miércoles julio 17 de 2024

Invadir o no invadir

25 febrero, 2022 Internacionales, Opinión

Andrés Hoyos

BOGOTA, 25 febrero de 2022_RAM_ El título es la pregunta de Hamlet, traducida a los términos de un dictador por el estilo de Vladimir Putin.

A la hora de entregar esta columna, día y medio antes de su publicación, la tan anunciada invasión de Rusia a Ucrania no ha comenzado como tal. El presidente Biden, sin explicar con claridad cómo puede estar tan seguro, dice que el mandamás de Rusia ya tomó la decisión. Pues si usted lo dice… Pese a que una lectura informada de la geopolítica internacional de las últimas dos o tres décadas sugiere que la invasión sería sobre todo un error garrafal, puede ocurrir. También, y por sentar alguna baza, Putin podría lanzar unos pocos misiles y bombas con daño necesariamente limitado, como para decir: todo nuestro loco despliegue no fue en vano. Por ahora, así no haya ninguna seguridad de ello, presumamos que sí habrá una invasión en estos días. De no ocurrir ya habrá tiempo para discutirlo.

¿Será una invasión parcial a las regiones llenas de separatistas, como la occidental Donbás? Allí ya hay un conflicto muy letal hace ocho años. Dicho esto, si los tanques rusos pasan frontera sería una declaratoria de guerra a todo el país y resultaría en extremo difícil delimitar los campos de batalla, pues el resto de Ucrania contratacaría, contrataques a los que los rusos sin duda tendrían que responder.

Todo este asunto ha estado plagado de rarezas. Es incomprensible una “estrategia” que perdió por completo el elemento sorpresa, lo que les podría costar la vida a miles de rusos. Ya se sabe que hoy la clave está en el número de bajas que se inflige al enemigo, no tanto en la superioridad militar final. Porque en estos casos —remember Polonia o Francia en la 2ª Guerra Mundial— para el éxito del invasor es esencial que sea muy rápido. Si no, según les pasó a Rusia y a Estados Unidos en Afganistán, el asunto se empantana, el invadido empieza su labor de desgaste, con la ventaja de que opera desde el propio territorio. Entonces, el invasor se desespera y se desmoraliza, tras recibir una cantidad creciente de bajas inútiles.

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