miércoles diciembre 18 de 2024

Desde mi escritorio

28 junio, 2023 Opinión Andrés Hoyos

Andrés Hoyos

Empecé a escribir esta columna a las tres de la tarde del martes 20 de junio, otra forma de decir que ese día no salí a marchar. ¿Por qué, por petrista, por tibio, por…? Ninguna de las anteriores. En mi opinión, los debates del país no se deben resolver con pulsos en las calles. Igual, ese día salió muchísima gente contra el gobierno. Dicho de otro modo, Petro perdió el partido contra la oposición por lo que los narradores llaman un amplio margen. ¿4-1? Algo así. A esa misma hora, Colombia le ganaba por primera vez a Alemania, tetra campeón mundial, allá en su casa mientras en la Comisión 7ª de la Cámara se hundía la absurda reforma laboral por falta de quórum. Sumemos a eso la mala noticia del naufragio a medianoche de la reforma constitucional para permitir el uso de la marihuana recreativa a los adultos, con la pérfida supervivencia del negocio ilegal. O sea, un día de aquellos.

¿De quién es la culpa de todo ello? Del gobierno, pese a que Petro después se cepillaba la propia espalda diciendo que las encuestas que ahora le salen negativas no son importantes y que si tuviera que ser candidato de nuevo, ganaría. Vaya, vaya, aparte de que la afirmación no es nada segura, el presidente ahí muestra su clara negación de la realidad. Quisiera estar otra vez en campaña. Siente uno tener que recordarle que esos tiempos no volverán y que ahora, le guste o no, es presidente del país y debe gobernarlo de forma acertada. ¿Cómo se hace eso? Pues mínimo no como lo está haciendo él. Tan ineptos son sus agentes que, por ejemplo, no han logrado nada significativo en una materia que es esencial para los populismos: la vivienda subsidiada de interés social. Algo difícil de creer.

Por si hacía falta, durante sus encuentros con la comunidad de colombianos residentes en Francia, todos ellos proletarios, Petro insultó las marchas de la semana pasada, diciendo que solo “salió una clase media alta arribista” a decir “fuera Petro”. Inepto el presidente, pues motu proprio está dilapidando su capital político y menoscabando su gobernabilidad, antes incluso de cumplir un año en el poder y sin necesidad de ayuda de sus adversarios y enemigos, quienes la darían gratis. Le quedan tres, durante los cuales la mayoría de los éxitos y las realizaciones le serán esquivas. Las encuestas, que cuando era candidato le daban resultados favorables, le han vuelto la espalda. Obvio, ahora no les cree como entonces sí les creía. Uno de veras espera que no tenga úlcera.

Las elecciones de octubre serán el centro de la política colombiana de hoy hasta entonces. Por ejemplo, la muy probable derrota de Gustavo Bolívar en Bogotá le caería encima con todo su peso al otro Gustavo, Gustavo Petro. Bien puede pasar que, si el petrismo fracasa como parece que fracasará tras esas elecciones regionales, el campo de maniobra del gobierno se reduzca todavía más. Y ni hablar de las próximas presidenciales. Para esas el gobierno no tiene un candidato que valga cinco centavos. No veo a Roy Barreras, no veo a… nadie.

Innecesario decir aquí que las reformas, por ejemplo, la pensional o la de salud, van a tener que ir diluidas cuando el gobierno las vuelva a presentar en julio o después si quieren tener alguna posibilidad de ser aprobadas. Lo otro, claro, es que siga por la vía maximalista como va y vuelva a perder las votaciones. Escoja usted, señor presidente. Lástima, ni siquiera la legalización del cannabis la tiene fácil.

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