El presidente Santos fija plazo al proceso de paz
El presidente de la República, Juan Manuel Santos, le puso plazo al proceso de paz este domingo al explicar en alocución el anuncio de desescalamiento del conflicto que se realizó en La Habana, Cuba, por parte de los negociadores del Gobierno y de las Farc.
“Vamos a estar vigilantes sobre lo que hoy se pactó. Y en 4 meses a partir de ahora, dependiendo de si las FARC cumplen, tomaré la decisión de si seguimos con el proceso o no”, dijo el primer mandatario.
Durante su alocución realizada en la noche de este domingo, el presidente Juan Manuel Santos anunció que los negociadores del Gobierno y de las Farc «definieron un plan para llegar sin demoras a la firma del Acuerdo Final y determinaron trabajar sin descanso hasta concretar los puntos pendientes».
Según el mandatario, ambas partes acordaron avanzar en los puntos relacionados con el cese al fuego bilateral y dejación de armas. «Todo esto bajo un sistema de monitoreo y verificación con presencia internacional».
Estos puntos se venían discutiendo en una subcomisión conformada por militares y policías en servicio activo. Esta contará con el apoyo de un delegado del Secretario de Naciones Unidas y de Uruguay, dada la experiencia de este país en el tema.
«Las Farc hoy se comprometieron a mantener la suspensión unilateral de todo tipo de acciones ofensivas (…) y si ellos suspenden su ofensiva contra el país, nosotros también procederemos a desescalar las acciones militares», señaló Santos, quien precisó que esto solo se llevará a cabo si las Farc cumplen.
«Si no cumplen, estarán listas para enfrentarlas, con la determinación y contundencia con que siempre lo han hecho», agregó.
El periodo de tiempo que ambas partes pactaron para evaluar los efectos de desescalamiento y de tregua unilateral fue de 4 meses a partir de este domingo. Una vez terminado dicho tiempo se decidirá si continuar o no.
Santos aclaró que con esto «no vamos a desproteger ni un segundo a los colombianos».
No obstante dicho desescalamiento «no es un cese al fuego bilateral, pero sí es un avance para humanizar la guerra, para evitar más víctimas, mientras se llega a un acuerdo definitivo», dijo el mandatario.
En su alocución, el Presidente Santos indicó que lo que falta en le proceso es el tema “más complejo”, “el de cómo lograr el máximo de justicia que nos permita la paz.
“Este es el punto que va a definir si hay o no paz, y tenemos que superarlo. Ese es el reto. Si llegamos a un acuerdo sobre ese aspecto de la justicia, podremos decir –sin lugar a dudas– que estamos al otro lado”, precisó.
El Jefe de Estado indicó que mientras se avanza en la discusión para llegar a un acuerdo final y en la definición de los términos para un cese el fuego y de hostilidades de carácter bilateral, es “urgente volver a desescalar el conflicto, reducir la intensidad de la guerra”.
Esto, porque aunque se ha venido hablando en medio de la guerra, los colombianos han rechazado los ataques que la guerrilla ha seguido realizando y que pesan en la negociación: “Hay que comenzar ya a frenar las muertes, la destrucción y el dolor que deja cada día este enfrentamiento absurdo”, dijo.
“En esta dirección, las FARC hoy se comprometieron a mantener la suspensión unilateral de todo tipo de acciones ofensivas. Y si ellos suspenden su ofensiva contra el país, nosotros también procederemos a desescalar las acciones militares”, señaló.
El Presidente Santos fue enfático al indicar que las Fuerzas Armadas sí están listas para un desescalamiento gradual de las acciones pero, siempre y cuando, las Farc cumplan con la tregua unilateral que comienza el próximo 20 de julio.
“Si no cumplen, estarán listas para enfrentarlas, con la determinación y contundencia con que siempre lo han hecho”, señaló Santos.
El Jefe de Estado reiteró que el desescalamiento anunciado no implicará, ni por un segundo, desproteger a los colombianos y que no se trata de un cese bilateral, más si de “un avance para humanizar la guerra, para evitar más víctimas, mientras se llega a un acuerdo definitivo”.
“Los colombianos necesitan hechos de paz para recuperar la confianza en el proceso. Y eso es lo que ha ocurrido hoy en La Habana: se ha tomado una decisión que nos da una nueva luz de esperanza para llegar a un acuerdo final”, señaló Santos.
El acuerdo anunciado en La Habana este domingo para fijar los términos del cese el fuego bilateral y para la dejación de armas tendrá un sistema de monitoreo y de verificación con presencia internacional.
El cese al fuego y la dejación de armas se vienen discutiendo en una subcomisión donde hay militares y policías en servicio activo del más alto rango, lo que, señaló el Presidente, “da la tranquilidad y la confianza de que lo que se pacte se hará bien”.
Se definió que esta subcomisión cuente con el apoyo de un delegado del Secretario General de Naciones Unidas y un delegado del Uruguay, país con amplia experiencia en el tema. Ambos países ayudarán al monitoreo y verificación, que es una condición indispensable para que un posible cese al fuego tenga suficiente garantías.
Esperamos que se avance más
El Presidente Santos recordó que el cese al fuego y la dejación de armas se vienen discutiendo en una subcomisión donde hay militares y policías en servicio activo del más alto rango, lo que da la tranquilidad y la confianza de que lo que se pacte se hará bien.
Y dijo que hoy se definió que esta subcomisión cuente con el apoyo de un delegado del Secretario General de Naciones Unidas y un delegado del Uruguay, que es el país que más experiencia tiene en este tema.
“Ellos van a contribuir al monitoreo y verificación, que es una condición indispensable para que un posible cese al fuego le dé garantías y confianza al pueblo colombiano”, sostuvo el Mandatario.
Consideró que con este refuerzo de la comunidad internacional que tanto ha apoyado el proceso, “esperamos que se avance más, se avance mejor y más rápido en este punto fundamental”.
Señaló que, mientras tanto, es urgente volver a desescalar el conflicto y reducir la intensidad de la guerra.
“Porque hemos venido hablando en medio de la guerra, pero los colombianos cada vez entienden menos que en La Habana se hable de paz mientras en Colombia continúan los ataques y los muertos. Hay que comenzar ya a frenar las muertes, la destrucción y el dolor que deja cada día este enfrentamiento absurdo”, agregó.
‘Vamos a estar vigilantes’
El Jefe de Estado recordó que, en esta dirección, las Farc hoy se comprometieron a mantener la suspensión unilateral de todo tipo de acciones ofensivas.
“Y si ellos suspenden su ofensiva contra el país, nosotros también procederemos a desescalar las acciones militares”, dijo.
Al respecto el Mandatario afirmó que “nuestras Fuerzas Armadas están listas para un gradual desescalamiento, si las Farc cumplen. Si no cumplen, estarán listas para enfrentarlas, con la determinación y contundencia con que siempre lo han hecho”.
“Vamos a estar vigilantes sobre lo que hoy se pactó. Y en 4 meses a partir de ahora, dependiendo de si las Farc cumplen, tomaré la decisión de si seguimos con el proceso o no”, enfatizó el Jefe de Estado.
“Que quede claro: no vamos a desproteger ni un segundo a los colombianos. Este desescalamiento no es un cese al fuego bilateral, pero sí es un avance para humanizar la guerra, para evitar más víctimas, mientras se llega a un acuerdo definitivo”, reiteró.
‘Parar la guerra para siempre’
De acuerdo con el Presidente Santos, “los colombianos necesitan hechos de paz para recuperar la confianza en el proceso. Y eso es lo que ha ocurrido hoy en La Habana: se ha tomado una decisión que nos da una nueva luz de esperanza para llegar a un acuerdo final”.
“Tenemos que lograrlo –y a pesar de las dificultades, que no niego– vamos a lograrlo, con el apoyo del país, y del mundo entero que también nos mira con esperanza e interés”, dijo el Mandatario.
Y reafirmó que “la paz que logremos será una paz justa, digna, sin impunidad, –pero sobre todo– una paz necesaria. Porque Colombia tiene todo el derecho a crecer sin guerra, a vivir en normalidad, a que nuestros niños vivan felices y sin miedo”.
El Jefe de Estado garantizó que en los diálogos de La Habana se mantendrán las líneas rojas: “No se discute nuestro sistema democrático, ni nuestro modelo económico, ni la propiedad privada, ni el tamaño ni el futuro de nuestras Fuerzas Armadas, ni ningún tema –¡ninguno!– que esté por fuera de la agenda preestablecida”, dijo.
Y puntualizó que “lo que queremos no es un cese de hostilidades de unos meses, sino parar la guerra para siempre”.
Alocución del Presidente Juan Manuel Santos sobre el proceso de paz con las Farc
El 7 de agosto de 2010 –al posesionarme como Presidente– dije que la llave de la paz no se había perdido y que la usaría cuando lo viera posible, porque los colombianos no podemos estar condenados a la guerra.
Así fue… A fines de 2012, luego de varios meses de aproximaciones, comenzó un proceso de paz con las FARC ¬serio, responsable– que es el que más lejos ha llegado en nuestra historia.
Siempre supe –y así lo dije a los colombianos– que sería difícil, que sería complejo, que habría obstáculos…
Y dije que asumía la responsabilidad y que pondría en juego todo mi capital político, lo cual no importa nada –absolutamente nada– frente al objetivo mayor de la paz.
Yo, como todos los colombianos, inicié este proceso con mucho escepticismo, un escepticismo que ha tenido altas y bajas.
Pero quisimos –por encima de esa natural desconfianza– darle una oportunidad a la paz, y lo hicimos de forma que no significara un riesgo adicional para los colombianos.
Por eso adelantamos el proceso fuera del país y no despejamos ni un centímetro de nuestro territorio.
Por eso buscamos y contamos con el acompañamiento de la comunidad internacional.
Por eso fijamos una agenda concreta, de cinco puntos, para que las conversaciones no fueran interminables.
Por eso trazamos unas líneas rojas, que las hice explícitas desde el principio, que se han mantenido y se mantendrán hasta el fin del proceso.
¿Y qué significan esas líneas rojas? Que en La Habana no se discute nuestro sistema democrático, ni nuestro modelo económico, ni la propiedad privada, ni el tamaño ni el futuro de nuestras Fuerzas Armadas, ni ningún tema –¡ninguno!– que esté por fuera de la agenda preestablecida.
Cada decisión, cada paso, han sido planeados, analizados, estudiados a profundidad, pues desde un principio hemos tenido claro a dónde queremos llegar.
E hicimos otra cosa para evitar riesgos a los colombianos. Algo que es muy difícil de entender, pero es lo mejor:
Iniciamos las negociaciones en medio del conflicto, en medio de la guerra. ¿Y por qué?
Porque la experiencia nos ha demostrado que discutir desde el principio el cese al fuego hace que la negociación se centre en eso y no se avance en los temas de fondo.
Porque no podíamos permitir que la guerrilla aprovechara de nuevo esos espacios para fortalecerse militar o políticamente.
Porque, sin presión militar, se generaría un incentivo perverso para dilatar las negociaciones.
Porque lo que queremos no es un cese de hostilidades de unos meses, sino PARAR LA GUERRA PARA SIEMPRE.
Y, en medio del conflicto, hemos logrado más que nunca.
No solo los tres acuerdos que ya tenemos sobre desarrollo rural, sobre participación política y sobre lucha contra las drogas ilícitas.
También se ha escuchado a las víctimas –que por primera vez están en el centro de la solución del conflicto–.
Y estamos muy avanzados en la discusión sobre cómo satisfacer sus derechos a la reparación, a la verdad y a la no repetición.
Lo que falta es el tema más complejo, que es el de cómo lograr el máximo de justicia que nos permita la paz.
Este es el punto que va a definir si hay o no paz, y tenemos que superarlo. Ese es el reto.
Si llegamos a un acuerdo sobre ese aspecto de la justicia, podremos decir –sin lugar a dudas– que estamos al otro lado.
Por supuesto, no puedo desconocer –porque yo también lo siento– la frustración, el desaliento, la indignación que produce en nosotros los colombianos ver a unas FARC que siguen asesinando soldados y policías, y volando oleoductos y torres de energía, afectando a los más humildes y produciendo en el medio ambiente daños irreparables.
No es nada distinto a lo que han hecho siempre, pero ahora –cuando tenemos una esperanza de paz– esos hechos se vuelven más dolorosos y absurdos que nunca.
Yo sé que muchos colombianos tienen miedo, que muchos colombianos tienen rabia, muchos colombianos han perdido la confianza en el proceso de paz…
¿Cuál es la alternativa? ¿Pararnos de la mesa para que la guerra siga, y botar la llave de la paz de una vez por todas? ¿O asumir el costo de seguir hablando en medio del conflicto y llegar a un acuerdo lo más pronto posible, en un proceso que ha avanzado como nunca antes?
Yo creo que no podemos tener miedo… A la paz no hay que tenerle miedo, a la guerra sí.
Por eso para mí la respuesta es muy clara: Hay que ACELERAR las conversaciones para llegar cuanto antes al fin del conflicto.
Y eso –precisamente– es lo que se acordó hoy en La Habana:
Hoy los negociadores del Gobierno y de las FARC definieron un plan para llegar sin demoras a la firma del Acuerdo Final y determinaron trabajar sin descanso hasta concretar los puntos pendientes.
Y decidieron avanzar –también sin demoras– en la definición de los términos del Cese al Fuego y de Hostilidades Bilateral y Definitivo y de la Dejación de Armas. Todo esto bajo un sistema de monitoreo y verificación con presencia internacional.
El cese al fuego y la dejación de armas se vienen discutiendo en una subcomisión donde hay militares y policías en servicio activo del más alto rango, lo que nos da la tranquilidad y la confianza de que lo que se pacte se hará bien.
Y hoy se definió que esta subcomisión cuente con el apoyo de un delegado del Secretario General de Naciones Unidas y un delegado del Uruguay, que es el país que más experiencia tiene en este tema.
Ellos van a contribuir al monitoreo y verificación, que es una condición indispensable para que un posible cese al fuego le dé garantías y confianza al pueblo colombiano.
Así –con este refuerzo de la comunidad internacional que tanto ha apoyado el proceso– esperamos que se avance más, se avance mejor y más rápido en este punto fundamental.
Pero, mientras tanto, es urgente volver a desescalar el conflicto, reducir la intensidad de la guerra.
Porque hemos venido hablando en medio de la guerra, pero los colombianos cada vez entienden menos que en La Habana se hable de paz mientras en Colombia continúan los ataques y los muertos.
Hay que comenzar YA a frenar las muertes, la destrucción y el dolor que deja cada día este enfrentamiento absurdo.
En esta dirección, las FARC hoy se comprometieron a mantener la suspensión unilateral de todo tipo de acciones ofensivas.
Y si ellos suspenden su ofensiva contra el país, nosotros también procederemos a desescalar las acciones militares.
Pero entiéndase bien: Nuestras fuerzas armadas están listas para un gradual desescalamiento, si las FARC cumplen. Si no cumplen, estarán listas para enfrentarlas, con la determinación y contundencia con que siempre lo han hecho.
Vamos a estar vigilantes sobre lo que hoy se pactó. Y en 4 meses a partir de ahora, dependiendo de si las FARC cumplen, tomaré la decisión de si seguimos con el proceso o no.
Que quede claro: no vamos a desproteger ni un segundo a los colombianos.
Este desescalamiento no es un cese al fuego bilateral, pero sí es un avance para humanizar la guerra, para evitar más víctimas, mientras se llega a un acuerdo definitivo.
Los colombianos necesitan hechos de paz para recuperar la confianza en el proceso.
Y eso es lo que ha ocurrido hoy en La Habana: se ha tomado una decisión que nos da una nueva luz de esperanza para llegar a un acuerdo final.
Tenemos que lograrlo –y a pesar de las dificultades, que no niego– vamos a lograrlo, con el apoyo del país, y del mundo entero que también nos mira con esperanza e interés.
La paz que logremos será una paz justa, digna, sin impunidad,
–pero sobre todo– una paz necesaria. Porque Colombia tiene todo el derecho a crecer sin guerra, a vivir en normalidad, a que nuestros niños vivan felices y sin miedo.
Colombianos:
Había que pisar el acelerador. Y lo estamos haciendo.
La semana pasada estuve en una reunión muy emotiva con miles de campesinos.
Ellos son los que más sufren la guerra, ellos son los que más sufren la pobreza que deja el conflicto.
¿Y saben qué me dijeron? “¡Siga adelante, Presidente! ¡Persevere! ¡No nos resignemos a seguir en guerra!”
Y eso es lo que estamos haciendo.
Hoy, con estos nuevos avances, por fin veo clara la luz al final del tunel. Y esto me llena de confianza y esperanza.
Vamos a lograr esa paz que ha sido tan esquiva.
Los invito a todos a creer. A pesar de tantas dificultades, vamos por el camino correcto.
Acompáñenme en esta recta final. La paz es de todos.
La paz está en las manos de todos.
Buenas noches.