miércoles diciembre 18 de 2024

Colombia en la copa: la propuesta no funciona

Pékerman jugó con fuego y Colombia se quemó4

Por: Pedro Gambetta    

Lo importante para Colombia no es haber perdido hoy contra Costa Rica, en el marco de la Copa América 2016, sino la manera y las razones por las que se pierde.

No creo que el problema haya sido la nómina de suplentes que saltó a la cancha. A nivel de Selección, es decir de jugadores de élite, y en medio de un torneo como la Copa América, los suplentes deben tener la misma jerarquía de los titulares. Y los nuestros seguramente la tienen.

Y uno puede objetar el desempeño de Felipe Aguilar, por ejemplo, su permanente inseguridad y nerviosismo, incluso ofrecer alternativas mejores para su puesto. Y quienes tienen ese argumento, con ese jugador y con otros, pueden tener razón.

Pero para mí hay una discusión anterior a esa: la validez de la propuesta de juego de Pékerman. Resuelto éste punto, podemos abordar el análisis del desempeño individual, incluso poner en duda las capacidades personales.

Al respecto, creo que Pékerman está empeñado en asignarle a la Selección Colombia una identidad de juego, a través de decisiones que están descompensando el equipo. Me explico:

La Colombia de Pékerman está diseñada bajo el supuesto de que apostarle al buen pie nos obliga a renunciar a la contundencia, al rigor y la disciplina de la marca. Recordemos que la España del «tiqui-tiqui» que tanto nos gusta, tenía en la mitad de la cancha la potencia de un Xabi Alonso y un Sergio Busquets.

Mientras en Colombia, lo que parece ser un doble cinco con Carlos Sánchez y Sebastián Pérez (o con alguno de ellos y Guillermo Celis), en la práctica se nos convierte en un Pérez o un Celis obligados a jugar en tres cuartos de cancha, con dificultades para el retorno, e invadiendo zonas de sus compañeros.

Con lo cual ellos mismos, y en consecuencia todo el equipo, se descompensa, desorienta, desgasta, y se ve torpe. En ese detallito comienza un problema que evoluciona poco a poco en todas las líneas de juego.

El mejor partido de Sánchez y de Celis (y el mejor partido del equipo), fue el que cumplieron jugando con una clara función de recuperadores y reguladores en la mitad de la cancha, en lo suyo, con posibilidades de soltarse, según lo permita la dinámica del juego. En cuanto a Sebastián Pérez, en la Colombia de Pékerman uno no sabe a qué juega: ni marca ni crea, es un “niño diferente”, un “carro loco”. Y no porque sea un mal jugador.

Pienso que a partir de hoy no tenemos duda de que Carlos Sánchez debe ser titular, al lado de Daniel Torres. Y no sólo para ordenar el esquema táctico, sino por presencia, sacrificio y liderazgo.

Y un segundo y último comentario, es acerca de la confianza y fortaleza mental, que en un grupo humano competitivo y de élite debe aflorar precisamente cuando el grupo está bajo presión. Ahí se conocen los grandes, remando contra la corriente.

Sin embargo, cuando Colombia perdía 3-1 y el Técnico decide ingresar a James, Cardona y Cuadrado, el equipo, antes que tomar la rienda del partido, se convierte en una suma de individualidades queriendo solucionar cada uno las cosas por su cuenta.

Allí nos falló la mente, es decir la templanza, el autocontrol, la cabeza despejada que se requiere en situaciones desfavorables. Con el marcador en contra afloró en Colombia un problema de mentalidad y liderazgo.

Y al respecto yo me pregunto si James, por el sólo hecho de ser jugador del Real Madrid, es el líder que necesitamos, cuando nos ha demostrado que bajo presión se enceguece, se vuelve ansioso e inepto, un manojo de nervios incapaz de convocar, reunir y empujar al equipo con orden, pulso y ponderación. Para mí, por lo mostrado hoy, ese líder es Carlos Sánchez.

José Pékerman tiene apenas cuantos días para evaluar y ajustar lo que Colombia mostró en la Copa América ante Costa Rica. Y lo puede hacer, si logra leer con sensatez y desapego lo sucedido.

Menos mal no tuvimos que aprenderlo después de jugar nuestro próximo partido con Brasil, en el que Colombia ya no tiene justificación para decepcionarnos.

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