jueves julio 18 de 2024

Bojayá, sinónimo de Paz

Por Alan Jara

Director de la Unidad para las Víctimas

  Nadie escogió ser víctima, pero todos merecemos la oportunidad de vivir en paz.

Aunque es imposible reparar lo irreparable, la materialización de la paz en los territorios flagelados por la violencia es el único camino para pasar la página del dolor que dejó el conflicto armado, pero sin olvidar el pasado.

La resiliencia de Bojayá es el ejemplo. Tras 15 años de su más oscuro episodio es palpable el deseo por superar el terror que produjo la masacre y sus consecuentes repercusiones morales, sociales y económicas.

Para las víctimas es imposible olvidar que el 2 de mayo de 2002 ese pequeño municipio de Chocó conoció el horror, cuando integrantes de las Farc lanzaron un artefacto explosivo improvisado que impactó la iglesia, el cual, al detonar apagó 79 vidas, entre ellas, las de 48 niños. Ello sin mencionar, que dicho suceso dejó a 110 personas heridas y originó el desplazamiento de 1.744 familias.

Se registraron múltiples violaciones a los derechos humanos producidas en medio del conflicto armado, como asesinatos selectivos, reclutamiento de menores, amenazas, confinamiento, bloqueo económico y alimentario, desplazamiento, saqueo de bienes, presencia permanente de los grupos al margen de la ley,  restricciones a la movilidad, tomas por parte de grupos guerrilleros y enfrentamientos, entre otras violaciones.

Leyner Palacios, sobreviviente y defensor de Derechos Humanos, convencido de ser este el referente de la no repetición ha señalado en varias ocasiones: “[en Bojayá] no queremos que la historia que nosotros vivimos se repita en ninguna parte del mundo”. Y agregó: “soy parte de esos que han sufrido. Soy consciente de la necesidad de cambio de esta historia trágica; soy sobreviviente con ganas de sembrar un nuevo cultivo de paz, amor y reconciliación; quiero que las generaciones vivan y no mueran a temprana edad, quiero ver a los niños crecer”.

Y es que nadie escogió ser víctima, pero todos merecemos la oportunidad de vivir en paz. Oportunidad que llegó con la implementación del Acuerdo Final, el cual fijó entre otros beneficios, el esclarecimiento de la verdad como el inicio del camino hacia el perdón y la reconciliación.

Perdón que las Farc pidieron a las víctimas de la “masacre de Bojayá”. Acto simbólico que si bien es cierto no cambia en nada lo ocurrido, alivia el dolor de quienes perdieron a sus seres queridos, sus bienes y su tranquilidad, abriendo la puerta de la reconciliación y a partir de ella, iniciar la reparación integral.

Hoy mi gran responsabilidad con las víctimas es hacer lo humanamente posible para que ellas puedan ser escuchadas, visibilizadas, reparadas y reivindicadas en el goce efectivo de sus derechos.

Como Estado seguimos al lado de las víctimas, al fortalecer nuestra presencia institucional, logrando con el Ministerio del Interior, la instalación de las consultas previas de tres sujetos de reparación colectiva correspondientes a la Comunidad Afro de Bellavista, los Consejos Comunitarios de Bojayá y las Comunidades Indígenas de Bojayá.

Las mencionadas consultas previas son mecanismos que permiten reconocer y garantizar el ejercicio de derechos de los grupos étnicos en sus expresiones individuales y colectivas. Es así como el primero ya cuenta con preacuerdos, entre tanto, los dos restantes se encuentran en fase de caracterización del daño.

Tras este proceso de concertación estamos trabajando en diversas medidas de reparación. Bojayá requiere el acompañamiento integral del Estado para retornar a su vocación productiva, a través de la siembra de productos tradicionales como arroz y plátano.

Atención digna en materia de salud; espacios para retomar a sus prácticas culturales; reconstrucción del desarrollo económico mediante la presencia de entidades bancarias y; la materialización del Sendero Ambiental de la Memoria, que plantea unir al nuevo con el viejo Bellavista con el ánimo de conservar su historia para no repetirla, son solo algunos de los  temas que hoy ocupan la agenda de trabajo en Bojayá.

Esas son las tareas en las que de manera interinstitucional trabajamos por la reparación integral de Bojayá, localidad que en este momento histórico se convierte en sinónimo de paz y ejemplo vivo de que la acción integral reparadora nos permitirá forjar un nuevo país reconciliado y en paz.

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