¿Cómo hacemos para confiar en nuestra Policía Nacional?
Por: Ricardo Galán.—
Un intendente de la Policía al servicio de las Farc entrega información clave para que la guerrilla ataque a la Isla de Gorgona. En el combate muere el teniente John Álvaro Suárez Carvajal y junto a los guerrilleros celebra el Policía Orobio Caicedo.
En Ubaté, Cundinamarca un subintendente y un patrullero arrollan con su motocicleta a una niña de 10 años a la que dejan abandonada y cuando se enteran que sobrevivió regresan para “instruir” a los testigos para que digan que “fue un carro fantasma”.
Veinte armas, 17 pistolas y 3 fusiles, son robados de las Escuela de Carabineros de la Policía en Suba, al norte de Bogotá.
Una cadete de la Escuela General Santander denuncia que en esa escuela opera una red de prostitución masculina y femenina. En lugar de desactivar la red, expulsan a la cadete.
Bandas completas dedicadas al fleteo, el robo vehículos y apartamentos son detectadas. En Medellín, un grupo de policías dura un año vendiendo la gasolina de las patrullas a su cargo.
Oficiales de alto rango son encontrados colaborando o trabajando con grupos paramilitares, bandas criminales y mafias del narcotráfico.
Policías asesinan en Bogotá a un graffitero y sus superiores y comandantes se prestan para alterar pruebas, amedrentar a testigos y familiares de la víctima.
Patrulleros intentan incinerar a un habitante de calle. Otros golpean con saña a perros callejeros.
En Bogotá y sus alrededores es costumbre que grupos de agentes de tránsito se escondan en sitios estratégicos para sorprender conductores a conductores despistados que violan alguna norma y son extorsionarlos con la amenaza de inmovilizar sus vehículos, especialmente motocicletas.
¿Qué está pasando en la Policía? ¿Se corrompió de un momento a otro bajo, el mando del General Rodolfo Palomino? ¿Ha sido corrupta siempre, pero los jefes de antes eran más hábiles para tapar los escándalos? ¿Se trata de una cadena de infortunados incidentes que gracias a su ocurrencia en relativo poco tiempo y magnificado por los medios de comunicación está horadando la imagen de la institución?
Sería muy importante que el Ministro de Defensa o el Director de la Policía salieran a dar la cara y explicar qué es lo que está pasando más allá de declaraciones de cajón y coyuntura como aquella de “hay que tratarlos como a Judas” o la tradicional “haremos una investigación hasta sus últimas consecuencias.
Muy importante que nos expliquen qué está pasando porque necesitamos saber si los colombianos de a pie podemos confiar en nuestra Policía Nacional. Sería muy grave que la ciudadanía pierda la confianza en la institución que se supone debe cuidarnos y mantenernos a salvo de los delincuentes de todos los pelambres. Si se pierde la confianza en la Policía no demoran en aparecer grupos de vigilancia y justicia privada que, como ya hemos visto, terminan convertidos en poderosísimos grupos que después se salen de control y terminan siendo peores que la enfermedad que deberían curar.
Yo, por el momento, confieso que no confío en nuestra Policía Nacional. Que cuando veo venir a un agente cambio de anden y cuando veo un retén busco la manera de eludirlo por físico miedo a la extorción. Que no me atrevo a pedir apoyo policial cuando voy al banco a sacar dinero porque siento que me van a atracar o que le avisarán a los atracadores para que aprovechen la oportunidad.
Confieso que cuando me estrello prefiero arreglar directamente por desconfianza en la manera como el agente encargado dibujaría el croquis.
Si, confieso que no puedo confiar en nuestra Policía Nacional. Y tengo razones personales y laborales para no poderle creer.