La literatura es una «sopa espesa» de memorias: Le Clézio
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Viajero incansable, curioso errante e investigador de viejas y nuevas culturas, el Nobel francés de Literatura Jean-Marie Gustave Le Clézio aseguró este viernes en el Hay Festival de Cartagena de Indias que la literatura no es más que «una sopa espesa» cuyos ingredientes son las memorias propias y ajenas.
Le Clézio, la estrella del décimo Hay Festival que acoge esta ciudad del Caribe colombiano, participó en un coloquio junto al escritor mexicano Juan Villoro, en el que ambos desglosaron la vida y obra del Nobel ante un público entregado que no cesó de interrumpir con aplausos en el mítico Teatro Adolfo Mejía.
«La literatura de Clézio está hecha de itinerarios», advirtió Villoro cuando presentó al invitado de honor, para agregar que «ha hecho suyo el cometido de criticar lo propio para conocer lo diverso» y asegurar que es el artífice del «pensamiento interrumpido».
Le Clézio dijo que «la imaginación está hecha de pedazos errantes y la tarea del escritor es agarrarlos, hacer memoria propia o de otros, usar esos momentos que no están colocados al tiempo y darles una especie de significación o evolución».
La literatura, explicó, es «un oficio de trabajo manual, de transformar memorias, pedazos, ruidos, sentimientos, sensaciones, de hacer sopas espesas. La tarea del escritor es usar esos elementos».
Esta concepción de la vida ha llevado a Le Clézio a crear novelas únicas, por las que ganó en 2008 el Nobel, un reconocimiento que incluye experiencias, espiritualidad y sabiduría en torno a culturas prehispánicas de Latinoamérica o conflictos africanos.
Las enciclopedias de la biblioteca de su abuela en Niza le abrieron los ojos al mundo exterior cuando era niño y vivía en una Francia asediada por la Segunda Guerra Mundial, contó hoy Le Clézio.
Allí leyó sobre la cultura prehispánica mexicana. Su curiosidad por la conquista violenta le llevó años después a vivir en Ciudad de México, donde se hizo cargo de la biblioteca del Instituto Francés. «En vez de trabajar me dediqué a leer todos los libros», dijo ante las ovaciones del público. Y es que Le Clézio ha plasmado en su literatura una realidad que, según el propio Villoro, sorprende a los propios mexicanos.
Entre otros periplos latinoamericanos contó el viaje que hizo con un curandero desde Panamá a Colombia a través del tapón del Darién, caminaron por la selva, cruzaron la frontera sin papeles con el único objetivo de que su acompañante comprara «recetas de plantas y oraciones para curar a la gente».
«Un viaje muy conmovedor», recordó Le Clézio, al lamentar que exista la creencia, especialmente en Occidente, de que los indígenas son mundos desaparecidos: «las poblaciones están vivas, las culturas se han transmitido», insistió.
No obstante, dejó claro que «hay que deshacer el mito de que los indígenas antiguos fueron una sociedad perfecta» porque eran comunidades de servidumbre, desde los aztecas a los incas.
Pero sí valoró que «eran sociedades muy desarrolladas» en términos de lo que hoy se entiende por modernidad: «respetaban la naturaleza, no cortaban una flor sin orar o pedir perdón, mantenían el equilibrio entre la naturaleza y el ser humano».
«Las comunidades que hoy sobreviven practican ese equilibrio, hay que respetar eso; pero no son sociedades perfectas todavía, a veces son violentas», dijo, para advertir que también «son víctimas de la sociedad moderna».
Le Clézio habló de África, donde su padre vivió; de su abuela, de su madre y de su esposa, mujeres de las que ha extraído memorias que han quedado plasmadas en sus libros, en esas «sopas espesas». Pero algunos viajes, como el que transcurrió por Panamá y Colombia, «no han resultado en libros sino en la formación de mi alma, han sido importantes para inventar mi propia persona», puntualizó.
«Cuando escribo no me decido a hacerlo sobre países o viajes, lo que me gusta es inventar utilizando la memoria de otros, construyendo elementos de memoria», afirmó.
Puso como ejemplo cuando pensó en escribir sobre la guerra de Biafra (Nigeria), pero terminó haciendo una novela sobre el reencuentro con su padre, quien había vivido en 1968 aquella tragedia.
En la obra de Le Clézio «hay momentos duros de guerra e injusticias, pero también entrañables de resistencia humana y esperanza», le apuntó Villoro durante el coloquio.
A lo que el novelista respondió: «la literatura es un mundo muy especial porque hay cosas extraordinarias, la historia del mundo está llena de grandes crímenes, guerras, pero también de microhistorias».
Son esas microhistorias las que marcan la diferencia en la obra de Le Clézio, para quien «la literatura ofrece una nueva vía a la realidad, una forma de realidad que no tiene nada que ver con la que nuestros ojos ven».