Refrescar la memoria
Luego del fiasco en la Copa América y el opaco papel en el comienzo del torneo previo al mundial, retorna a escena la selección Colombia. Coincide con las horas bajas de Pékerman como conductor de grupo, con grietas en su imagen, sin el beneficio de la tolerancia que le brindaba la administración anterior. Hay quienes, dentro del grupo directivo, miran con recelo sus próximos partidos, e incluso afirman que un descalabro en materia de resultados podría precipitar su salida. La situación se tensa cuando públicos se hacen sus emolumentos cuyos detalles guardaba, celosamente, el presidente anterior. El monto total que incluye sueldos para y él y sus colaboradores cercanos, incluidos pasajes y arriendo de apartamentos, pasa de 20 millones dólares en cuatro años, el equivalente al pago por publicidad de varios de los poderosos patrocinadores.
Serios desafíos esperan al entrenador argentino, contra Bolivia y Ecuador. En la paz no anula el oponente, desprovisto de calidades técnicas. Invalida, cualquier esquema, la altura, inhumana y devoradora. Ya alguna vez se ganó allí, con inteligencia indiscutida en el juego propuesto.
Prevalece, en el caso de Bolivia, el resultado como única razón de ser, al margen de estéticas y espectáculos. El esfuerzo por encima de una propuesta decorosa con atractivos técnicos.
A Pekerman, solo lo redimen sus jugadores preferidos. El, que nunca levanta la voz, rie poco y hace de sus silencios prudentes una herramienta defensiva, es consciente de que los momentos de sus estrellas se alejan de su esplendor característico. Tres años atrás todos los jóvenes colombianos querían ser Falcao. James, hasta hace poco, era intocable. Ambos, por razones diversas, no tienen un presente halagador, ni son preponderantes en los planes del entrenador, especialmente el primero. Las noticias sobre James, traen siempre consigo una carga de alabanzas o reproches que, quiérase o no, afectan su vida deportiva. No son dulces sus actuales momentos en el Real Madrid.
Necesitan ellos, Falcao y James, la selección como prioridad para rehabilitar su clase, más que la selección a ellos mismos, para encaminar los planes de triunfo.
Ayuda poco el Pibe, histórico siempre, con liviano y apasionado concepto, al afirmar: “la selección, Bacca y diez más”. Despropósito tan discutido, que desdice de las fortalezas colectivas de Colombia, las que, refrescando la memoria, traen consigo tan gratos recuerdos.
La selección preolímpica, que también entra en escena, confeccionada con jugadores de sobresalientes calificativos en el medio, con varios infiltrados de pálido presente o suplentes en sus clubes, alimenta tantas dudas como la mayor. Incierto es su futuro, considerada la capacidad con que afronta las competencias, en esta categoría, su rival de turno, Estados Unidos. Algunos de los convocados parecieran obedecer, con su presencia, a intereses distintos a los de estructurar un gran equipo.
Días claves para Colombia, con sus inmediatos compromisos, con el ingrediente adicional de que el pueblo, con ellas, nunca pierde el optimismo.