El Ojo del Halkón Violencia y locura en el mundo
Por Rubén Darío Mejía Sánchez
Los más pesimistas o creyentes convencidos de las diferentes religiones en el mundo pueden estar diciendo en este momento que estamos a punto de presenciar el fin del mundo anunciado desde hace muchos siglos y para unos esto puede calificarse de locura y para otros una gran verdad; porque el libro sagrado de los cristianos, La Biblia, habla en uno de sus apartes del Apocalipsis sobre el fin del mundo y también en otros apartes en donde dice que vendrán señales y una de esas es la forma en que los padres asesinan a los hijos, los hijos a los padres, donde habrá hambrunas y guerras que desde el punto de vista humano no tendrán fin, esto puede tener mucho de razón o de fe, pero esto es lo que estamos viviendo en los últimos tiempos en este convulsionado mundo.
Si empezamos por casa (Colombia), la cosa no está muy fácil, el odio entre los hermanos y compatriotas es garrafal, un presidente busca los diálogos para terminar la guerra y otros, del sector político y civil no desean la guerra sino como a ellos les parezca y les beneficie y aquí se preguntaría cualquier ignorante de los asuntos religiosos: que se puede esperar si los libros religiosos son interpretados como a cada quien le sirve y le parezca.
Colombia ha vivido en los últimos dos siglos una guerra superior a un medio siglo, son muchos los colombianos que han muerto, representantes del Gobierno, de la oposición, de los paramilitares y de los alzados en armas; pero si miramos con ojo visor nos damos cuenta que al fin y al cabo toda la sangre derramada es de colombianos.
No estamos en condiciones de dar el brazo a torcer porque los esposos quieren mandar en sus casas, cosa difícil para nuestro ambiente latino, en donde mandan son las mujeres, pero si nos damos cuenta en ese pulso de quien manda, pierden todos, porque pierde la familia, pierde los padres y pierden los hijos, y al mismo tiempo la sociedad que está viendo que la institución del hogar desaparece de una forma tal que ya la sociedad ya no tiene una base concreta para existir.
Los sectores religiosos en más de una oportunidad entran a jugar papeles de fanatismos y es cuando vemos que las famosas guerras religiosas también han dejado gran cantidad de muertos y de desolación, y que decir de las guerras políticas cuando los colores no se han hecho para disfrutar de la visualidad sino para sembrar el odio entre los congéneres.
La guerra etapa en su apogeo, Colombia se alista para firmar un proceso de paz y se aterra uno cuando en las calles, vías carreteables, veredas y campos se baten banderas que se oponen a que la guerra desaparezca si no se hace como unos cuantos quieren imponerla.
Comentando con una persona bastante intelectual y conocedora de asuntos políticos la semana anterior, me quedé petrificado, helado, fundido y confundido porque hablábamos sobre lo que estaba sucediendo en el país y al tocar el punto de la paz me dijo algo que me llenó de tristeza “no entiendo si usted sabe perdonar, porque yo no sé perdonar y creo que no puedo perdonar”; eso después de que yo le comentara que también como muchos colombianos he sido víctima directa de la violencia que azota al país.
Cuando le preguntaron a un dirigente político en España que si en Colombia se podía invertir en estos momentos, la respuesta fue tajante “si, dentro de cuatro años cuando nosotros volvamos al poder”, ya sabrán ustedes a quien me refiero y me quedo atónito a esa repuesta cuando los ojos del mundo están puestos en Colombia y miran con muy buenos ojos que se termine una guerra interna, la más larga en el continente americano. Personas que abordan a otras a las entradas de los centros comerciales de una manera violenta exigiendo que se vote por el no o por el si para el plebiscito, donde sacamos nuestra violencia a relucir y estoy seguro que muchas de esas personas no han tenido que sufrir el secuestro, la muerte de un ser amado o en carne propia la violencia que nos aqueja, no piensan en el campesino que desesperado y a la fuerza ha tenido que salir corriendo dejando sus parcelas y sus animales, además la alegría y la libertad de volar como las aves y respirar un aire limpio y profundo.
Colombia no se contenta con una sola guerra, desde los pupitres de muchos funcionarios y políticos, que nunca se han ensuciado las manos con la tierra del agro, se promocionan paros y protestas en donde las víctimas son los inocentes como lo que acaba de suceder, un joven cae en medio de una revuelta cuando no tenía nada que ver con ella por parte de un policía que la intención, esto seguro, no era de matar a nadie y ahora hay dos víctimas, la familia que quedó desprotegida del joven que dejó de existir y la familia del policía que no tendrá más protección porque su miembro debe de cumplir y responder frente a la justicia; pero lo peor del caso es que a los promotores del paro, principalmente desde los escritorios y desde los que hacen arenga en los sectores campesinos no les importa el dolor de nadie y mucho menos que la economía del país vaya en picada y que muchos no tengan que comer porque las cosechas se están acabando y se están desperdiciando por falta de un medio de transporte.
El Gobierno no cede y estoy de acuerdo que no debe de ceder a la fuerza, los promotores del paro parece que no tienen nada que perder y tampoco ceden, pero más de 45 millones de colombianos tienen que sufrir con la escases de alimentos y altas incansables de los mismos, y aquí simplemente no ha pasado nada.
Hoy vi un noticiero de televisión por espacio de 40 minutos y les cuento la verdad, se me indigestó el almuerzo y lo digo yo que soy periodista, porque el 90% de las noticias fueron de violencia, mostrando a un padre como asesinaba a sus hijos por un problema con su pareja , como un joven irresponsable asesinaba en las calles de la capital a otro pobre ciudadano, como se ha vuelto de peligroso andar por las calles de la capital y de las otras ciudades del país, como nos estamos odiando los unos a los otros y nos afana más el bienestar de los animales que de los propios seres humanos.
Estamos acabándonos los unos a los otros, estamos acabando con la naturaleza y como decía al comienzo, creo que no es necesario un fin del mundo, porque los hombres nos acabaremos nosotros mismos.
Ya no nos causa horror las noticias que están en las primeras planas de los diarios y de los medios informativos cuando nos hablan de un hombre loco que asesinó a más de 80 personas en Niza, Francia o de los 265 muertos por un golpe de estado en Turquía, o por esas familias que llegan desesperadas de Venezuela buscando alimentos a territorio colombiano mientras que un gobierno de un inepto y hombre sin conciencia trata de mostrarse como perseguido de la comunidad internacional.
Basta ya, no debemos de matarnos porque pensamos diferente; mucho menos porque seguimos un equipo diferente al de los demás, o porque queremos el poder por la fuerza aunque si hay una cosa que entiendo, para muchos la paz no es algo muy positivo porque no hay nada más que del dinero suficiente para el poder y la gloria como la guerra.