellas.

Pero, cuando toma la batuta, es un jugador con clase indiscutible

En forma, es alegría en los estadios.

EJO

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