Contraplano Una visita que merece respeto
Por Orlando Cadavid Correa
Resulta bochornoso, por decir lo menos, el zaperoco que ha armado el partido de oposición con el solo anuncio de la visita que hará a Colombia en el primer semestre del próximo año el papa Francisco, carismático personaje de la talla mundial que ha demostrado en diferentes escenarios que es un adalid de la paz en todo el orbe.
El insensato proceder de querer atribuirle una connotación politiquera a la presencia del pontífice en nuestro país, nos hace quedar muy mal parados ante el resto del planeta. La nación paga por culpa de los odios viscerales de Uribe. Todo lo que haga Santos le produce urticaria.
¿Por qué no le ha dado su beneplácito el ex presidente a la venida de Su Santidad y prefiere levantar polvareda?
Son cinco las hipótesis: 1) Porque no se le consultó previamente si se invitaba o no al papa, gestión que dejó adelantada, en la ciudad eterna, el ex embajador Germán Cardona. 2) Porque el gobierno no se comprometió con Uribe y su séquito a abstenerse de utilizar la visita pontificia como un espaldarazo a la paz. 3) Porque no se le garantiza que Uribe, José Obdulio, Paloma y el resto de la bancada puedan someter a revisión previa los textos de las homilías papales, no sea que se le deslice alguna bendición para los diálogos de La Habana. 4) Que en las recepciones en honor del papa no haya representantes del pabellón legislativo de La Picota y del ala de fugitivos del CD, escondidos en el exterior para evadir la acción de la justicia. 5). Que el nuncio apostólico, Ettore Balestrero, y la Conferencia Episcopal que preside monseñor Luis Augusto Castro no hayan tenido en cuenta a Uribe, su máximo jefe, a la hora de extenderle la invitación al líder mundial de la cristiandad. El embajador vaticanista sostiene que el sucesor de Pedro viene a unir, no a dividir.
Otras preguntas alrededor de este episodio, tan propio de la picaresca nacional: A) ¿Le preguntarían en Roma al cardenal Darío Castrillón si podría molestarse Uribe con la invitación al papa? B) ¿Existe alguna posibilidad de que el papa cancele su viaje a Colombia, ante la “calentura” de Uribe? C) ¿Qué dirá de este zafarrancho el confeso camandulero Alejandro Ordóñez, el procurador, que comparte con el ex presidente paisa la jefatura de la oposición a Santos? D) Porque Uribe no simpatiza con la venida del papa a Colombia, en los primeros meses de 2016, ¿habrá peligro de que sea muy precaria la asistencia de fieles a los actos que encabezará en territorio patrio, donde volverá a demostrar, seguramente, que es el más taquillero? E) ¿El CD dejará en libertad a sus adeptos para que concurran, si quieren a las movilizaciones del papa? F) Tal vez porque los opositores del pasado recurrían a maneras más limpias de hacer política, los presidentes Lleras Restrepo y Betancur Cuartas pudieron manejar sin sobresaltos las históricas visitas de los papas Paulo VI, en 1968, y Juan Pablo II, en 1986.
Se nos iban quedando en el tintero dos preguntas finales: Una: La senadora Paloma Valencia, la cerebral autora del “apartheid” para el Cauca, ¿presentará un proyecto de ley restringiendo en el futuro el ingreso al país de personajes de gran estatura mundial cuya presencia pueda ser capitalizada políticamente por el enemigo que detenta el poder ejercido en el pasado por su abuelo “con profunda emoción patriótica”?
La apostilla: La otra: ¿Ya le habrán contado en Roma al papa Francisco que Uribe, el único colombiano que ha puesto el grito en el cielo por su visita de 2016 a nuestro país, es el mismo que pasó a la historia en los anales de las audiencias pontificias, en el Vaticano, porque como presidente cometió la gran torpeza de tratar de terciarle, a la brava, al Papa Juan Pablo II un carriel jericoano que le había llevado como presente. ¡Qué oso polar, Dios mío!