lunes julio 29 de 2024

En su posesión, Dilma prometió frenar corrupción y reajustar economía

01 enero, 2015 Internacionales
La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, saluda a bordo de un Rolls Royce camino a su ceremonia de posesión.

Foto: EFE La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, saluda a bordo de un Rolls Royce camino a su ceremonia de posesión.

La economista Dilma Rousseff asumió hoy su segundo mandato de cuatro años como jefe de Estado de Brasil, en un acto celebrado en el pleno de la Cámara de Diputados, en Brasilia.

«Prometo mantener, defender y cumplir la Constitución; observar las leyes; promover el bien general del pueblo brasileño, sustentar la unidad, la integridad y la independencia de Brasil, así lo prometo«, juró la mandataria en una sesión solemne encabezada por el presidente del Senado del vecino país, Renan Calheiros.

El nuevo mandato de la primera mujer en llegar a la Presidencia brasileña elevará a 16 años el período del Partido de los Trabajadores (PT) en el poder en Brasil, tras los ocho años de Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), el padrino político de Rousseff.

Rousseff se comprometió en su discurso de investidura a luchar contra la corrupción y tomar medidas de ajuste económico ante la marcada desaceleración, aunque sin sacrificar los planes sociales que benefician a los más pobres. «El pueblo brasileño quiere más transparencia y más combate a todos los tipos de crímenes, especialmente a la corrupción y quiere además que el brazo fuerte de la justicia alcance a todos de forma igualitaria. No tengo miedo de encarar esos desafíos», dijo ante el Congreso.

Asimismo anunció que aplicará medidas de ajuste económico para contrarrestar el débil crecimiento durante los cuatro años de su primer gobierno. «Más que nadie sé que Brasil necesita volver a crecer, los primeros pasos de ese camino pasan por un ajuste en las cuentas públicas, un aumento en el ahorro interno, ampliación del crecimiento y elevación de la productividad de la economía», sostuvo.

En ese sentido, agregó: «Haremos eso con el menor sacrificio posible para la población, en especial para los más necesitados».

La jefa de Estado fue reelegida para un segundo mandato en octubre pasado en la campaña más disputada en los últimos años en Brasil y con una ventaja de escasos tres puntos porcentuales sobre el senador Aécio Neves, que prometió liderar una enérgica oposición en los próximos cuatro años.

Los retos de su gobierno

La primera mujer en gobernar este país de más de 200 millones de habitantes, segundo productor mundial de alimentos y con enormes reservas petroleras, comienza el gobierno con buena parte del país en contra, una popularidad recortada (del 79% de 2011 al 52% en 2014) y un panorama desalentador para la economía.

Rousseff deberá lidiar de entrada con el escándalo en Petrobras. La empresa e inversionista más grande de Brasil está en el centro de una trama de corrupción que involucra a un cartel de las principales constructoras del país, que pagaban millonarios sobornos a cambio de contratos.

Treinta y nueve personas están siendo procesadas por la justicia, y varios políticos aliados del gobierno pueden correr la misma suerte.

La policía estima que la red de corrupción movió unos 4.000 millones de dólares en la última década.

«Voy a investigar duela a quien duela, no va a quedar piedra por levantar», prometió Rousseff. Sin embargo, decidió mantener al frente de Petrobras a Graça Foster, muy cercana a ella, pese a los pedidos de la prensa y la oposición a favor de un cambio de mando en la estatal.

Según fuentes oficiales, el marco de los planes económicos del nuevo Gobierno será anunciado este mismo jueves por Rousseff durante el discurso que pronunciará en el Congreso tras su juramento.

A la ceremonia de investidura asisten los presidentes de Bolivia, Chile, Costa Rica, Paraguay, Uruguay y Venezuela, así como los vicepresidentes de China, Estados Unidos y Argentina -en esa orden los mayores socios comerciales de Brasil- y delegaciones de otros 70 países, entre las que está Colombia, por medio de su vicepresidente, Germán Vargas Lleras.

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