Las siete masacres que marcaron a Colombia
La masacre de las bananeras, perpetrada por la fuerza pública en contra de los trabajadores de la United Fruit Company, en Ciénaga – Magdalena en 1928, marcó una era. Sesenta años después, en 1988, la masacre de Segovia – Antioquia anunció la racha de sangre que se veía venir con los “paramilitares”, violentos grupos armados al margen de la ley, que durante 15 años consecutivos sembraron el terror en gran parte del territorio nacional, sin dejar de lado, por supuesto, las masacres cometidas por las guerrillas de las Farc.
El Centro Nacional de Memoria Histórica tiene registradas, desde 1991 y hasta 2012, un total de mil 983 masacres en todo el país con un saldo de 11 mil 751 víctimas mortales. Aunque cada uno de los mil 982 casos es un doloroso recuerdo para decenas de familias, hay siete eventos que por su nivel de salvajismo han marcado la historia de Colombia.
Segovia Antioquia: 25 años de lucha contra la impunidad
El 11 de septiembre de 1988, hacia las 11 de la noche, un numeroso grupo de hombres armados que se movilizaban en cuatro camperos entraron al casco urbano del municipio de Segovia, departamento de Antioquia, y abrieron fuego contra la población civil; el saldo de la incursión fue de 43 muertos y 45 heridos. Esta masacre fue cometida por redes criminales articuladas por miembros activos de la Fuerza Pública que operaban en la región, Ejército y Policía, en asociación con civiles y grupos paramilitares.
Las víctimas claman por saber la verdad y confían en que algún día se haga justicia sobre cada uno de los responsables.
Trujillo Valle del cauca: La permanente violencia
El municipio de Trujillo – Valle del Cauca, ha sido escenario de una violencia múltiple y continua. Entre 1988 y 1994 se registraron varias masacres que, según familiares y organizaciones humanitarias, dejaron 342 víctimas de homicidio, tortura y desaparición forzada. Actores de todo tipo confluyeron en un cuadro de horror que aún hoy sacude la conciencia de sus pobladores, en medio de la más aberrante impunidad.
La masacre de El salado: Esa guerra no era nuestra
El Salado fue estigmatizado como pueblo guerrillero en medio de la polarización política por el proceso de paz entre el gobierno Pastrana y las FARC. La masacre de El Salado fue perpetrada entre el 16 y el 21 de febrero del 2000 por 450 paramilitares, que apoyados por helicópteros, dieron muerte a 60 personas en estado de indefensión. Tras la masacre se produjo el éxodo de toda la población, convirtiendo a El Salado en un pueblo fantasma. Hasta el día de hoy sólo han retornado 730 de las 7.000 personas que lo habitaban.
Este suceso hace parte de la más sangrienta escalada de eventos de violencia masiva ocurridos en Colombia entre 1999 y el 2001. En ese período en la región de los Montes de María, donde está ubicado El Salado, la violencia se materializó en 42 masacres que dejaron 354 víctimas fatales. La imposición de la memoria del victimario, es vivida por las víctimas como una prolongación de la masacre.
Bojayá: Lo que nunca debió ser
El 2 de mayo de 2002, 79 personas murieron (entre ellos 48 menores) luego de que guerrilleros del Bloque José María Córdoba de las FARC, lanzaran un cilindro bomba contra la iglesia de Bellavista (casco urbano del municipio de Bojayá), durante un enfrentamiento con paramilitares de las AUC. Este crimen de guerra evidenció la violación de todas las normas del Derecho Internacional Humanitario por parte de los grupos armados, así como las fallas del Estado colombiano en su obligación de velar por la integridad de esta comunidad.
Los sucesos que configuraron lo que se conoce como ‘La masacre de Bojayá”, representan un hito y un punto culmen de la degradación del conflicto armado, que aún padecen las comunidades negras e indígenas de la región del Atrato y el departamento del Chocó.
La Rochela: Memorias de un crimen contra la justicia
El 18 de enero de 1989, cerca al corregimiento de La Rochela, en el municipio de Simacota – Santander, fue perpetrada, por un grupo paramilitar en alianza con narcotraficantes y algunos miembros del Ejército, una masacre en la que murieron 12 de un total de 15 funcionarios judiciales que investigaban varios delitos en la zona.
Entre 1979 y 1991, un promedio anual de 25 jueces y abogados fueron asesinados o sufrieron algún tipo de atentado. La masacre de la Rochela, como caso emblemático, ilustra las múltiples formas de victimización de los operadores judiciales en Colombia.
Bahía Portete: Mujeres wayuu en la mira
El 18 de abril de 2004, cuarenta paramilitares aproximadamente, entraron a Bahía Portete, alta Guajira, y con lista en mano torturaron y asesinaron a por lo menos 6 personas, cuatro de ellas mujeres. Profanaron el cementerio, saquearon y quemaron varias casas, lo que generó el más grande de los desplazamientos forzados de la población Wayuu a Maracaibo – Venezuela. Este caso ilustra un patrón de violencia y tortura sexual contra las mujeres, como mecanismo para arrasar y doblegar a miembros de un grupo étnico.
Mapiripán
La de Mapiripán – Meta, es una de las masacres enigmáticas en la historia reciente de Colombia. En cinco días, entre el 15 y el 20 de julio de 1997, paramilitares enviados por Carlos Castaño desde Urabá, habrían torturado y asesinado, según él mismo lo dijo, a 49 personas (la mayoría de los cadáveres, presuntamente arrojados al río Guaviare, nunca aparecieron). La llegada y tránsito por esa región del Meta de este grupo, habría contado con la complicidad del Ejército. Por esta masacre la justicia colombiana condenó a cinco militares, entre ellos al general Jaime Humberto Uscátegui, a 37 años. En 2005, la Corte Interamericana obligó al Estado a pagar más de tres millones de dólares a familiares de 20 víctimas, las únicas identificadas entonces.