Chespirito, hoy el mundo está triste
Por: Ricardo Rondón Ch.
La paráfrasis garciamarquiana tiene que ver esta vez con el enorme vacío que ha dejado el mexicano menudo, ingenioso y bonachón, que hizo de los asuntos simples de la vida en su vecindad, una lección de honor, de fraternidad y de grandeza, aplicable a todas las sociedades latinoamericanas. Y del orbe. Porque sus cuentos y retahílas llegaron a lugares exóticos como Tailandia, India, Grecia, Japón y Marruecos.
Hoy amaneció triste en Colonia del Valle, el barrio de clase media del D.F mexicano, testigo de los primeros pasos, de las jugarretas de balón, de los guantes de boxeo y las canicas de calle de Roberto Gómez Bolaños, derroteros de una infancia feliz, aunque apretada por la pobreza.
Amaneció triste en los estudios de Televisa, en San Angel, su segunda casa de muchos años como escritor, actor, director, compositor, escenógrafo, de tantas facetas que hicieron de Gómez Bolaños uno de los artistas más prolíficos, constantes y polifacéticos de la escena latinoamericana.
Amaneció triste en todo México, su país y el de todos, el de Colombia, por supuesto, que es el más mexicanista del continente, justamente porque entre ambos y por antonomasia, se equiparan su sentir, su música, sus luchas, su machismo (hay que reconocerlo), su idiosincrasia, su pasión y pulsión de pueblos arraigados capaces de lagrimear a mares por una ranchera remojada en tequila, o estallar en polvorín ante el grito emancipador de una revolución.
Y amaneció triste en las favelas de Río, en las invasiones de Petare (Caracas), en La Marín y en la Guaragua (Quito), en los polvorientos asentamientos de Villa Rica y Nueva Esperanza (Lima), en las colonias Tepito, Doctores y Portales (México), en los tugurios pesebreros de Ciudad Bolívar (Bogotá), y en las cinematográficas comunas nororientales de Medellín, donde chicos y grandes, aún con el sueño enredado en las pestañas, encendían televisores para ver El Chavo, con el eterno ulular de ambulancias mañaneras, cacareo de gallinas de patios traseros, latir incesante de perros hambrientos, y a menudo, silbidos de balas, con o sin destinatario.
Sólo que Gómez Bolaños, como la mayoría de los comediantes mexicanos, jugaba desde otra trinchera: la de dorar la píldora y apaciguar los ánimos con la poderosa arma, la que más desarma: la indefensión de la inocencia. De ahí las frases claves en el ir y venir de sus personajes e historietas: “Fue sin querer queriendo”, “Se me chispotió”, “Bueno, pero no te enojes”, “Tómalo por el lado amable” y, “La venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena”, esta última de urgente aplicación en momentos convulsos y depredadores que atraviesa México y Colombia, entre otras.
Si la fórmula de Roberto Gómez Bolaños, el gran Chespirito -apócope de Shakespeare- penetró, recaló y se ha mantenido vigente por más de cuarenta años y por varias generaciones en el imaginario y en las pantallas de los latinoamericanos, es por esa cuota, vital y sociológica, de haber explorado y caricaturizado el entorno más próximo a la realidad: el vecindario y sus protagonistas: la señora entrometida, el hombre acosado por premuras económicas que debe catorce meses de arriendo; el dueño del inmueble, motivo de burlas de los infantes; la madre soltera (¿viuda, quizás?), que aún sueña con el caballero andante que la rescate de su soledad, y los niños en su universo lúdico, para quienes no hay fronteras ni estratos ni disquisiciones entre riqueza y pobreza.
Uno, en particular, el Chavo del 8, abandonado a su suerte, para quien no hubo orfandad mientras tuviera un balón qué patear, o las marrullas pueriles en confabulación con los otros párvulos de la vecindad. Ese Chavo que birló la pobreza económica con la enorme riqueza del amor y la solidaridad, que no se cuenta ni se diferencia ni se escatima, sino que se ofrece a raudales, sin nada a cambio.
El Chavo del 8 y su barril de refugiado, metáfora del Diógenes de Sinope, el filósofo griego de la Escuela Socrática, quien sustentó su filosofía de la ‘Autosuficiencia cínica’ con la teoría de que hay que aprender a liberarse de los deseos y a reducir al mínimo las necesidades. No cabe duda que en el trasegar de su dramaturgia, Gómez Bolaños le hizo un homenaje al sabio vagabundo de la tinaja, el báculo y el fiel perro famélico que lamía sus llagas.
En la plaza social latinoamericana el Chavo del 8 cundió como un espejo en el realismo de las clases populares. Mientras el desempleado se miraba en la desesperación y en las estratagemas de don Ramón para evadir al gordo energúmeno de la renta, la señora ávida de chismorreo lo hacía en doña Cleotilde, la ‘Bruja del 71’; o la soñadora de rulos y delantal, con un triste pasado a cuestas, en doña Florinda, la mamá sobreprotectora, ilusionada con el grandulón de mostachos: el Profesor Jirafales.
En cada uno de los personajes del dramaturgo y comediante mexicano hay un rescoldo de nostalgia, esa saudade de los lusitanos, imperecedera en las almas sensibles, que sazonada con el humor y la malicia que Don Roberto le imprimió, produce efectos mediáticos arrasadores, en este caso, las productoras de televisión, Televisa específicamente, que hizo del Chavo del 8, y de todas las aventuras del genio de la Colonia del Valle, sus productos estrella en Latinoamérica y al otro lado del Atlántico.
Sus historias descabelladas, contadas por personajes torpes, ingenuos, silvestres, calcados de la cotidianidad popular, unieron familias a lo largo y ancho del continente, más en la época de la televisión en blanco y negro, cuando no había otro resorte de entretenimiento que los culebrones mexicanos para las señoras de vespertina, y las contagiantes aventuras de Chespirito.
En la línea generacional de los grandes del humor y el desparpajo: Buster Keaton, Groucho Marx, Charles Chaplin, Oliver Hardy y Stan Laurel, Carol Burnet, Louis de Funes, Gila, y de la escuela azteca, Mario Moreno ‘Cantinflas’, Germán Valdés ‘Tin Tan’, Gaspar Henaine, Marco Antonio Campos (Viruta y Capulina), Joaquín Pardavé, entre otros, Roberto Gómez Bolaños se entroniza ahora en el olimpo de los sumos creadores de ese arte que redime a la humanidad de sus hondas cavilaciones, penurias, necesidades y arrepentimientos: el de provocar la risa, labor bien seria y difícil para los expertos.
Con toda su trayectoria y logros acumulados a lo largo de su brillante carrera, Gómez Bolaños siempre gozó de las bondades, la nobleza y la sencillez de aquellos hombres que llevan el aura de sabios. En la mayoría de las entrevistas televisivas que dio en Colombia, en diferentes épocas, refleja una personalidad tan común y de barrio, que da la impresión que el entrevistador, como dirían los ‘manitos’, estuviera platicando con su vecino más cercano, con el dependiente de la tienda, o con el entrenador de un equipo amateur.
Colombia fue, después de México, el país más entrañable para él. Aquí vino con su esposa, Florinda Meza -que no resiste decirle adiós a Chespirito- en un sinnúmero de oportunidades. De las últimas, en 2007, cuando vino a promocionar sus memorias ‘Sin querer queriendo’ (Aguilar), y más reciente, hará unos tres años, ya aquejado de sus complicaciones respiratorias.
En esa ocasión se hospedó con su mujer -que apenas lo dejaba solo para ir al baño- en el Hotel Tequendama. Allí tomaba los alimentos, y sólo se animó a salir por recomendación, a un sitio del que le habían hablado era una réplica de la cultura, la música y la gastronomía mexicana: El Museo del Tequila. Allí degustó de algunas viandas, tomó Agua de Orchata (que es la avena mexicana), se tomó fotos y conversó con sus propietarios.
“Colombia es muy bonita y su gente se parece mucho a la mía. Por eso nos hermanamos tanto”, decía. Don Roberto quedó anonadado con el establecimiento capitalino de la familia González-Aragón, que tiene en su haber más de 3.000 denominaciones de la bebida más representativa de México.
A Roberto Gómez Bolaños le alcanzó la vida para todo lo que tenía programado, desde la escritura de copys publicitarios para radio, que fue su primer trabajo, pasando por libretista de comediantes como ‘Viruta y Capulina’, hasta dar con el clavo de sus creaciones, primero como escritor, y luego como director y actor, a una edad tardía, 42 años. Y los ríos caudalosos de tinta de sus simpáticas historias, memorias y películas.
“La vida me ha dado lo que yo no hubiera alcanzado a pedirle en todos estos años. Estoy endeudado con ella, pero me siento casi completo con lo que he logrado. Ya será más liviano cuando llegue la pelona”, dijo Gómez Bolaños a un noticiero de su país cuando se instaló definitivamente en Quintana Roo (Cancún), donde hacia las 1:30 pm. del viernes 28 de noviembre de 2014, se apagó la vida del pequeño Shakespare mexicano.
Con la luctuosa partida de Chespirito, se nos va un pedazo del corazón: ese ‘algo se muere en el alma’ que cita la letra de Alberto Cortéz en ‘Cuando un amigo se va’. Y qué amigazo del pecho este Roberto Gómez Bolaños, que será despedido en su patria como los grandes, en el Monumental Estadio Azteca, de la capital, con capacidad para cien mil personas. Un adiós de campeonato.
¡Gracias, mil gracias, maestro!
Roberto Gómez Bolaños en 20 clips
- Por poco es abortado
Mientras estaba embarazada, su madre tomó un medicamento para la gripe recetado por su hermano, que estuvo a punto de hacerla abortar. Ella no creía estar embarazada y al médico jamás se le ocurrió preguntarlo. Se dieron cuenta cuando empezó a empeorar de salud.
- Un presidente mexicano fue su tío
Su madre era prima de Gustavo Díaz Ordaz, presidente mexicano de 1964 a 1970. Una de las polémicas más grandes fue la represión estudiantil que terminó con la matanza del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco, Ciudad de México, a 10 días del inicio de los Juegos Olímpicos de México 1968.
- Su padre fue un famoso pintor mexicano
Francisco Go?mez Linares hizo retratos de diversos políticos y sus familias, destacando el presidente estadounidense Warren G. Harding, retrato que aún figura en la galería de Presidentes del Hotel Gunter en Texas.
- Fue boxeador amateur
En la preparatoria fue subcampeón del torneo de box en el primer año y campeón el segundo año. Él describe que siempre estuvo involucrado en “peleas a trompadas”, por lo cual llegó a participar en esos torneos.
- Estudió Ingeniería
Chespirito siempre sintió inclinación por las matemáticas. Además, cuando vivió en Guadalajara, México, se hospedó en casa de un tío que era ingeniero mecánico electricista y con él construyó un tren a escala que funcionaba a vapor, “pasándole a mi tío las pinzas, los desarmadores, y las demás herramientas, creo que ahí me forjé la idea de que el trabajo de los ingenieros consistía únicamente en diseñar y fabricar juguetes y toda clase de mecanismos ingeniosos”.
- Los Aracuanes
Fue líder de una pandilla llamada Los Aracuanes. Entre las hazañas que lograron estuvo cambiarle el nombre a una calle a la de “Calle Roberto Gómez Bolaños”. Semanas después las autoridades se dieron cuenta del error.
- Empezó escribiendo comerciales para radio
Su carrera como escritor comenzó redactando comerciales radiofónicos en la agencia de publicidad D’Arcy. Tiempo después también escribió el programa radiofónico de los comediantes Viruta y Capulina, posteriormente sus películas y programas de televisión.
- Actor tardío
El Chavo del Ocho se estrenó en 1971, mientras que el Chapulín Colorado, ya como programa independiente, se estrenó en 1972. Sobre el Chavo del Ocho, Rubén Aguirre mencionó en una entrevista: “Le pregunté a Roberto, ¿cuándo vamos a grabar de nuevo El Chavo? Lo que pasa es que tengo que ausentarme unos días. Y me respondió que ya no lo íbamos a grabar, que ya se había acabado”.
- El Chavo del Ocho no era un programa para niños
Entrevistado en la televisión argentina durante los años ochenta, Chespirito mencionó que el Chavo del Ocho no era un programa para niños, que él escribía para toda la familia y que no se enfocaba en una sector específico de la sociedad. También mencionó que el Chapulín Colorado era un verdadero superhéroe ya que vencía sus miedos en cada programa.
- Escribió una canción sobre el aborto
En el Festival de la Organización de Televisión Iberoamericana (OTI), en la década de los años 70, Chespirito participó con la canción Nacer, la cual fue interpretada por la cantante Dulce (aunque él quería que fuera interpretada por Florinda Meza). La canción era un tema en contra del aborto. Miguel Alemán Velasco, presidente y accionista de Televisa, lo llamó a su oficina y le dijo: “No deberíamos participar en OTI con una tesis del aborto, ni a favor, ni en contra”. La canción, modificada por supuesto, fue incluida en la película El Chanfle.
- Crea a El Chavo del 8
El primer capítulo lo transmitieron el 20 de junio de 1971. Solamente grabaron un capítulo en el que apareció el elenco completo, con locaciones en Acapulco.
- Alcanzó audiencia de 350 millones de personas a la semana
Su programa se llamó el Chavo del Ocho porque en el año de 1971 este programa se transmitía por el Canal 8 de México; fue tanto el éxito del programa, que éste paso a otro canal de más nombre y Chespirito tuvo que buscar alguna excusa para el “8”, por lo que inventó que el Chavo vivía en el departamento #8. El programa fue visto -en promedio- por 350 millones de personas a la semana. Logró llegar a Grecia, Japón, Corea, Tailandia y Marruecos.
- Chavo, Chanfle, Chapatín
La letra “Ch” en los personajes, creados por Roberto Gómez Bolaños, fue en un principio casualidad. Primero, un director de cine le apodó ‘Chespirito’; luego éste empleó la palabra ‘Chanfle’ y después surgió ‘El doctor Chapatín’; hasta ahí era casualidad. Chespirito notó esto y siguió utilizando a propósito estas letras para muchos de sus personajes.
El último capítulo
Se transmitió en 1995, con lo que se cierra la historia de uno de los programas más trascendentales de la televisión humorística latinoamericana. Con él, Roberto Gómez cancela todos sus personajes protagonizados por él mismo, debido a su edad, además de las diversas polémicas entre los actores que pertenecieron al elenco de una de las series más recordadas de la televisión.
- El apodo de Chespirito
El nombre de ‘Chespirito’ se le atribuye al director de cine Agustín Delgado, quien le decía que escribía historias como un pequeño Shakespeare, así el diminutivo del nombre del dramaturgo inglés castellanizado derivó con el nombre que adoptaría Roberto Gómez Bolaños para su carrera.
- Su descendencia
Gómez Bolaños se casó en dos ocasiones, la primera vez con Graciela Fernández y su segundo matrimonio fue en 2004 con la actriz Florinda Meza. Tuvo seis hijos de su primer matrimonio.
- Pelé le hizo una recomendación
Pelé, por entonces jugador de fútbol activo, llamo a Roberto Gómez por teléfono para proponerle hacer la película de ‘El Chavo’. Roberto no quiso llevar este personaje al cine y le dijo que no.
- Denuncia de plagio
Chespirito llegó a denunciar ser víctima de plagio por la filmación de la película El Exorcista, debido a que aseguró haber escrito un guion donde una niña poseída movía objetos y hacía que temblara la cama donde se encontraba.
- Incursionó en el Cine
En 1979 y 1982 trabajó en dos versiones de El Chanfle -en donde hizo el papel del mismo nombre-. En 1983 trabajó en Don ratón y don ratero, para un año después participar en Charrito, y finalizar su carrera en 1988 con ‘Música de viento’.
- Poeta y escritos
En una faceta menos conocida, Roberto también fue escritor y compositor. En 1978 lanzó ‘Así cantamos y vacilamos en la vecindad del Chavo’ y un año más tarde sacó al mercado ‘Chespirito y sus canciones’ -ambas producciones bajo el sello de Discos Fontani-. En 2003 escribió «Y también poemas», dos años después «El diario de El Chavo del Ocho» y en 2006 publicó su libro «Sin querer queriendo».
Agregado: Récord en Twitter
En 2011 Roberto Gómez Bolaños se unió a la red de Twitter. El primer día cosechó 230.000 seguidores. Al siguiente día alcanzó 520.000. En la última etapa de su vida tenía más 6 millones de seguidores.
(Fuente: www.diez.hn)