jueves julio 18 de 2024

Armani, un colombiano más

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Por Esteban Jaramillo Osorio

Por su conducta personal, como ciudadano ejemplar; por sus posturas como guardameta indiscutido, por su influencia en la brillante campaña de Nacional y por ser ciudadano libre de reparos judiciales que lo impidan, Franco Armani tiene todo el derecho a lograr su ciudadanía en Colombia. Para ello trabaja. No es el primero en pretender echar raíces legales en un nuestro país, que lo ha acogido, le quiere y le respeta. Antecedentes hubo con Julio Cesar Falcioni, destacado en época exitosa, como portero del América de Cali, quien quiso lo mismo sin logarlo, al igual que Raúl Navarro Paviato, tan bueno en el pasado, en Nacional, como Armani. Corrió con mejor suerte “el negro” Luis Gerónimo López, de origen argentino, quien, además, alcanzo a desempeñarse como golero nacional, en 1979.

Fernando Navarro Montoya, nació en Medellín, jugó con Colombia, luego se nacionalizo argentino, sin actuar con la selección.

Pero el tema gordo no pasa porque Armani tenga ciudadanía colombiana. Pasa por la conveniencia de su ingreso a la selección, en los planes del entrenador José Pékerman.

Al ser colombiano de adopción goza del mismo privilegio de cualquier persona que tenga idéntica aspiración. Ningún derecho se le puede condicionar.

Claro está que la calidad de David Ospina, un héroe silencioso, lo convierte en indiscutible en el pórtico colombiano. Pero circulan dudas sobre la categoría de quienes están opcionados como sus guardaespaldas, por la irregularidad de sus actuaciones. David González del Medellín y José Fernando cuadrado del Once Caldas, tienen buen presente, no así Rufai Zapata y Camilo Vargas, este último en proceso de regreso, después de larga inactividad.

Una supuesta llegada de Armani en la selección dividiría el país, tan expuesto a radicalizar posturas respecto a estos pasionales temas futboleros, pero sería garantía por su aplaudida capacidad.

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