miércoles noviembre 27 de 2024

El combate de un tigre

27 enero, 2014 Opinión

esteban jaramillo

Por Esteban Jaramillo Osorio.

Falcao es único. Corazón noble y resistente, sin rencores; arrolladora fuerza espiritual, profesionalismo al tope, ídolo sin límites  que nunca empequeñece el alma  encandilado por la fama y no  hace la rebeldía pública un negocio.

Falcao que tiene la medida exacta de su dramática situación,  sabe, porque ya lo vivió, lo que es caer y levantarse.  Lo que significa una piedra en el camino como obstáculo mayúsculo. Frente a ella no se inclina porque los hombres elegidos son así: más fuertes que la adversidad. Falcao es uno de ellos, un elegido.

Su lesión ha tenido eco internacional y un efecto profundo entre la afición que lo ama. En una exhalación, el sueño del mundial se escapó de sus manos y entro con él, de urgencias, al quirófano. Entre ruegos y optimismo, contradiciendo, si es el caso, a la ciencia, los  hinchas esperan su regreso.

Tanto se ha dicho, tanto se ha escrito sobre este episodio maldito. Palabras sabias, de expertos respetables; necias habladurías; oportunismo cínico;  miles de frases de aliento, genuinas; show mediático. De todo en la explotación descarada del drama del héroe, por encima del dolor del hombre que se debate entre incertidumbres, que se aferra a Dios como su única y vital esperanza.

Falcao saldrá airoso. Su viacrucis  tendrá fin por encima de que este o no  en el mundial, con su poder goleador autentico. Se sabe que el país y el fútbol lo necesitan, pero prioridad máxima será verlo de vuelta, restablecido, sin importar los tiempos, sin la insensible ilusión de creer que solo con él Colombia logrará triunfos en el mundial. Falcao ha cumplido gran parte de la tarea. Sus goles fueron fuerza indomable en el camino de la clasificación y su nombre lleva rato encaramado en los altares sublimes del futbol mundial. El colombiano de mayor reconocimiento. El impacto de su ausencia perdurara con novelesco suspenso y mientras él luche entre silencios y  esfuerzos, muchos de nosotros estaremos en el  afectivo monitoreo de su restablecimiento.

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