Ricardo Bonilla, uno de los hombres más valiosos del gobierno de Gustavo Petro hasta el momento, cayó por el escándalo que hay en este momento y también porque se atrevió a hacer una demanda donde tocaba al gerente de Ecopetrol y al hermano de la primera dama la señora Alcocer. A veces pensamos que las cosas se pueden manejar como se manejan en el fútbol, que cuando no funcionan todo va a ser mejor si sacamos al técnico, antes de pensar soluciones más concretas
Entre los cambios que se dieron luego de la aprobación de la Constitución del 91, está la transformación del sistema de justicia que nos venía de la Nueva Granada, en el cual el poder judicial investigaba, acusaba y absolvía o condenaba. Pero el afán de novedad, que por esos años se apoderó del país, llevó a considerar que la anterior constitución, en estos asuntos, entre otras, nos había congelado en el siglo XIX.
El tema de la I.A. se ha vuelto ineludible. Que va a poner al mundo patas arriba, que ya lo puso, que después va a usurpar el mando, según muchos espectadores recordamos que hace el gran computador al final de Odisea del espacio, la película de Kubrick. Pues bien, les tengo noticias a los lectores: nada de esto parece que va a suceder.
A lo largo de la historia, las negociaciones de paz son vistas como una esperanza en conflictos prolongados. Sin embargo, cuando estas negociaciones no se sostienen con una presión militar contundente, se convierten en una trampa que, lejos de resolver el conflicto, lo agrava al permitir la expansión territorial de organizaciones armadas criminales.
El cine y la literatura son artes que tienen una expresión diferente. El primero lo hace a través de las imágenes que muestran los movimientos y los sonidos (aquí están incluidos los diálogos) con los que se narra una historia. La literatura expresa con letras (literatura significa, letras) -que conforman palabras- las ficciones que un escritor imagina sobre situaciones personales y colectivas del ser humano. Por tanto, un guion de cine “se basa” en una obra,
El artículo 20 de la Constitución establece que todas las personas tienen derecho a expresar y difundir sus opiniones y pensamientos. Esta semana vivimos un episodio lamentable en nuestro Congreso, en donde además las opiniones de los parlamentarios tienen un fuero especial del que gozan para efectos jurídicos.
Podría pensarse que, los alborotos que surgieron dentro del “petrismo”, desde el rifirrafe entre Laura Sarabia y Armando Benedetti, cuando afloraron luchas por el poder, rencillas y comprometedores secretos, se habrían sepultado para siempre. La reaparición del hombre que, conoce y tiene in pectore aquello de los 15 mil millones que entraron a la campaña que llevó a su jefe a la presidencia, ha dado mucho de qué hablar, pensar, temer y pronosticar sobre lo malo y lo bueno que puede llegar
Si viajar por la mal llamada «autopista norte» representa un recorrido «endiablado» hacerlo por la vía del sur es algo infernal y que provoca graves problemas. En el trayecto por la vía Sumapaz, entre Fusagasugá y Bogotá y viceversa, los viajeros gastamos más de 5 horas; así sucede actualmente.
Me da pena con Gustavo Petro, con mis colegas periodistas, con los medios masivos, con los alternativos y los demás, y con toda la opinión pública nacional, pero les tengo que decir que en este país no hay libertad de prensa. Me motivan esta reflexión los informes recientes de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP),