martes julio 16 de 2024

“En este programa no haremos política con la información” Entrevista de Pantalla & Dial :Gustavo Gómez, nuevo conductor de La Luciérnaga.

Gustavo Gómez

Por Édgard Hozzman  

Londonderry New Hampshire , 03 de Enero ­_RAM_

Lo que comenzó como un programa simple de humor con Yamid Amat al dialogar con Juan Harvey Caicedo, contar con las trovas de Jorge Velosa, el repentismo de un grupo de trovadores y luego las geniales imitaciones de Guillermo Díaz Salamanca de los personajes del momento, dos décadas después se transformó en el espacio de mayor sintonía vespertina.

“La Luciérnaga” acompaña a centenares de taxistas, de ejecutivos que regresan en sus vehículos y de cientos seguidores de la vida cotidiana colombiana en el exterior y durante los últimos 23 años fue conducido por el ingeniero Hernán Peláez, quien el pasado 23 de diciembre se despidiera con el aplauso del respetable público, el cariño de su equipo de trabajo y la admiración de la radio nacional.

Hernán Peláez dejó en lo más alto de sintonía el programa. Lo despidió con lágrimas y risas, como debía ser en este espacio donde la ficción y la realidad se confunden.

Fue muy claro Hernán Peláez ese día: “no hace falta el que se va, hace falta el que llega”, pero Gustavo Gómez ha hecho méritos para llegar a conducir y moderar el programa más exitoso de la radio colombiana en los últimos treinta años, su calidez, bagaje intelectual y experiencia son sus mejores cartas de presentación.

Sin lugar a dudas, Gustavo Gómez es el periodista más estructurado de su generación. Ha trabajado al lado de los más dos grandes de la radio: Julio Sánchez y Yamid Amat, ha aceptado ser el conductor de los espacios que son emblemas en la Cadena Caracol, con resultados mejores que los presupuestados por los directivos de Caracol Radio.

Su voz rejuveneció y le dio un nuevo aire a Hoy por hoy, espacio en el que la respuesta de la audiencia fue unánime en saludarlo día a día como, Gustavito porque sencillamente él supo descifrar las necesidades de la audiencia matinal de Caracol Radio.

–¿Qué sentimientos despertó en usted la despedida de Hernán Peláez de “La Luciérnaga”?

–De “La Luciérnaga”, sobre todo, soy oyente. Ese 23 de diciembre, como muchas tardes de mi vida, oí el programa completo y, como nos sucedió a millones de colombianos, me emocionó mucho la entereza de Hernán Peláez. Cuando se le quebró la voz leyendo el mensaje de despedida, creo que a todos se nos movió algo dentro.

–¿El programa del 13 de enero será el más grande reto de su vida?

–Sí, pero, al igual que el Dr. Peláez, creo firmemente en que los programas de radio funcionan como un equipo. No es un reto personal: es el reto de toda esa gente talentosa de “La Luciérnaga” de confirmar que lo que se soñaron junto a Peláez es recio y duradero.

–¿Qué cambiará estrictamente en “La Luciérnaga”?

–Lo menos posible. El programa es un reloj preciso. Mucho de lo que yo soy estará en el programa, pero no para restar sino para sumar.

–¿Qué representa para su vida asumir el reto de conducir el programa de mayor sintonía de la radio colombiana?

–Una responsabilidad enorme con la audiencia, con la cadena, con el equipo del programa y con Hernán Peláez.

–¿Es verdad que llegará Daniel Samper Ospina a “La Luciérnaga”?

–Sería un lujo enorme contar con una persona como Daniel en cabina, pero me parece que el viento infla sus velas hacia otros terrenos periodísticos. Daniel ha venido haciendo un excelente soneto de actualidad los viernes en la mañana en Caracol Radio y le he pedido que lo lleve a “La Luciérnaga”. Un minuto y medio de Daniel en “La Luciérnaga” es poco, pero me encantaría contar con esos valiosos segundos en el programa.

–¿Se reirá de los chistes de Don Jediondo?

–Pedro me parece uno de los humoristas más versátiles que hay en este país.

He compartido mucho con él, pues hace meses nos

Acompaña en las giras nacionales de 6AM. Me gusta su humor y me gusta el tipo afable y generoso que se esconde detrás de sus chistes. No solamente me reiré de sus chistes, sino que espero él me ayude a reírme de mí mismo.

–¿Le hará algunos cambios a las intervenciones de Risaloca?

–Si la risa es loca no conviene enjaularla. Hace muchas semanas, de manera discreta, y con el visto bueno del Dr. Peláez, me he venido reuniendo con todo el equipo, y he podido conocer cosas de la vida de Óscar que me hacen no sentir por él más que una profunda admiración.

–¿Ha hablado con Jairo Chaparro, el libretista, sobre el nuevo programa?

–Fue la primera persona con la que conversé. Nos hemos visto infinidad de veces. Él es uno de los pilares de “La Luciérnaga”, un sujeto talentoso tirando a genial Es un fuera de serie. Me emocionó desde el primer momento que alguien tan importante para el programa, y con una capacidad como la que él tiene de generar ideas, me hubiera tratado con genuino cariño. No sabe de pedestales.

–¿Le ha quitado el sueño en estos días saber que asumirá ese reto?

–Sí, le doy muchas vueltas al asunto. Póngame bien arriba en la lista de los que no queríamos que el Dr. Peláez dejara el programa. Pero siempre llego al mismo punto: ¿entonces qué, cerramos el programa y lo acabamos, dejamos que se pierda todo lo que él y su equipo han logrado? ¿O nos ponemos al frente de toda esa gente talentosa para ayudarlos a conservar ese tesoro de la radio?

–¿Usted pidió ser el conductor de La Luciérnaga o le dijeron que asumiera ese cargo?

–Jamás pedí ese puesto, ni ningún otro que recuerde en mi vida profesional. Hace muchos meses en un corredor de Caracol Radio el propio Dr. Peláez me dijo: “Gómez, ¿usted sería capaz de manejar a todo ese circo del programa”? Y me quedé literalmente congelado. Le dije que sí, pero que no se afanara, que eso podía ser pronto o en un par de años, que contara conmigo siempre. Me dijo que no, que sería en diciembre sin duda alguna. Una y otra vez le repetí a él y a la empresa que contaran conmigo para lo que fuera menester, pero que estaba contento en la mañana y sin afanes de nada. Supongo que hubo más candidatos y, vaya uno a saber cómo se dio todo, terminé en “La Luciérnaga”.

–¿Escuchará “El Pulso del Fútbol”?

–Claro. Precisamente porque sé poco de fútbol lo escucho. Uno se entretiene aprendiendo. ¡Peláez y Mejía son como la pega epóxica! Uno queda enganchado con ese matrimonio tan disímil, pero tan magnético.

–¿Cómo afrontará “La Luciérnaga” el proceso de paz?

–Como todo fenómeno informativo. En este programa no haremos política con la información. Nunca se ha hecho y nunca se hará. Le lanzaremos rosas y dardos, depende de cómo se desenvuelva, pero siempre con el humor como espada.

–¿Qué nuevos personajes traerá “La Luciérnaga”?

–Es la coyuntura informativa la que dictará qué nuevos personajes deben estar o no estar en los micrófonos de “La Luciérnaga”.

–¿Qué pretende que sea “La Luciérnaga” en el 2015?

–Un programa que informe, entretenga y defienda a la gente.

–¿Su mamá le ha dado algún consejo para conducir “La Luciérnaga”?

–Doña María Victoria, como buena matrona paisa, tiene plena confianza en sus hijos. Espero no defraudarla.

–¿Este año aumentó el número de regalos en Navidad?

–No, fueron más o menos los mismos del año pasado. Soy un tipo común y corriente de clase media, que depende de su sueldo y mi vida social es decepcionante. El poder es una herramienta en el quehacer del periodista, pero jamás me ha interesado ser más de lo que soy. Hace muchos años que mis amigos son los mismos. Y son muy pocos.

–¿Cuál cree que debe ser el compromiso social de “La Luciérnaga” en el 2015?

–Hacer un programa ajeno a las presiones y de conceptos libres y transparentes.

–¿Dejará los programas de la mañana?

Físicamente, sí, pero tengo excelentes relaciones con mis compañeros de la mañana, con la gente de la tarde, con los de la noche y con mis colegas del fin de semana. Me gusta sentirme parte de la cadena y estaré a la entera disposición de todos para lo que me necesiten. A estas alturas de la vida no tengo pensado dejar de ser Gustavo Gómez.

–¿Qué extrañará de madrugar?

–Que me daba la oportunidad de estar en la tarde con mis hijos y mi esposa.

–¿Quién ríe más fuerte en Caracol: Risaloca o Érika Fontalvo?

–Difícil pregunta. ¿Sabe que me hará falta la risa espontánea de Érika? Mucha falta.

–¿Extrañará a Darío Arizmendi?

–Sí, es un tipo generoso y leal con su equipo. Pero seguimos siendo parte de un proyecto que se llama Caracol. También extrañaré a mis amigos de las musicales y de La W, con quienes compartíamos mucho en las mañanas.

–¿Cómo manejará el gran escuadrón de lagartos que se le aproximan?

–Con gusto escucharé a quien quiera contarme algo o darme su punto de vista, pero protegeré a capa y espada las opiniones y la independencia de mi equipo.

–¿Seguirá con sus columnas de opinión?

–Seguiré escribiendo la columna de “El País” de Cali, un periódico que adoro, siempre y cuando ellos me aguanten y haré la de “SoHo” hasta el día en que Daniel deje la dirección de la revista.

–¿Hubo empalme con Hernán Peláez?

–Conversamos un par de veces y fue muy gentil al explicarme muchas cosas del programa. En esencia, siempre tuvo buenas palabras para la gente de su equipo y, como le digo, me autorizó a conversar con ellos. Fue generoso conmigo. Se lo agradeceré siempre.

–Inicia un martes 13, ¿le tiene agüero a ese número?

–No creo en esas cosas… ¡pero me hubiera encantado arrancar el miércoles 14!

–¿Dejará que sigan imitando al pedante de Roy Barreras?

–“La Luciérnaga” no sería la misma sin Roy, que es político, poeta, literato, filósofo, estadista, médico, sociólogo, abogado… un hombre universal. Solo lo cambiaría por la imitación de Da Vinci. Desafortunadamente no sabemos cómo era la voz de Leonardo, ¡pero sí como habla Roy Leonardo Barreras Montealegre!

–¿Cómo cuidará la dieta con tantas invitaciones al restaurante de Don Jediondo?

–Don Jediondo siempre se pierde a la hora del almuerzo.

–¿El Petro de la nueva Luciérnaga hablará de las desgracias en TransMilenio?

–El Petro de “La Luciérnaga”, como el de la vida real, solo habla de maravillas que no soñó ni Isaac Asimov.

–¿Entiende los chistes de Navarro?

Si dijera que sí, mentiría. Y no estaría bien: recuerde que “La Luciérnaga” está hecha de ficciones, pero no de mentiras.

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