El Ojo del Halkón Por algo somos el país del Sagrado Corazón
Por Rubén Darío Mejía Sánchez
No voy a hablar de asuntos religiosos ni mucho menos, voy a hablar de las cosas simpáticas que suceden en nuestro medio, cada día uno se sorprende más de lo que pasa a su lado y por algo “Jeringa” sale en su caricatura hablando fuerte y diciendo “soy colombiano y que”.
Bueno, soy colombiano y que, pero en Colombia las cosas no están tan bien ni tan mal y si no están tan bien ni tan mal los culpables somos nosotros mismos pues decimos que no hay progreso por los problemas de violencia y porque no vivimos en paz, y como vamos a vivir en paz si nuestro deporte favorito es destruirnos los unos a los otros y en un país que se dice la gente que es cristiana, otros que se consideran más católicos que el Papa dicen que no pueden perdonar y no lo hago al decir lo siguiente como si hablara de un dogma religioso, pero una oración que aprendimos los antiguos y creo que uno que otro muchacho de ahora, se habla de perdonarnos los unos a los otros, y hablo del padre nuestro que es una oración que se hace en la iglesia Católica durante la misa y en algunas regiones cristianas para dar gracias de lo que reciben del todo poderoso.
Se preguntarán porque estoy hablando de esto, y la respuesta es muy sencilla, en el espectáculo que se montó de la celebración de los 30 años de la toma del Palacio de Justicia y que fue aprovechado por algunos medios de comunicación amarillistas, entrevistaron a las familias de las víctimas y creo que sin caer en el error el 90% de los entrevistados dijo que no perdonaba lo que había sucedido y se pedía venganza fuera como fuera, lo que hace pensar que el proceso de paz que se está tratando de conseguir con los diálogos de La Habana (que por cierto están muy enredados, porque a los señores de las FARC les ha dado por pedir y pedir y pedir, pues solo es falta exigir que el presidente electo, señor Juan Manuel Santos, les deje el puesto para ellos terminar el mandato) no tienen un futuro muy agradable porque es tan importante la reparación como el perdón cuando se está tratando de buscar convenios por medio de diálogos y lo que podemos darnos cuenta es que cada quien quiere hacer de las suyas y alcanzar cosas para provecho propio. Mientras que miremos que lo que importa es la ley del talión, es decir ojo por ojo y diente por diente, estamos muy perdidos y nos seguiremos matando entre hermanos y el conflicto no tendrá jamás fin.
Han pasado tantas cosas que enfocarse uno en un solo tema en este momento le haría sentir a uno en el estómago y por eso como no lo es habitual tocaré diferentes temas.
No estuve de acuerdo con el cubrimiento amarillista de algunos medios de comunicación en lo que tiene que ver con el recuerdo de los 30 años de la toma del Palacio de Justicia, porque daba pena escuchar los informes, no porque los periodistas fueran jóvenes sino porque no tuvieron la responsabilidad de documentarse sobre lo que había sucedido y hubo muchas imprecisiones, que quienes estuvimos en el lugar de los hechos pudimos captar de la manera más simple.
La noticia no es un espectáculo y el periodista no forma parte de ese espectáculo, es quien registra lo que sucedió y no es el que se lleva la importancia como tratan de hacerlo algunos de los nuevos periodistas que están llegando a reemplazar una camada de excelentes periodistas, investigadores y responsables con un trabajo tan digno como es este, el de informar.
Espero que esto no se repita el próximo fin de semana cuando se recuerdo igualmente los 30 años de la catástrofe de Armero en donde la figura fue Omaira, niña de quien me ocuparé próximamente en una nota al respecto.
No estoy de acuerdo con las exigencias exageradas de los negociadores de las FARC en La Habana, que como decía un hombre de a pie, después de todo lo que han hecho les vamos a salir debiendo y si el presidente Santos no se pone serio al respecto puede entregarles todo el bandeja de plata sin que paguen un precio, lo que quiere decir que no irán a valorar y esperamos que no sea más grave el remedio que la enfermedad y que nos sigamos matando, ahora por intereses propios, porque no estuve de acuerdo antes pero por lo menos era por ideas políticas y altruistas.
El cese al fuego unilateral es necesario, pero parece que todavía las cosas no están dadas para que esto suceda y por el bien de los diálogos de La Habana esto hay que tratarlo muy en serio, tanto por parte del Gobierno, que debe ser drástico en su posición, como por las FARC si quieren empezar a ganar credibilidad en medio de la población civil. Decía mi abuelo que lo peor era cuando a uno le regalaban algo, que la comida ganada con el sudor de la frente era la que sabía mejor y no la de los haraganes y creo que se está trabajando para un buen fin, por lo tanto como decía hace una semana, de la carrera no queda sino el cansancio y los errores salen a la vista.
No hablaré todavía de los empalmes en las gobernaciones, alcaldías, asambleas y concejos, porque todas las cosas están muy tibias y me preparo para hablar de la persona de Gustavo Petro como buen congresista, verdadero rebelde sin causa y terco, que creo que dejó ir en gran porcentaje su oportunidad de conseguir la Presidencia de la República de Colombia, aunque si cambia su discurso y su odio interno las cosas le pueden mejorar, pero será bastante difícil.
Los periodistas somos periodistas, estamos para informar, para decir lo que está sucediendo, ojala nunca seamos protagonistas de la noticia pero hoy recuerdo a Héctor Moreno, un señor periodista, a quien cuando conocí era el Jefe de Redacción de La Patria de Manizales que decía que un periodista investigaba, estudiaba y se dateaba y hasta que no estuviera seguro no se sentaba a la máquina para decir e informar sobre los hechos y que había una diferencia entre el redactor, periodista y opinador, lo que hoy llamamos columnistas, porque el periodista contaba la noticia, el redactor contaba los hechos, lo que se llamó luego cronista y los columnistas eran los que daban su opinión sobre un tema o sobre varios pero que estaba empezando a renacer un movimiento bastante equivocado de quienes contaban la noticia, eran protagonistas y opinaban, y sobre esto don Héctor tenía mucha razón, porque los periodistas hemos caído en la gran equivocación de ser abogados, jueces, directores técnicos y los que tenemos la última palabra, es decir revelada.
Por eso es que no estamos haciendo un periodismo serio, y con un agravante, que por la manera en que se está manejando algunos medios de comunicación, se está cayendo en el grave pecado de cobrar por la noticia, lo que quiere decir que el periodismo está herido de muerte y si no hacemos algo por rescatarlo puede perder más credibilidad que la que ha perdido y los que hemos nacido para hacer periodistas por vocación y no por intereses personales estaremos mandados a recoger.
Definitivamente somos un país folclórico y con todo respeto seguimos siendo el país del sagrado corazón a pesar de la abolición del Concordato y de las libertades religiosas, no por asuntos religiosos sino por folclóricos que somos, en donde no nos importan los progresos de nuestros semejantes, sino sus miserias.