miércoles julio 17 de 2024

Trump y Clinton

Donald Trump y Hillary Clinton lideran las primarias del 'supermartes'

Los resultados del ‘supermartes’, en el que más de una docena de estados fueron a las urnas para expresar su preferencia por los aspirantes presidenciales de los dos partidos en Estados Unidos, dejan una fotografía que perfila a Donald Trump, por los republicanos, y a Hillary Clinton, por los demócratas, como los más probables candidatos que se enfrentarán el 8 de noviembre en la fecha definitiva.

Es cierto que aún falta mucho, y que en el caso de los republicanos, tanto Ted Cruz como Marco Rubio tienen aún cartas importantes que jugar. Pero también lo es que tendría que suceder una especie de cataclismo político para que en las primarias pendientes se revirtiera la tendencia.

En el caso republicano, las alarmas se encienden de manera tardía, pues la candidatura del magnate neoyorquino, que parecía un mal chiste de ‘reality show’, se encamina hacia la nominación, con todo y la carga de xenofobia, populismo y contradictoria propuesta de política internacional y de economía de las que ha hecho gala.

Su idea de construir un muro en la frontera con México que, según él, obligaría a pagar a los mexicanos; su propósito de deportar a cerca de 11 millones de inmigrantes y sus salidas megalómanas no hacen más que crear indignación y preocupación sobre lo que debe estar pasando en ciertos sectores de la sociedad estadounidense, capaces de poner su destino en las manos de un personaje con este ideario. El temor se amplifica a nivel planetario cuando día a día se atestigua que este hombre tiene posibilidades reales de ser el presidente del país más poderoso del mundo.

Así las cosas, desde ya se prevé que lo que viene será una especie de ‘todos contra Trump’ no solo dentro del Partido Republicano, que llegará seriamente fracturado a la Convención, sino también dentro de los demócratas, cuya candidata ya no ve a Bernie Sanders como el rival inmediato por vencer, sino que ya debe estar pensando, más que en las primarias, en la forma de contrarrestar el fenómeno del díscolo millonario.

De momento, las encuestas indican que un enfrentamiento directo entre Clinton y Trump se dirimiría fácilmente a favor de la demócrata, con lo que los republicanos ajustarían su tercera derrota consecutiva en unas presidenciales.

Pero es bien sabido que la campaña de la ex primera dama tiene claro que esta carrera es larga y que en los ocho meses que faltan muchas cosas pueden pasar y cualquier error puede ser fatal. La lección de lo que le sucedió con Obama en el 2008, cuando en las primarias era la clara favorita, pero al final fue derrotada por el carismático afroamericano, quedó bien aprendida.

Dicho esto, debemos anotar que una cosa es la campaña política y otra cosa muy diferente, el ejercicio pleno del poder en el que las responsabilidades, deberes y compromisos de la superpotencia deben primar sobre el estilo personal del mandatario de turno. A un Trump en el Despacho Oval tendría que imponérsele la sensatez que se ha negado a tener en la campaña. De no ser así, tanto EE. UU. como la comunidad internacional podrían estarse enfrentando al peor de los mundos. Es un hecho que el nerviosismo aumenta.

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