Me incomoda, como a todo columnista , tener que citarse uno mismo para argumentar ante nuevos hechos que se van desgranando en la activa realidad colombiana. Pero entre comillas recuerdo lo que escribí el 30 de septiembre en los medios que publican mis columnas y que dirigí en especial a los catastrofistas de todas las pelambres : » Con la firma de De la Calle y Márquez para que se cree un Tribunal de Transición no llegó la hecatombe ni el acabose. Es apenas el ESBOZO de un cuerpo judicial cuyo ejercicio de sus funciones no podemos calcular en el tiempo…..Yo por mi parte no me voy a desvelar pensando en el Tribunal de Justicia Transicional…..Cuando arranque en sus funciones, defina con claridad su competencia y quede incrustado en nuestra organización constitucional y legal , ya lo veremos. Lo que puedo vaticinar, sin que tenga bola de cristal, es que el camino será culebrero, como decimos los campesinos de las breñas caldenses. Faltan muchos temas por decantar y mucha pólvora por quemar…». » Es que se trató de algo tan gaseoso, tan en el aire , lo que se presentó en Cuba como piedra angular del proceso de terminación del conflicto, que decidí darme una espera suficiente para abordar el tema, por lo menos hasta que sepa si se ratifica o no por los medios que sean, TODO lo acordado en La Habana entre la institucionalidad y la subversión. Yo siempre me he referido a la terminación del conflicto y no al proceso de paz, porque este solo comenzará cuando dejemos de matarnos por tener ideas distintas sobre el Estado, y perdóneseme la digresión. Botar corriente sobre lo que es apenas una mera expectativa, no es recomendable. Cada día trae sus propios designios. Y el escepticismo es una posición racional, aun cuando ante el noble propósito de acabar una guerra siempre hay que cruzar los dedos para que se obtengan los resultados pretendidos. Parece un oxímoron pero mi escepticismo es esperanzador.
El aparatoso escrito de 75 puntos sobre la Justicia Transicional, ante las cámaras de televisión de todo el mundo, en carpeta de fino cuero, se lo pasaron a Humberto de la Calle y a Luciano Marín Arango, para que lo suscribieran. Habrá que conocer el » histórico » documento, para saber si el delegatario guerrillero firmó como Iván Márquez o como Luciano Marín Arango, ojo, porque no faltará el santanderista que pida la nulidad de lo actuado. Y se dijo y se escribió que los colombianos estábamos a tiro de piedra de acabar nuestra lucha fratricida y que el Papa y que Obama y que la Onu y que el Premio Nobel etc, etc. Pero nadie supo en ese instante, que por fortuna De la Calle había escrito al margen del papel una frase, inteligente, analítica, valiente, responsable, sin dejarse deslumbrar por los reflectores ni por el espectáculo, esta sí con marco relevante : » documento en proceso «. Y comenzaron a desinflarse los globos. Y la guerrilla y los opositores a lo de La Habana, en una coincidencia inusual , a exigir que se dieran a conocer íntegros los 75 puntos redactados en lenguaje cripto – jurídico por los Abogados de las partes. Los de la guerrilla para aprovecharse, marrulleramente , de los vacíos e incongruencias detectadas por De la Calle y sus compañeros de delegación y los politiqueros en Colombia , encabezados por el Procurador General de la Nación, para fabricar banderas electorales y descalificar los grandes avances de la mesa negociadora en busca del cierre de la balacera. Sin ese «documento en proceso » , precisiones indispensables como las relacionadas con el secuestro y la amnistía, lo de la extradición y las condiciones de la restricción efectiva de la libertad para los rebeldes en armas, serían simples saludos a la bandera.
Pero las aguas volvieron a su cauce. En Derecho y en política las cosas se deshacen tal como se hacen. La institucionalidad y las Farc, asesoradas por los países garantes , le pidieron a los abogados Manuel José Cepeda, Juan Carlos Henao, Douglass Cassel, Alvaro Leyva, Enrique Santiago y Diego Martínez, que se reunan este fin de semana en Cuba para refinar y blindar lo de la Justicia Transicional. Quedamos pendientes de lo que re exploren los juristas, para continuar navegando en el proceloso mar de los entendimientos anti belicistas.