Cultura de los antivalores
Por Germán Cepeda Giraldo
«-Vaya, mijito, cólese y compre 6 boletas.
-Pero, mamá, si apenas somos 2.
-Las otras las revendemos y las nuestras nos salen gratis».
Las anteriores son frases que hemos escuchado por décadas. Y el niño se cuela en la fila que juiciosamente han hecho otras personas con las debidas antelaciones y disciplina; obedeciendo una orden, equivocada por parte de la mami, creyendo que pasar por encima de los demás le otorga patente de corso para creerse el más vivaracho de todos sus congéneres.
Y así, infinidad de expresiones, que hacen «carrera» en nuestra sociedad y hacen orgullosos a muchos padres y hogares, porque: «mi chino es el más avispado de todo el barrio».
No caigamos en la trampa de los anti-valores. Antes, por el contrario, démosle a nuestros niños sabias lecciones de urbanidad que, antaño eran muy sencillas y, así de esta forma, les evitaremos en el futuro dolores de cabeza cuando sean considerados por la sociedad, hampones en potencia.
Démosle una mirada al Transmilenio: dejemos salir primero, para poder entrar tranquilos después y evitar que nos roben; cedamos el puesto (sin importar el color que tengan) a los ancianos, a las mujeres estén o no embarazadas, y a los niños.
En las mañanas, al despertar, saludemos a nuestra familia (mamá, papá y hermanos); y cuando salgamos a la calle, que sea una norma desearle buen día a quien encontremos en nuestro camino (sin tener en cuenta, si es médico, abogado, policía o embolador). En la vía pública, cuando vayamos caminando, ceder el andén a los viejitos y a las mujeres siempre será de buen gusto.
Respetar en todo momento a nuestros mayores, tener presente que la experiencia hace verdaderos sabios.
Qué falla no saber seguir instrucciones, si nos dicen: «Deténgase», más rápido corremos; «Espere y guarde compostura», nos morimos de la impaciencia; «Siga el sendero», nos salimos del camino; «Prohibido fumar», parecemos chimeneas; «Respete a la Policía», vemos a diario cómo son agredidos inmisericordemente nuestros agentes; «Piso mojado», nos creemos patinadores profesionales.
Volvamos, pues, al tiempo en que sabíamos respetar y los valores eran mejores que los que vemos en Youtube, Facebook o cualquier tecnología moderna.