La determinación de Colombia merece apoyo
Washington, 5 de Mayo_ RAM_ – La propagación del Estado Islámico (EI) y su propaganda incendiaria representa un desafío intimidante para los Estados Unidos y sus aliados. La buena noticia es que sabemos cómo ganar esta batalla, y Colombia nos ha mostrado el camino.
Colombia nos ha enseñado que la clave para derrotar a los grupos armados ilegales y violentos es un gobierno fuerte y responsable que proteja a sus ciudadanos, defienda el estado de derecho, combata la corrupción y amplíe las oportunidades económicas para todos. Nos enseñó que la inclusión, la tolerancia y los valores democráticos son poderosos antídotos para las doctrinas políticas. Y también nos enseñó que la batalla de la narrativa es quizás la más importante de todas.
Al igual que el EI y Al Qaeda, los grupos como las FARC, la organización guerrillera en Colombia, apuntan deliberadamente su propaganda esperando llegar a audiencias comprensivas. También esperan evitar el castigo por cinco décadas de crímenes contra la humanidad, incluyendo el uso regular de minas terrestres y de artefactos explosivos improvisados (IED, por sus siglas en inglés) que han asesinado o mutilado a miles de soldados y civiles colombianos.
A través de estaciones de radio operadas por ellos mismos, sitios web, redes sociales y entrevistas televisivas, las Farc quieren mostrarse ellas mismas como víctimas, en lugar de reconocer sus actos de violación de los derechos humanos y su participación en el tráfico de drogas. El grupo intenta presentarse como campeón de la justicia social para las minorías y los pobres, cuando la realidad es que la violencia de las Farc ha dado como resultado el desplazamiento de inocentes y la destrucción de sus medios de subsistencia a lo largo de todo el país.
En entrevistas y declaraciones de prensa, las Farc afirman que las fuerzas militares colombianas han fallado en su esfuerzo por derrotarlas. También dicen que las fuerzas militares colombianas desconocen los derechos humanos y oprimen al pueblo colombiano. La verdad es que las fuerzas militares colombianas han debilitado a las Farc, permitiendo que el gobierno colombiano comience a trazar el camino hacia la paz.
Las fuerzas militares se han capacitado en derechos humanos y están compartiendo su experiencia con sus atormentados vecinos de Centroamérica. Y se están preparando para un nuevo papel en una Colombia posconflicto, un papel enfocado en el mantenimiento de la paz internacional y el apoyo de operaciones de la coalición. Por supuesto, ésta es la historia que las Farc no quieren que el mundo conozca: que Colombia tiene la fortuna de contar con unas fuerzas armadas profesionales comprometidas en la protección de los derechos humanos y el apoyo a una paz justa e igualitaria. La época de las Farc en la que usaban la violencia para fines políticos se acabó, y gracias al valor del gobierno colombiano y a sus fuerzas militares, el tiempo de la paz y la prosperidad está apenas comenzando.
Uno de los principales facilitadores del éxito colombiano, el principal en mi opinión, ha sido su notable voluntad y compromiso nacional para encontrar “soluciones colombianas para problemas colombianos”. Los colombianos están plenamente comprometidos en esta lucha. Nuestro apoyo a través del Plan Colombia fue solo una pequeña fracción de las decenas de miles de millones de dólares que el gobierno colombiano ha invertido para sacar al país del abismo y forzar a un adversario comprometido a sentarse en la mesa de negociación.
Lo hicieron por sí solos, a un costo elevado de sangre y recursos colombianos. Lo lograron contra enemigos que durante décadas han sido violadores en serie de los derechos humanos en formas que personalmente me sorprende, no han recibido mayor atención ni condena pública. Lo hicieron construyendo instituciones sólidas, promoviendo el desarrollo económico inclusivo, estableciendo programas robustos de justicia social para tratar décadas de desigualdad y garantizar la rendición de cuentas y la justicia para las víctimas de las violaciones de los derechos humanos. Así, los colombianos nos han mostrado el camino para derrotar grupos como el Estado Islámico: defendiendo los valores que ellos amenazan, la democracia, la libertad y los derechos humanos.
Colombia merece nuestra admiración y nuestro total apoyo. Y es por eso que los Estados Unidos y la comunidad internacional están de su lado durante el proceso de paz. Para los Estados Unidos este apoyo no solo se basa en la historia compartida, se basa en la importancia permanente de Colombia para nuestros intereses nacionales.
Tenemos la suerte de tener una relación especial con un puñado de países en todo el mundo. Estas relaciones las hemos construido con países que contribuyen a la seguridad regional, países a los que consideramos nuestros mejores amigos y aliados incondicionales, y países que nosotros y el mundo, reconocemos como líderes y promotores de los valores universales que todos apreciamos.
Colombia claramente juega ese papel en Latinoamérica. Al igual que su determinación para combatir a las Farc, nuestro apoyo será inquebrantable, mientras trabajamos juntos por una Colombia completa y finalmente en paz.
El general John F. Kelly perteneciente al cuerpo de marines de los estados unidos es el comandante del comando sur de los EE. UU.
Publicado EN The Miami HERALD