Adrenalina pura
Por Esteban Jaramillo Osorio
Agosto es único con Los olímpicos, con triunfos y decepciones, hazañas y engaños, glorias y escándalo. El mundo colorido, folklórico y multiracial del deporte, frente al público excitado en todos los confines de la tierra.
Atletas alborozados con los brazos en alto y sonrisas interminables, en ocasiones matizadas con nerviosos llantos, como cierre de un esfuerzo titánico, que no admite mínimos esfuerzos, para subir al podio.
Históricos todos con sus medallas y sus diplomas. Especialmente los nuestros, porque hipnotizaron el país, vibraron con el, y por ello tienen un lugar asegurado en la memoria.
Agosto no es de fútbol así Brasil alcance el históricamente esquivo título olímpico, o empiecen las ligas europeas, o los medios se hinchen con los vaivenes del mercado de trasferencias, tantas veces dominado por las especulaciones. Para el balón y sus protagonistas es un mes de banalidades, de camisetas nuevas, de pintas extravagantes, de pasarelas y de playas, de giras comerciales a lugares extraños. De vanidades y contratos millonarios.
El mundo del deporte es otro en agosto. Es adrenalina pura. El del esfuerzo honesto e inquebrantable. El de atletas que, en su mayoría, no se asfixian con la fama.
Gracias agosto. Que fiesta tuvimos.
Menciones especiales para relatores, comentaristas y analistas, porque con sus excitantes descripciones, cargadas de emoción, de gracejos, de datos históricos, de anécdotas y conocimientos técnicos, se mezclaron en la felicidad inmensa del pueblo. Las medallas tienen nombres, pero también voces encargadas de difundirlas para el mundo y hacer de los deportistas héroes eternos.