jueves noviembre 28 de 2024

Europa amplía sanciones a Rusia y amenaza con una guerra económica

22 marzo, 2014 Internacionales

Europa le mantiene el pulso a Rusia. Los 28 dirigentes de la Unión Europea siguieron este viernes los pasos de Estados Unidos y añadieron a otras 12 personas a su lista negra de rusos a los que se prohíbe entrar al bloque y se congelan sus activos y cuentas bancarias en cualquier país de la UE.

En esa lista aparecen por primera vez varios peces gordos pertenecientes al núcleo duro del poder ruso, muy próximos al presidente Vladimir Putin y en algunos casos sus amigos personales. Tres nombres llaman la atención: el viceprimer ministro Dimitri Rogozin y los asesores de Putin Vladislav Surkov y Sergey Glaziev. (Lea también: Putin firma ley de anexión de Crimea a Rusia).

Europa también golpeó este viernes donde más le duele a Rusia. Los 28 firmaron junto al premier ucraniano Arseny Yatseniuk el apartado político del Acuerdo de Asociación que generó la crisis. (Lea también: Unión Europea firma acuerdo de asociación con Ucrania).

En noviembre pasado, el expresidente ucraniano Viktor Yanukóvich, presionado por Moscú, se negó a firmar ese acuerdo con la UE. Eso generó las primeras manifestaciones, que fueron creciendo y terminaron de forma sangrienta a finales de febrero provocando la caída de Yanukóvich.

Ese mismo acuerdo se firmó y además la UE anunció que pisará el acelerador para firmar acuerdos similares en junio con Georgia y Moldavia, en pleno patio trasero ruso.

La UE, además, anunció que la Comisión Europea preparará en los próximos meses un informe sobre la tercera fase de sanciones. Se trataría de golpear a Rusia comercial y económicamente, pero también reduciendo en lo posible las importaciones energéticas, imponiendo restricciones migratorias y aplicando un embargo de armas.

El informe de Bruselas debe determinar cómo esas sanciones penalizarían también a los europeos. Así, esa tercera fase de sanciones, una verdadera guerra económica, quedaría preparada para aplicarse en cuanto Moscú pase la línea roja que le marcaron los europeos.

No la pusieron por escrito pero el premier británico David Cameron fue muy claro: «si tropas rusas entran en el sureste de Ucrania, habrá graves consecuencias económicas para Rusia».

Cambio de tono

El tono de los europeos ha ido cambiando en las últimas semanas por la actitud de Moscú. Francia, como anunció su ministro de Defensa, Jean-Yves Le Drian, aceptaría, en ese marco de sanciones económicas y comerciales, la anulación del mayor contrato de armas que Rusia tiene en vigor con un país europeo: más de 1.500 millones de dólares por dos portahelicópteros de última generación, el primero de los cuales debería entregarse el próximo octubre.

Las conclusiones de la cumbre europea incluyen un duro alegato contra Moscú. La UE «cree que, en la Europa del siglo XXI, está fuera de lugar el uso de la fuerza y la coerción para cambiar las fronteras. La actuación rusa vulnera claramente el proceso de Helsinki, que en los últimos 40 años ha ayudado a superar las divisiones en Europa y a construir un continente unido y en paz».

Además, los europeos también esperan un informe de la Comisión Europea con opciones para reducir lo más rápidamente posible su dependencia energética de Rusia. Según datos de la Agencia Internacional de la Energía, Europa produce el 6 por ciento de toda la energía del planeta pero consume el 14 por ciento.

Los números de la Comisión Europea dicen que el año pasado Europa pagó a Rusia por importaciones energéticas casi 225.000 millones de dólares. Los europeos saben que si consiguen reducir sustancialmente esa factura -ahorrando pero también importando desde otros proveedores- harán mucho daño a la economía rusa sin siquiera imponer formalmente sanciones porque Rusia depende mucho más del dinero de esas exportaciones a Europa de lo que Europa depende de Rusia.

La idea europea sería fomentar las energías renovables lo más rápido posible, aumentar las compras a proveedores distintos de Rusia, aumentar la eficiencia energética, el ahorro y las conexiones -gasoductos, oleoductos, líneas eléctricas de alta tensión- en el continente. Algunos países también apostarán más por el «fracking», la técnica que permite extraer el gas de esquisto, aunque hay dudas por su impacto ambiental.

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