Es mentira que haya paz con hambre
Por: Sofía Gaviria Correa*
A pesar de que llevamos ya más de dos años manifestando nuestra indignación por la muerte de miles de niños en La Guajira a causa de la desnutrición (casi 4.800, desde el 2007, según la CIDH), y a pesar de que la prensa ha hecho eco de estas denuncias y ha instado a la indispensable reacción gubernamental y social en este caso, nos hemos enterado, con dolor, del fallecimiento por estas mismas causas, de otros tres niños Wayuu: dos de catorce meses y otro de ocho, en los últimos días. Con el deceso de Fabiola Epinayú Uriana, serían 34 los registros oficiales de niños muertos en La Guajira, en lo que va corrido del año, por desnutrición y enfermedades asociadas a la misma. Y, en el caso específico de Fabiola, se hace, de nuevo, evidente la culpa de las autoridades, teniendo en cuenta que se produjo al día siguiente de que fuera admitida una acción de tutela contra el ICBF, para que fueran amparados sus derechos fundamentales a la vida y a la salud.
Es urgente que los entes investigativos pertinentes adelanten con prontitud las pesquisas necesarias para aclarar los hechos y para identificar y ubicar a sus responsables, en pos de que estos casos, parte del sistemático crimen por omisión que han venido padeciendo nuestros niños Wayuu, no queden sin castigo, ni queden sin hacerse efectivas las medidas cautelares al respecto dictadas por la CIDH.
Estos nuevos ejemplos de muerte de nuestros niños, a causa de la indolencia del Estado, me afectan personalmente, porque pude haber conocido a alguno de esos niños en las cinco grandes brigadas que la Comisión de Derechos Humanos del Senado, que presido, ha realizado, en La Guajira, en las cuales hemos encontrado un alto porcentaje de niños con desnutrición crónica o grave, muchos de los cuales remitimos con urgencia a entidades de salud.
En estos momentos de duelo, además de manifestar mi solidaridad a la familia de los menores fallecidos, quiero hacer un llamado a la sociedad colombiana a movilizarse para rechazar hechos como estos, que a todos deben ofender. La muerte de estos niños es responsabilidad de todos.
Mientras todavía muera un solo niño por culpa de desidia estatal, ninguno de nosotros puede descansar. Por ello, anticipo que, a pesar del tráfico de influencias que el Gobierno, a través del DPS y el Ministerio de Educación, hizo para hundir el proyecto de Ley de Seguridad Alimentaria, presentado por la totalidad de la bancada liberal en el Senado, insistiremos en esta iniciativa, hasta que el Gobierno entienda que el hambre es el problema más grave de este país. Lamento que la conducta inmoral e ilícita de algunas dependencias del Estado haya convencido a algunos congresistas de abandonar el recinto de la Cámara para hundir el proyecto de ley, por formalidades de tiempo. No puede menos que afrentar a todos los colombianos constatar la existencia de congresistas comprados con recursos que pertenecen a todos los ciudadanos y que este gobierno redujo al ofensivo nombre de “mermelada”, para conquistar apoyos o, como en este caso, para bloquear el libre ejercicio parlamentario.
La oposición de algunos sectores del Gobierno al proyecto de Seguridad Alimentaria se traduce en un cobro por mi independencia en el tema de la paz, por mi resistencia a la venta inexcusable de Isagén, por mi motivación justificada a la moción de censura al Ministro de Hacienda, por los señalamientos que he hecho en el tema de la Ley de Licores y por mi denuncia probada del plagio que el Ministerio de Educación hizo del proyecto de Seguridad Alimentaria.
Es inconcebible que, mientras nuestros niños están muriendo por desnutrición, el Gobierno no sólo no apoye un proyecto que busca solución a este drama, sino que lo plagie flagrantemente y termine por hacerlo hundir.
Nunca he tenido más determinación en continuar con esta lucha, y seguiré con ella, hasta que todos comprendan que es mentira que en este país vaya a haber paz mientras el 42% de los colombianos se acuesten con hambre; que es mentira que vaya a haber paz mientras el 80% de los indígenas de Colombia padezcan desnutrición crónica; que es mentira que pueda haber paz mientras, como en lo que va corrido de este año, las estadísticas oficiales, claramente rezagadas, registren la muerte de más de cien niños colombianos por causas asociadas a la desnutrición.
*Presidenta Comisión de Derechos Humanos del Senado
Coordinadora Nacional Frente Parlamentario Contra el Hambre