Neymar desquicio a Colombia
Por Esteban Jaramillo Osorio
Es diferente Neymar. Desafía los limites técnicos de la lógica en el juego y conquista el mundo con su talento. Tiene fantasía en sus piernas y su sola presencia en las canchas desata torrentes pasionales entre quienes lo quieren y quienes lo detestan.
Es, además, pendenciero, provocador y tramposo, con posturas que fastidian y desquician. Sus regates son burlones. Al primer toque físico, va al piso y finge caídas, golpes y dolores.
Con ese fútbol, tan distante de la esencia histórica brasilera, descontroló a Colombia, a tal punto que el libreto de Piscis Restrepo solo vio una fórmula para desactivarlo, llenándolo de patadas y saturando el partido de interrupciones, en la antítesis de nuestro estilo y de los caminos elegidos en los últimos tiempos para obtener triunfos. Colombia, como ocurrió en el 2014, entro a pelearle el partido a Brasil y no a jugarlo y, en ambos casos, perdió, así perdure el anecdótico episodio “Fue gol de Yepes”.
Colombia, en ese mar de interrupciones, no logro articular el fútbol preferido y se tornó un cuadro incierto, de escasos arrebatos en ataque sin recursos lícitos en zonas medias de marca, porque el forcejeo no permitió la aparición de las ideas.
Tan diferente la selección en aquel partido con Nigeria, alejada de exageradas precauciones y ambiciosa en los objetivos.
Fracaso del fútbol colombiano en los olímpicos, incluidas las chicas, dominadas por las vanidades de vestuario y la irresponsabilidad de la preparación.