miércoles diciembre 18 de 2024

Una red para prevenir enfermedades renales

Jorge Emilio Sierra Montoya

 Por Jorge Emilio Sierra Montoya (*)

  La alta contaminación de las aguas del río Magdalena genera graves problemas de salud, como la hipertensión arterial y las enfermedades renales, según lo demuestran investigaciones médicas, científicas, realizadas en Barranquilla desde 1980.

En efecto, durante aquel año un grupo de investigadores, en su mayoría nefrólogos (expertos en temas relacionados con los riñones), hallaron en los exámenes de sangre a sus pacientes la presencia de bacterias que también estaban en el agua del río, provenientes de los elementos químicos en desechos industriales.

El hallazgo, que confirmaba la relación entre dichas enfermedades y el agua contaminada, se hizo público en la revista del Instituto Nacional de Salud, donde se destacó asimismo que los sectores populares, de bajos ingresos, eran los más afectados, en especial donde no había servicios de agua potable.

La pobreza, en fin, volvía a aparecer como el suelo abonado para el desarrollo de tales problemas de salud que en muchas ocasiones conducen a la muerte. Y si eso pasaba entonces, hace más de tres largas décadas, ¿cómo será la situación ahora, cuando la contaminación del río debe ser mayor? ¿Cómo será?

Cifras preocupantes

Los investigadores no han parado de estudiar al respecto. Por el contrario, en los últimos diez años han visto cómo los problemas en cuestión registran un aumento significativo en Barranquilla, tanto la insuficiencia renal crónica como el número de personas sometidas a diálisis, quienes pasaron de sólo treinta a dos mil en la actualidad.

De hecho -según Gustavo Aroca Martínez, médico internista y nefrólogo, Líder del Grupo de Nefrología del Centro de Investigaciones Biomédicas de la Universidad Simón Bolívar (USB)-, esas enfermedades son hoy un problema de salud pública, dados su crecimiento epidémico (como los del sida y el cólera, los cuales por cierto se han reducido) y su impacto negativo sobre el Producto Interno Bruto del país por los elevados costos del tratamiento.

Y acá no terminan las cifras: de cada diez personas en Colombia, casi una tiene problemas renales; hay 42 mil en diálisis, y alrededor de dos millones padecen insuficiencia renal crónica, una enfermedad silenciosa que no muestra síntomas y por ello suele detectarse en fases avanzadas, no en sus comienzos cuando es más fácil controlarla.

De ahí la importancia y necesidad de la prevención, atacando las causas principales que van desde el mencionado consumo de agua contaminada hasta la diabetes que igualmente está alcanzando niveles exorbitantes -¡con un crecimiento superior al 200%!- en países subdesarrollados como Colombia y el resto de América Latina.

¿Y por qué –se preguntará- ese aumento de la diabetes? Muy simple: por la desnutrición (de nuevo, pobreza), pues los hijos de madres desnutridas nacen con resistencia a la insulina; por la cultura en boga, que impone elevados consumos de azúcares y harinas, de bebidas azucaradas -gaseosas y jugos, entre otras-, y por la inactividad física o falta de ejercicio, tan común en nuestros centros urbanos.

¿Qué hacer, entonces? Es lo que veremos a continuación. 

La red informática

Hay que prevenir las enfermedades renales, detectándolas a tiempo. Pero, ¿cómo? Con el menor consumo de azúcares, por lo que acabamos de decir; con la ingestión de proteínas de origen vegetal, bajando el consumo de carnes rojas, y con el debido control de medicamentos antiinflamatorios que en exceso afectan los riñones por ser nefrotóxicos.

“Debe darse un manejo adecuado para que no haya un desenlace fatal como la diálisis”, subraya Aroca, director de la Revista Colombiana de Nefrología y quien obtuvo, en el reciente Congreso nacional del ramo, el Premio al Mejor Trabajo en Prevención y Promoción en Salud Renal, compartido con los investigadores Eduardo Navarro y Santos Depine.

El premio se otorgó -según el diploma correspondiente- “por la implementación de un modelo de salud renal en red informática para la temprana detección y cuidado de la nefropatía lúpica y glomerulonefritis en la Región Caribe Colombiana”.

Y es que las tareas de prevención llevaron al grupo de investigadores de la USB, así como a especialistas de la asociación Nefrocaribe, a la conformación de una red informática que posee un registro completo de los casos sometidos a biopsias renales en nuestra región, manteniendo una vigilancia epidemiológica con información clínica y sociodemográfica de la población afectada.

La red permite la interactividad con los pacientes en los siete departamentos de la Costa Atlántica, aunque se pretende ampliarla a nivel nacional e incluso mundial al haberse creado, por iniciativa de los investigadores locales, la Red Iberoamericana de salud renal y enfermedades crónicas, otro proyecto en marcha.

Así, de los pacientes se sabe dónde están, por el sistema de referencias geográficas de que se dispone, y les informan de inmediato en una emergencia, por lo general a través de internet, cuál es el lugar más cercano para la atención médica según los servicios requeridos, mientras los especialistas pueden comunicarse entre sí, compartiendo toda esta información.

Vivimos, como es sabido, en la era de la información y en plena sociedad del conocimiento.

Llamado a la alianza

“Es mejor prevenir que curar”, recuerda Aroca al tiempo que aplaude la alianza entre universidades y nefrólogos, centros médicos de la ciudad y organismos oficiales como Colciencias, asociaciones regionales y nacionales o mundiales, medios de comunicación y empresas públicas o privadas, a cuyos representantes hace un llamado para sumarse cada vez más a su causa, en beneficio de todos.

“La enfermedad renal tiene que ser una preocupación creciente de la sociedad, sobre todo en estos países en vías de desarrollo”, insiste.

(*) Director de la revista “Desarrollo Indoamericano”, Universidad Simón Bolívar – [email protected]

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