¡La mano de Dios!
Sobre la Sierra de María, a 2 mil 215 metros sobre el nivel del mar, más cerca deL cielo, más cerca de Dios, cuelga una ciudad blanca, ecléctica, que en Los aleros del orgullo exhibe sus heridas de guerra, sin más preámbulo que el olor de su nombre: ¡Manizales de malva!
Manizales ha sido un parto en tres fases: incendios, terremotos y deslizamientos. Y en todas ellas como en la canción, los recuerdos se amoldan al viento, amañan la historia, se tiñen de gloria, se bañan en lodo, se endulzan, se amargan a nuestro acomodo, según nos convenga; porque antes que nada y a pesar de todo hay que sobrevivir…
¡Manizales no necesita conmiseración, sino aliento! porque es una ciudad que no se resigna ni se avergüenza. Pareciera que los manizaleños no funcionáramos sin un poquito de dolor. Con mucho dolor. Es decir con dolor… ¡sin doblarnos! Por eso Manizales no necesita profetas apocalípticos, ni poli castros que digan: “lamentable, pero si hubieran hecho….” No es la hora de los vocingleros de rima asonante y oscura… No digo que este debe ser el esqueleto de un silencio, sino la encarnadura de una opción de vida.
Cada dolor es un fragmento en el puzle de su historia: Tres grandes incendios. 19 grandes seismos y terremotos; una erupción (entre muchas) de su volcán tutelar y más de 190 deslizamientos nos ponen en esa cornisa, donde no se dobla la espalda ni se arredra el ánimo. Los manizaleños aprendimos el ardid de Ariadna y un hilo solidario nos va sacando del laberinto del dolor…
Entre, el 19 de julio de 1922 y El 20 de marzo de 1926 tres incendios arrasan más de 40 manzanas (viviendas y locales comerciales) y una catedral. Incendios tan violentos que hasta dinamita utilizaron para su extinción y aun así resurgió de las cenizas. ¡Era una ciudad con una aguja de 102 metros apuntando al cenit!
19 grandes seismos y terremotos sacudieron sus cimientos de Romeral y, en especial , en los años 1962 y 1979, la Manizales republicana veía caer su torre sacra y sus santos tutelares. Al caer San Francisco de una de las agujas de La catedral, causa la muerte al poeta Guillermo González Ospina, autor de la letra del pasodoble “Feria de Manizales”. Aun así no perdió la fe y los santos volvieron a sus agujas.
Un día el cráter Arenas del nevado del Ruiz rugió como lo hacía el Tama; los piroclásticos y un manto de ceniza quemó pastizales y por las vertientes del rio Chinchiná corrió el dolor… Y Levantamos los muertos del lodo, mientras Colombia lloraba a Armero-
Más de 190 deslizamientos arrasaron la cultura del bahareque temblorero de los barrios: Galán, Camino del medio, Asís; La tolva; “quiebraculos”, (las delicias); La playita; la Sultana; San Fernando; La Carolita; Cervantes y ahora… y aún así enterramos a nuestros muertos y elevamos los ojos al cielo para llenarlo de padrenuestros.
Nos reconocimos en Don Aparicio Díaz Cabal y su “Funeraria La Equitativa” en sus entierros colectivos, gratis y con percherones. Recordamos al padre Pacho y su “Casa del pobre” alojándolos a todos. Entonces vimos como hoy bebían de esa genética: Julián y los taxis; John Henry , Manuel Ballesteros o Daniela Gómez con la camionetas para los acarreos; Castro Rosero con su carros disponibles; El pediatra Carlos Alberto Marín dispuesto; Ángela Serna y las mascotas; Mónica Andrea Torres y el hostal e incluso Víctor Jaime Álvarez, enviando comida gratis desde su restaurante en la cárcel. Todos ellos viviendo la solidaridad como la punta de un Iceberg que rompe olas de Vida, para representar en el intendente José Octavio Suárez Tovar, los tantos muertos de la historia oficial del dolor.
Como también, valga decir honor a un alcalde, como Octavio Cardona León (con el cual podemos tener muchas divergencias), que se ha batido, en esta crisis, como tal por su gente. Con el don de la ubicuidad y llevando minuto a minuto, desde su teléfono y por las redes sociales (twitter) el mensaje esperanzador del: ¡Resistamos! ¡Resistamos!
“Y sobre las húmedas aceras, seguimos canturreando siempre la misma canción. Y por más que tiempos felices saquen a pasear de la mano, los recuerdos suelen ser tristes hijos, como son, del pasado, de aquello que fue y ya no existe”
En este dolor, existen dos imágenes que me han sacado lágrimas. Una tiene que ver con hombres, mujeres, niños, socorristas y militares en el barrio Persia, levantando a golpe de pala la montaña derretida. No es dantesca, no es una imagen amarillista…es una imagen de amor… La otra fue ver desde el Cable aéreo el albergue del Colegio Leonardo da Vinci… Vi muchas velas prendidas, todo iluminado, como si allí se celebrara un banquete… No vi dolor… ¡Vi esperanza!
Entonces pensé en esas cientos de manos que se han movilizado y vino a mi memoria una obra escultórica de Rodin: “La mano de Dios” de ella dijo Rainen María Rilke: “En la obra de Rodin hay manos, pequeñas manos autónomas que viven sin pertenecer a ningún cuerpo. Manos que se levantan, nerviosas y enojadas; manos de cinco dedos tensos, que parecen ladrar como las cinco fauces de un Cerbero; manos que caminan criminales, con males hereditarios y otras manos que están cansadas que no quiere nada más, que se acostaron en un rincón como anímales enfermos que saben que nadie los puede ayudar”,
Pero solo cuando volvió a rodar otra lágrima por mi mejilla recordé a Rodin ante su obra: “Todo es bello. El modelado es uno. Dios lo ha hecho para reflejar la luz y retener la sombra. Es la mano de Dios. Sale de la roca, del caos, de las nubes. Tiene el pulgar de un escultor. Sostiene el barro y con esto crea a Adán y Eva”, entonces me dije ahí esta esculpida la mano de mi raza!
Después, inflexible, el olvido irá carcomiendo la historia; y aquellos que nos han querido restaurarán nuestra memoria a su gusto y a su medida con recuerdos de sus vidas….