martes julio 16 de 2024

De la Calle, es el # 1

Por Augusto León Restrepo

BOGOTA, 08 marzo de 2022_RAM_ Faltan siete días para que los colombianos salgamos a ejercer el derecho al sufragio, mediante el cual elegiremos a los congresistas para un período de cuatro años. Y de contera, participemos en la escogencia del candidato de una de las tres coaliciones que señalaron el mecanismo de la consulta, para indicar quien habrá de representarlas en la contienda presidencial del próximo 29 de mayo. Con todos los atentados de que es víctima la manifestación ciudadana, su pureza y su libre expresión, es el único expediente que nos queda para reforzar la creencia que nos han vendido e impuesto, de que la democracia es el menos malo de los sistemas que el hombre se ha inventado para hacer efectivo el contrato social.

Voy a atreverme a siluetear la situación electoral que se avecina, con el único propósito de recordarles a los lectores algunas opiniones suscritas por el autor de esta columna en escritos anteriores, y las de otros exponentes que ratifican lo que es bien sabido: que las pugnas electorales sirven para reforzar y consolidar las instituciones que se fundamentan en el sufragio universal, pero también para mostrar sus falencias y sus fallas inveteradas, por las deficiencias en los mecanismos legales establecidos, los vicios y las trampas en que están incursos o en la selección de  los señalados por el pueblo para que lleven su representatividad.

Durante este año, hacia la Registraduría Nacional del Estado Civil debemos dirigir nuestra mira fiscalizadora. Sus funciones deben estar a salvo de toda sospecha y sus autoridades deberán ser garantes no solo del desarrollo normal de las elecciones, sino de un rápido conteo que establezca la verdad expresada en las urnas. Una falla en esta labor, en la manipulación de los tarjetones, una demora en las respuestas a los reclamos de los electores o alguna clase de complicidad con determinados manipuladores de la voluntad expresada en las actas y registros, nos conducirían a consecuencias impredecibles. Los observadores internacionales, la procuraduría y la fiscalía, deben agotar todos sus recursos para que los colombianos salgamos avante el 13 de marzo próximo en el evento electivo por excelencia, en el que facultaremos a los candidatos con mayoritarios números de sufragios, para que regulen y legitimen nuestras conductas de animales políticos, que los somos todos.

Y es aquí, donde viene mi digresión. El tema que traía empezó a sonarme como mera retórica y dije para mí mismo: esto hay que aterrizarlo. Y la aterrizada consiste en lo siguiente. Voy a atreverme a contar en público que voy a salir a votar el próximo domingo. Y voy a develar mi intención de voto, por lo menos para elegir a quien considero que puede llevar mi representación en el senado de la república. Y sin más preámbulos, menciono su nombre, con todas sus letras. Votaré para Senado por Humberto de la Calle, el # 1 de la Alianza Verde Centro Esperanza, colores verde, amarillo y morado del tarjetón.

El Número Uno de todos los aspirantes a la cámara alta, contará con mi equis en el tarjetón, por su trayectoria, por sus logros, por su experiencia en asuntos del Estado, por respetuoso, tolerante, porque en su juventud cometió poesía y sospecho que pertenece a la poesía secreta, porque le gustan los tangos y el jazz, por su humor, por su dignidad, por su trono ético, por su entrega misional a lo que se le encomienda, por la Constituyente, por la Paz, porque ha sido compañero de lunas y de versos, porque debiera ser presidente y sin embargo aceptó ser gladiador, porque es  la antítesis del populismo, porque  su clientela es el cerebro de quienes lo escuchan, porque su maquinaria es lo inteligente, lo creativo, lo racional en las soluciones que plantea, porque no apela a la construcción de castillos en el aire ni a las promesas de demagogias caudillistas, porque desconoce el olor y el sabor tamalero de los comicios y porque respeta la dignidad del elector: la compra de conciencias no está en su agenda y apela a la opinión reivindicadora como motor y aceite de su maquinaria.  Y porque sé quién es. Liberal de una pieza, pero ajeno al sectarismo, al fanatismo, y porque seducen sus discursos de libertad, de inclusión, de tolerancia, de nivelar las canchas sociales, del centro del espectro político, sin los odios de los de allá ni de los de acullá, de las izquierdas o las derechas de todos los partidos y porque en la dialéctica no tiene par.  Comparen sus discursos y sus exposiciones con los de sus émulos, para que ustedes saquen su propia deducción. El Humanismo al parlamento, pudiera ser su consigna emblemática. Punto aparte, para respirar.

No tengo la pretensión – nunca la he tenido- de inducir al voto por lo que escribo en mis columnas. Creo que carezco de adeptos o seguidores políticos en estas instancias de la vida. De influenciador, pocón. Los votos por De la Calle, no van a llover por la lectura de este escrito. Lo quisiera, sí. Y De la Calle y quienes me conocen, saben que soy bastante malito para mecer, para boliar el incensario. Su olor me produce cierta repulsión. De manera que lo escrito, no tiene otro sentido más que el de exaltar la aspiración de alguien, tal vez de un espécimen en la política, que por sus excepcionales condiciones debiera ser respaldado con el apoyo ciudadano, para que sea un faro y un norte en la rama legislativa colombiana. En éstos cruciales tiempos le llegó la hora a los mejores. A cuya cabeza, como en épocas memorables para nosotros los caldenses, está nuestro paisano, el Número 1, de la Alianza Verde Centro Esperanza, Humberto de la Calle Lombana.

Post scriptum: El Senador caldense Mario Castaño Pérez, quien aspira a su reelección, está obligado a ofrecer explicaciones a la opinión pública, sobre los hechos de corrupción que ha denunciado la Revista Semana. Desde luego, la responsabilidad penal, en que pueda estar incurso, solo podrá deducirla la autoridad judicial respectiva

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