martes julio 16 de 2024

La Otra feria Un ejército de comerciantes informales se recorre el país con motivo de las festividades que se programan a lo largo y ancho del territorio. Manizales no es la excepción

Para este ejército de vendedores ambulantes el escenario es el mismo. Foto Samuel Salazar Nieto

Por Samuel Salazar Nieto

Manizales, 10 enero de 2023_RAM_No todo en la Feria de Manizales son eventos y protocolo. Hay actividades alrededor de ella que no están en las agendas, pero de igual manera forman parte integral de la misma, mueven la economía y son el sustento de centenares de ciudadanos dedicados al comercio informal.

Para atender los ríos humanos de visitantes que inundan el centro de la ciudad circulando por la carrera 23 desde la estación del Cable Aéreo en Fundadores hasta más allá de la Catedral Basílica de Nuestra Señora del Rosario, centenares de personas, nativas o de otras regiones, ofrecen a lado y lado de la vía una gran variedad de productos, de toda clase y para todos los gustos. Allí los turistas encuentran productos de temporada como ponchos, sombreros, manzanilla y botas taurinas; gran variedad de comida; vestuario; calzado, juguetería y joyería, así como una nutrida oferta de arte popular.

La gran mayoría está de paso por la ciudad, su estadía no irá más allá de dos semanas, pues apenas les quedará el tiempo para regresar, proveerse de mercancía y emprender una nueva aventura en otra feria o puesto.  En promedio, asisten a un evento de esta naturaleza una vez al mes.

Para este ejército de vendedores ambulantes el escenario es el mismo: la calle, donde adquieren el derecho o montan un puesto o una caseta. Los más humildes se conforman con un metro cuadrado en cualquier espacio libre para poner una parrilla y vender chuzos (pinchos), mazorcas o frutas de temporada.

“Gente ha habido bastante y de todas partes”, asegura Luisa Ramírez, una vendedora de joyería y calzado proveniente de Armenia, quien a pesar de que su presencia aquí no colmó del todas sus expectativas, “hubo ventica y gracias a Dios hicimos lo que se pudo”.

Quien si se declara satisfecho es Henry Ramírez, un microempresario proveniente de Bogotá que tiene un puesto de venta de camisetas estampadas en tinta de neón. “Mis camisetas gustan mucho a nivel nacional porque además manejo precios cómodos para el público”. Según él, durante todo el año viaja por el país exponiendo y vendiendo sus productos en las ferias más grandes.

Otro que se recorre a Colombia con su arte es Carlos Arturo Hoyos, quien vende al público pinturas de carboncillo con tiza al óleo. “La gente viene aquí porque se lleva un buen producto. Aquí les pintamos la familia y hasta las mascotas y se llevan un duradero recuerdo Feria de Manizales 2023”. Ramírez es de Manizales y hace algunos trabajos para la Universidad de Caldas, pero igual saca tiempo para estar en las ferias de los municipios del Caldas, Quindío, Risaralda y Antioquia.

De La Unión, Valle, es Orfindey, una mujer de pocas palabras que cuenta con uno de los puestos más atractivos de la carrera 23. No se queja, pues le ha ido “muy bien” en las ventas, especialmente de sombreros blancos para dama y el poncho de la Feria. Sus próximos destinos serán las fiestas de Montenegro (Quindío) Cali, Medellín y Neiva.

Otro gitano de las ventas ambulantes es Pablo Andrés Triviño, quien se declara feliz por la salida que han tenido las chanclas ultralivianas y deportivas que trajo a la Feria de Manizales. “Este es el sustento que yo tengo, de él vivo y por eso me muevo permanente por todos lados, especialmente por municipios de Cundinamarca, Valle y Caldas. Según Pablo Andrés, quien es oriundo de Villamaría (Caldas), la gente ha venido en forma masiva, han pasado por aquí colombianos y extranjeros y las ventas han sido un éxito”.

Y como hay que estar a tono con las innovaciones y los avances de la tecnología, algunos de estos vendedores ya están en la onda de no mover dinero en efectivo y se están adaptando a plataformas de pago digitales. Es el caso de César Martínez, vendedor informal de Manizales, quien en su puesto de sombreros y ponchos tiene un aviso en letras mayúsculas en el que se lee: AQUÍ PUEDES PAGAR CON NEQUI. “Mucha gente no carga efectivo y entonces hay que facilitarles para que paguen con tarjetas y plataformas”, afirma.

Para él, como manizaleño, la Feria ha tenido altas y bajas, pues las ventas caen cuando empieza a llover. “El fluido de gente es bastante mientras hace calor”, dice este joven que el resto del año se dedica a la venta de frutas y perecederos.

Se acaba la versión número de 66 de La Mejor Feria de América y comienza el regreso de turistas y de esos colombianos errantes que aquí en el centro de la ciudad sobre la Carrera 23, o en Chipre, o en el sector de El Cable o en los demás lugares donde hubo espectáculos, encontraron un lugar para el rebusque a través de las ventas callejeras.

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