El Loco de la colina iluminada
Contraplano
Por Orlando Cadavid Correa
Démosle cuerda al reloj de las nostalgias manizaleñas a propósito de los 60 años del nacimiento de la televisión colombiana…
Cuando la TV estaba en pañales, a don Ignacio Escobar Uribe medio Manizales lo llamaba “El Loco” porque construyó en el sótano de su Transmicentro, al pie del desaparecido Lago de Aranguito, un verdadero estudio con todas las especificaciones técnicas para originar, tarde o temprano, de ser posible, programas televisados dirigidos a la Gran Aldea Cafetera y sus contornos.
Los críticos gratuitos del visionario caldense no creían que algún día cesaría el antipático centralismo bogotano y que al amparo de Inravisión nacerían los primeros canales regionales: Teleantioquia, Telecafé, Telecaribe y Telepacífico, en el gobierno del “Sí se puede” del presidente Belisario Betancur.
El sueño de don Ignacio colapsó cuando vendió su emblemática Transmisora Caldas y su Transmicentro, en el Barrio Chipre, a la cadena RCN y su nunca utilizado estudio para televisión terminó convertido en una bodega que almacenaba gaseosas en cantidades industriales.
¿Qué tuvo que ver Caldas con la incipiente televisión cuando apenas aparecía en las pantallas en blanco y negro?
Fueron dos los primeros hijos de la comarca que actuaron con gran éxito en la llamada caja mágica: el sacerdote Hernando Restrepo Abondano, quien contó chistes rosaditos en los espacios de humor de los sábados hasta cuando se los prohibió el arzobispo Arturo Duque Villegas, su superior jerárquico, quien le ordenó volver exclusivamente al misal, a los sermones y a los evangelios. El otro fue el erudito Gilberto Villegas Velásquez, “Givive”, el enciclopédico ganador de todas las entregas de “Veinte mil pesos por sus respuestas”, en las que resolvía con envidiable rapidez y conocimiento todos los interrogantes que le planteaban los catedráticos encargados de elaborar los rebuscados cuestionarios. ¡Nunca lograron corcharlo! Perteneciente a una familia de auténticos sabios, nos quedamos con las ganas de ver participar en el programa-concurso a su hermano Jaime Villegas Velásquez, el médico, que rehusó medírsele a la audición, pese a los ruegos de los productores. Lo suyo estaba en el consultorio, en la acupuntura y en la docencia, al pie del tablero, y nada más.
Otros caldenses que desfilaron por el medio audiovisual: Hugo Patiño, “El Príncipe de Marulanda”, llenó el vacío humorístico que dejó en la tele, por el baculazo arzobispal, el padre Restrepo. El señor y maestro Eucario Bermúdez, el único manizaleño nacido en Timbío, Cauca, marcó impronta con su memorable “Tierra colombiana”, espacio semanal en el que el bambuco y el pasillo se vistieron de etiqueta, y ofició también como notable presentador de importantes telenoticieros de la época. Del manizaleño Barrio San Jorge partió muy sardina para Bogotá, a hacer historia, la polémica diva de las telenovelas Amparo Grisales, quien no necesita presentación. Las hermanas Orozco (Ana María y Verónica), pertenecientes al más puro ancestro caldense, triunfaron en el difícil medio, gracias a las enseñanzas de su padre, el actor Luis Fernando Orozco, quien pasó gran parte de su noviazgo con la hermosa virreina Carmenza Aristizábal Hoyos, en las mesas más estratégicas de la desaparecida heladería “Dominó”. De este romance que terminó en boda el 6 de junio de 1972, en una iglesia del norte de Bogotá, nacieron “Betty, La Fea” (Ana Maria) y “La Lectora” (Verónica).
Vendría después la camada de los tele-comentaristas deportivos de la que hacen parte los manizaleños Javier Hernández Bonnet, Ricardo Orrego, Esteban Jaramillo, César Augusto Londoño, Carlos Antonio Vélez y Mario César Otálvaro., entre otros.
La apostilla: Los dos canales regionales del país paisa no se han salvado de los apodos: a Teleantioquia le dicen “Tele-arepa” y a Telecafé lo llaman “Tele-caturro”.