Un baño de humildad
Un guajiro, el nuevo actor de Rápido y furioso
Bogotá, 11 de julio _ RAM_ Al partir, escepticismo; al regresar, optimismo. Así la ruta al mundial de Catar, la que pronto la selección reemprenderá, sea larga, azarosa y culebrera.
Contra pronóstico. Colombia, en La Copa América, no fue el Titanic, ni las torres gemelas, ni estuvo en el diluvio universal, guardando el lógico respeto en las comparaciones. Lo anterior en sentido figurado.
El vestuario envenenado por los egos, regresó al control del entrenador con una expectativa distinta frente a la competencia de alto vuelo.
En un equipo utilitario y comprometido, distante en gran parte de sus consignas futbolísticas tradicionales que tienen la técnica con destreza como argumento principal, no hay espacio para los pavos reales.
Cuando el técnico Rueda dominó sus miedos, soltó el equipo y le dio vuelo al ataque, brilló Luis Díaz, encargado de zarandear las defensas de sus rivales.
Maquilló de esa manera las ausencias sensibles, de futbolistas con tantas y tan buenas habilidades que cuando regresen comprometidos, nos harán soñar.
Qué nómina se armaría
Explosión de Días, con goles espectaculares para maravillar al mundo futbolero. Diferente, atrapante, ágil y desequilibrante. Señalado, en el baile de los mejores, para optar el premio al jugador del torneo, del que fue despojado por el mercadeo y los patrocinadores, que en la actualidad dominan estos roles. Messi, fue elegido por su papel influyente en Argentina.
Si bien Colombia no fue siempre un placer para los ojos, logró sobrevivir a sus vacíos de futbol, a sus dudas, a las mañas de los rivales, a las provocaciones, a los atentados arbitrales y a la deslealtad competitiva.
El salto del partido sobre el papel a la cancha y a la competencia tiene fallos a considerar y enmiendas para hacer. Son muchas las correcciones pendientes, pero ya no acosan los tiempos.
Hay intérpretes ausentes, entre ellos James Rodríguez y Quintero. Con ellos el balón volverá a ser un punto de unión para potenciar el equipo.
Por lo menos al final dejamos de lado el conformismo, las justificaciones, los delirios de persecución y el victimismo.
Esteban Jaramillo Osorio
Twitter: @estejaramillo